¡°Me temo que Castilla y Catalu?a nunca ser¨¢n buenos compa?eros de cama¡±
Una biograf¨ªa desvela la ayuda econ¨®mica del coleccionista de arte Archer M. Huntington a intelectuales de ambos bandos de la Guerra Civil
Multimillonario desde la cuna, coleccionista de arte hisp¨¢nico desde muy joven, autor de una traducci¨®n al ingl¨¦s del Poema de m¨ªo Cid, amigo del rey Alfonso XIII y de artistas como Zuloaga o Sorolla, a los que catapult¨® en Estados Unidos; alivio material para intelectuales de ambos bandos en la Guerra Civil¡ pese a este curr¨ªculo, no hab¨ªa una biograf¨ªa en espa?ol sobre la fascinante vida del fil¨¢ntropo Archer Milton Huntington (1870-1955), el fundador, en 1904, en Nueva York de la Hispanic Society of America, un museo de arte y cultura iberoamericano en la parte alta de Manhattan. Patricia Fern¨¢ndez Lorenzo, doctora en Historia, ha publicado un libro (editorial Marcial Pons) que retrata a un personaje que, tras las cifras mareantes de su colecci¨®n (m¨¢s de 1.000 ¨®leos, 7.000 dibujos, 15.000 obras de artes decorativas, 175.000 fotograf¨ªas, 200.000 manuscritos, 300.000 libros), prefiri¨® mantenerse en un plano discreto, alejado de la vida social de la ¨¦lite neoyorquina.
Fern¨¢ndez Lorenzo (Bilbao, 1969) descubri¨® la figura de Huntington cuando al Museo de Bellas Artes bilba¨ªno llegaron los enormes 14 paneles de Visi¨®n de Espa?a, trabajo sobre los pueblos y tradiciones espa?oles que hab¨ªa encargado a Sorolla en 1911, "lo que supon¨ªa que ten¨ªa un buen conocimiento del pa¨ªs", dice la autora, que empez¨® a rastrear en diversos archivos las cartas de Huntington y las de su esposa. As¨ª descubri¨® que su amor por la cultura y el coleccionismo "se lo inculc¨® su madre justo cuando se despertaba en EE UU el acercamiento a la cultura europea, y a Espa?a en particular como lugar ex¨®tico, siguiendo la estela de los rom¨¢nticos", a?ade. Sin embargo, cuando pis¨® por primera vez la Pen¨ªnsula, en 1892, "lo hizo m¨¢s atra¨ªdo por la Espa?a medieval que por el t¨®pico del folclore del sur".
Alejado de los focos, una de sus contadas declaraciones a la prensa de su pa¨ªs fue para opinar sobre la guerra entre EE UU y Espa?a de 1898. "Dice que su pa¨ªs se equivoca al inmiscuirse en los asuntos de Espa?a y sus colonias, aunque luego matiz¨® que exactamente no quiso decir eso. ?l quer¨ªa ser un estudioso, pero no un intelectual que se posicionase".
En 1900 hered¨® de su padre, uno de los art¨ªfices del ferrocarril en su pa¨ªs, y en 1904 cre¨® la Hispanic Society, con la misi¨®n de convertirse no solo en un gran museo y biblioteca, sino tambi¨¦n en un espacio en que "los especialistas pudieran estudiar y dar a conocer la cultura hisp¨¢nica". Un proyecto que, como escribe a su madre, condense "el alma de Espa?a a trav¨¦s de obras".
Cuando empez¨® a comprar arte, "no buscaba lo m¨¢s caro porque s¨ª, lo que quer¨ªa era dejar constancia de c¨®mo era la vida, as¨ª encargaba trabajos a fot¨®grafos". En una ¨¦poca en que la protecci¨®n del patrimonio y la compraventa de arte quedaba a merced de depredadores como Hearst, ?respet¨® Huntington las leyes? "No he entrado en ese ¨¢mbito, que han estudiado historiadores del arte", matiza Fern¨¢ndez Lorenzo. "Pero, en 1898 dijo que no quer¨ªa comprar obras de arte en Espa?a, aunque s¨ª libros, fotograf¨ªas o cer¨¢mica... Por sus cartas con los marchantes y amistades se ve que adquir¨ªa casi todo en Par¨ªs y Nueva York a trav¨¦s de galer¨ªas. Todo apunta a que se mantuvo en la legalidad, pero no se puede decir que no haya piezas con las que se saltara esas lindes". En cualquier caso, la Hispanic, reconocida en 2017 con el Premio Princesa de Asturias de Cooperaci¨®n Internacional, es hoy "la mayor colecci¨®n de arte hispano fuera de Espa?a".
Entre las aportaciones del libro, que tiene el somero t¨ªtulo de Archer M. Huntington, destaca el estudio de las relaciones en red que desarroll¨® el biografiado con Unamuno, Men¨¦ndez Pelayo, Zuloaga, Sorolla, el duque de Alba, Alfonso XIII, Antonio Maura, Concha Espina, Benlliure, Blasco Ib¨¢?ez¡ lo que llev¨® a escribir a Gregorio Mara?¨®n que "todo intelectual espa?ol le admiraba".
Muy interesante es tambi¨¦n el an¨¢lisis de su posici¨®n "neutral y ambigua" durante la Guerra Civil. "Sigui¨® las directrices de su Gobierno, que hab¨ªa decretado un embargo de armas a la Rep¨²blica, y no se declar¨® a favor de ning¨²n bando, aunque su amistad con el duque de Alba le sit¨²a m¨¢s cerca de los franquistas, que le presionaron para obtener de ¨¦l un apoyo decidido que no lograron". A la vez, "encarga un retrato de Manuel Aza?a para la Hispanic e iban a verlo numerosos huidos que siempre sal¨ªan de su casa con un cheque, seg¨²n dej¨® escrito su esposa".
En sus cartas, Huntington "adivin¨® la dif¨ªcil convivencia que iba a quedar entre las distintas regiones espa?olas". Solo cuatro meses despu¨¦s del comienzo de la guerra escribe al arquitecto e historiador del arte Josep Pijoan, vinculado al Gobierno republicano: "Me temo que Castilla y Catalu?a nunca ser¨¢n buenos compa?eros de cama". En el franquismo, "hubo un intento del r¨¦gimen por patrimonializarlo, sobre todo tras los Pactos de Madrid, de 1953 [bases militares de EE UU a cambio de ayuda econ¨®mica], pero los galardones que desde su instituci¨®n concede a exiliados como Juan Ram¨®n Jim¨¦nez o Pau Casals gener¨® recelos". Para entonces, llevaba tiempo retirado en su casa de campo, Las Rocas, a las afueras de Nueva York, donde se deleitaba con una de sus joyas, el retrato del artista Pedro Mocarte, obra de Goya, que solo sali¨® camino de la Hispanic cuando fue consciente de que su tiempo se acababa.
Su huella en Espa?a
Entre las numerosas huellas que dej¨® en Espa?a este paradigma de fil¨¢ntropo decimon¨®nico estadounidense, destaca su apoyo financiero al nacimiento de instituciones como el Museo del Greco, en Toledo; y el Museo del Romanticismo y la Ciudad Universitaria, en Madrid, en cuyo campus se instalaron dos esculturas realizadas por su esposa, Anna Hyatt: Los portadores de la Antorcha y Diana Cazadora. Tambi¨¦n coste¨® facs¨ªmiles de obras cl¨¢sicas que reparti¨® en bibliotecas de todo el mundo y excavaciones arqueol¨®gicas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.