Las bibliotecas populares de Argentina, semillas de un pa¨ªs lector
La crisis y las nuevas tecnolog¨ªas obligan a reinventarse a estas instituciones socioculturales con m¨¢s de 150 a?os de historia
Cientos de personas con carritos y cajas asaltan cada a?o la Feria del Libro de Buenos Aires durante tres d¨ªas. Dan vueltas, preguntan y comparan precios para intentar llevarse el mayor n¨²mero de los libros que tienen anotados en su lista. Son los responsables de las bibliotecas populares, una de las instituciones socioculturales m¨¢s antiguas de Argentina. Con una historia de m¨¢s de 150 a?os, hoy hay m¨¢s de un millar de bibliotecas populares distribuidas por todo el pa¨ªs que garantizan el acceso a los libros y a la cultura incluso en localidades remotas. Delegados de 890 bibliotecas viajaron entre el 3 y el 5 de mayo hasta la capital para aprovechar el subsidio estatal que les permite comprar libros al 50%. En promedio, adquirieron entre 50 y 70 ejemplares que en breve estar¨¢n disponibles en los estantes de Mocoret¨¢, en la norte?a Corrientes, en Cosqu¨ªn (C¨®rdoba) o en Ushuaia, en el extremo sur.
La primera biblioteca popular naci¨® en 1866 y sigue abierta: la Franklin de San Juan, en el noroeste de Argentina. "No es casual porque [el expresidente] Domingo Faustino Sarmiento era de all¨¢", se?ala el titular de la Comisi¨®n Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), Leandro de Sagastiz¨¢bal, que aglutina a 1.270. Destaca que nacieron "inspiradas por las ideas de Sarmiento", uno de los grandes impulsores de la educaci¨®n p¨²blica en Argentina, pero fueron acompa?adas despu¨¦s por una sociedad con una gran tradici¨®n cooperativa. "Las bibliotecas son asociaciones civiles creadas por los vecinos, no por el Estado, no son estadodependientes. Eso es lo identitario que las hace distintas a las de otros pa¨ªses, el 95% es voluntariado", describe De Sagastiz¨¢bal.
En Argentina las bibliotecas p¨²blicas son m¨ªnimas y su lugar lo ocupan las populares, caracterizadas por la diversidad. La Franklin ocupa un edificio entero, la Borges de Bariloche naci¨® en un contenedor, la infantil Del otro lado del ¨¢rbol est¨¢ abierta a un parque en la ciudad bonaerense de La Plata. "La biblioteca tiene que ver con la pluralidad. Es un espacio muy democr¨¢tico, de resistencia. Hay un concepto que me gusta mucho que es el de 'la patria de las bibliotecas'. Y en nuestra biblioteca hay un pedacito de esa patria. Es cine, promoci¨®n de lectura, cooperaci¨®n internacional, es todo eso y mucho m¨¢s", describe Brian Urban, presidente de la biblioteca popular Sarmiento de Tandil, 350 kil¨®metros al sur de Buenos Aires.
Entre las m¨¢s antiguas hay muchas con ra¨ªces socialistas y anarquistas. "En la Asamblea fundacional se debati¨® si se iba a dejar entrar a todo el mundo o si se exclu¨ªa a la oligarqu¨ªa. Se vot¨® que a todos", cuenta Ana Mar¨ªa Servidio sobre los inicios en 1923 de la Nicol¨¢s Avellaneda de Cosqu¨ªn, en la c¨¦ntrica provincia de C¨®rdoba. Servidio creci¨® entre los m¨¢s de 60.000 vol¨²menes de este lugar: su t¨ªa fue bibliotecaria y ella integra ahora la junta directiva. "Los comienzos fueron momentos de gloria. La biblioteca se crea en 1934 porque el partido socialista obligaba para poder funcionar pol¨ªticamente que ense?en a leer y escribir a la gente del barrio. Si estaban de acuerdo con el trabajo que hab¨ªan hecho lo aceptaban en el partido", rememora Atilio Orsi, de la biblioteca Carlos S¨¢nchez Viamonte, de Buenos Aires.
La estrecha relaci¨®n con los vecinos es otra de las claves de estos espacios populares. Del otro lado del ¨¢rbol arranc¨® en 2011 en un parque p¨²blico frente al mayor hospital de ni?os de la ciudad bonaerense de La Plata. La idea naci¨® de Paula Kriscautzky como homenaje a su hija Pilar, fallecida de c¨¢ncer a los cinco a?os. "Convocamos a la comunidad a trav¨¦s de las redes, se fue sumando gente trayendo libros, almohadones, mesas, sillas. Hicimos una lista en una librer¨ªa con sugerencias de lo que quer¨ªamos tener y la gente fue y compr¨®. El d¨ªa que inauguramos fueron 2.000 personas con un libro de regalo", cuenta Kriscautzky sobre la biblioteca, que hoy tiene m¨¢s de 5.000 socios y es una referencia a nivel provincial.
"Hay localidades como Virasoro, en Corrientes [norte], que tiene 48.000 habitantes y no hay librer¨ªas. Ah¨ª, la biblioteca Popular V¨ªctor Navajas es pr¨¢cticamente el lugar de los libros y de la cultura en esa sociedad", afirma De Sagastiz¨¢bal. La situaci¨®n se repite en otras zonas aisladas, donde funcionan tambi¨¦n como teatro, cineclub y lugar de encuentro y aprendizaje. "Y ahora es tambi¨¦n muy importante la inclusi¨®n digital porque ofrecen wifi", contin¨²a.
La realidad de los habitantes de Buenos Aires es muy distinta: con m¨¢s de 450 librer¨ªas, es la ciudad con mayor n¨²mero per c¨¢pita del mundo. Sin embargo, el elevado precio de los libros nuevos - su valor en pesos es equivalente a unos diez d¨®lares en un pa¨ªs con sueldos promedio inferiores a los 450 d¨®lares- lleva a muchos a recurrir al pr¨¦stamo. Las bibliotecas tambi¨¦n sufren la crisis: con el subsidio de la Conabip cinco a?os atr¨¢s pod¨ªan adquirir m¨¢s de cien libros. Con el monto actual -15.000 pesos, 325 d¨®lares- pocas llegaron a las 60 novedades para ofrecer a sus lectores.
"En los barrios hay personas que no tienen biblioteca en su casa, que no tienen libros, y es fundamental que pueda haber estos espacios. Con la lectura se ampl¨ªa la capacidad de reflexi¨®n y de expresi¨®n, el lenguaje y tiene un impacto directo en la calidad de vida de las personas", opina Gabriela Groba, una de las fundadoras de la biblioteca popular Manuel Ugarte, en el barrio de Parque Chacabuco, en la zona suroeste de Buenos Aires. En este espacio tienen una vitrina entera dedicada a literatura peronista, eje de uno de los talleres m¨¢s populares, y una secci¨®n especializada en feminismo y obras de ficci¨®n de autoras contempor¨¢neas, dada la creciente demanda.
El p¨²blico de cada biblioteca es muy heterog¨¦neo. En la Saavedra, del barrio hom¨®nimo, llegan cada vez m¨¢s j¨®venes a estudiar. "Antes se juntaban en bares, pero ahora con la crisis no pueden pagarlos", comenta Jorge Marchini, al frente del espacio. La Mariano Moreno de la localidad correntina de Mocoret¨¢ se especializ¨® en historietas por sus lectores adolescentes, mientras que la S¨¢nchez Viamonte, abierta hace m¨¢s de 80 a?os en el barrio porte?o de Recoleta, no ha logrado adaptarse a la transformaci¨®n del entorno. "La relaci¨®n con este barrio es rara, conflictiva. Lo que en una ¨¦poca fue un barrio obrero pas¨® a ser una zona de gente rica. Nos ven como si fu¨¦semos extrema izquierda", cuenta Orsi.?
Pocas instituciones han resistido a las m¨²ltiples crisis econ¨®micas y sociales de Argentina como lo han hecho las bibliotecas populares y son testigos privilegiados de esos vaivenes hist¨®ricos. "Tuvimos muchos momentos en los que el sistema estuvo por sucumbir. Las bibliotecas siempre acompa?aron a la historia argentina y ver¨¢s un pedazo de la historia argentina en cada una de ellas", cuenta Urban, de Tandil.
La crisis actual ha vuelto a ponerlas contra las cuerdas en un momento en el que el libro pierde cada vez m¨¢s protagonismo frente a la tecnolog¨ªa. "Hoy las bibliotecas tienen que generar muchas actividades para atraer gente. No dejan, adem¨¢s, de ser una propuesta asociativa y las nuevas tecnolog¨ªas tienen mucho peso en conductas m¨¢s individuales y aisladas", analiza el titular de la Conabip. "Por eso", concluye, "tienen que reinsertarse en sus comunidades. Es un desaf¨ªo muy fuerte, m¨¢s social que tecnol¨®gico".
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