Razones (y sinrazones) de la Feria
Hay firmas, charlas y mesas redondas, presentaciones, ¡°espacios l¨²dicos y pedag¨®gicos¡±, pero los grandes eventos siguen siendo una asignatura pendiente
1. Pol¨¦micas
La pol¨¦mica es tan consustancial a la Feria del Libro de Madrid como la condici¨®n l¨ªquida al proceloso oc¨¦ano (pl¨¢sticos aparte). Cuando no es por fas es por nefas, pero, cualquiera que sea el motivo puntual, este evento cultural ¡ªel m¨¢s importante en participaci¨®n, cifras y rentabilidad de los que se celebran en Espa?a¡ª siempre tiene como tel¨®n de fondo la tensi¨®n entre libreros y editores presente desde su fundaci¨®n. A esa tirantez, digamos, institucional viene a sumarse en los ¨²ltimos a?os la de la presi¨®n del ecologismo sobre el Ayuntamiento acerca del impacto medioambiental de un evento que, durante dos largas semanas, convoca en el Retiro a dos millones de personas, y justo cuando el parque se convierte en el pulm¨®n natural m¨¢s frecuentado por los acalorados madrile?os.
Existe en el Ayuntamiento leg¨ªtima preocupaci¨®n por el deterioro: preg¨²ntenle a mi admirada In¨¦s Saban¨¦s, responsable de Medio Ambiente, o a Caridad Melgarejo, directora del Retiro, lo que dar¨ªan por que la Feria abandonara el parque. Claro que olvidan que, desde 1967, la ¨²nica vez que la Feria se traslad¨® a otro lugar (en 1979, a la Casa de Campo), el resultado fue catastr¨®fico. Para compatibilizar ambientalismo con negocio y cultura se han imaginado muchas soluciones, pero el problema contin¨²a irresuelto. En las dos ¨²ltimas convocatorias, por ejemplo, se vet¨® ¡ªpor hacer hueco¡ª a los editores de facs¨ªmiles y de las empresas de autopublicaci¨®n, pero las demandas de los afectados ante los tribunales motivaron que el Ayuntamiento (que aborrece los marrones en a?o electoral) obligara a readmitirlos.
La Feria, dicen algunos, no puede crecer m¨¢s, por lo que sus responsables han ideado diversas f¨®rmulas para adecuar la rampante demanda de casetas con ese principio: ahora son m¨¢s peque?as y algunas ¡ªcomo la de la Asociaci¨®n de Revistas Culturales ARCE)¡ª han sido expulsadas. Los editores ¡ªespecialmente los peque?os¡ª aseguran que ellos son los grandes damnificados, que se les castiga y discrimina, que se les penaliza con casetas menguantes (los libreros disponen de casetas de cuatro metros; hay editores que tienen que conformarse con un metro en casetas compartidas); que, a pesar de los recortes de los estands, los precios son proporcionalmente m¨¢s altos; y los m¨¢s cr¨ªticos amagan con montar otra feria paralela en fechas que estudiar¨¢n. Pero sospecho que, aunque la Feria ¡°es de los libreros¡±, el p¨²blico no la concibe sin los editores.
2. Patrocinios
A pesar de las protestas de Manuel Gil, director de la Feria, las actividades culturales siguen siendo una asignatura pendiente. Hay, s¨ª, firmas, charlas y mesas redondas, presentaciones, ¡°espacios l¨²dicos y pedag¨®gicos¡±, pero nada a la altura de una feria que, por otro lado, cada vez disimula menos su dimensi¨®n eminentemente comercial. Y, despu¨¦s de pensarlo, no me parece tan mal. Quiz¨¢ los organizadores tendr¨ªan que montar un par de grandes eventos, dos o tres fogonazos culturales de alcance internacional que se realizaran fuera del Retiro, como un prestigioso regalo del evento a Madrid.
En mi opini¨®n, la Feria siempre ha fallado en un asuntos tan fundamental como el fund rising y el patrocinio: por muy taca?o que sea el mundo del libro ¡ªy lo es, cr¨¦anme¡ª, me cuesta pensar que ni en ¨¦l, ni fuera de ¨¦l, interese tan poco ¡ªsalvo excepciones¡ª a empresas e instituciones que sus logos y marcas campeen durante dos semanas en el lugar m¨¢s aglomerado de la capital del pa¨ªs. De acuerdo con el tampoco muy esmerado ¡°componente internacional¡± de la Feria, este a?o el pa¨ªs invitado es la Rep¨²blica Dominicana; se conmemorar¨¢ a sus dos mayores glorias literarias, Pedro Henr¨ªquez Ure?a (1884-1946), y Juan Bosch (1909-2001), y acudir¨¢ Marcio Veloz Maggiolo (un autor de Siruela que naci¨® en 1936): no est¨¢ mal, pero es de todo punto mejorable. Sonar¨¢, supongo, sabros¨®n y vibrante merengue en los altavoces: quiz¨¢s, incluso, los que hacen enormes colas para que les firmen celebrities medi¨¢tico-literarias, influencers y youtubers (?y hasta autores de toda la vida!) puedan aliviar la espera marc¨¢ndose una bachata, un ritmo que combina, por cierto, la melancol¨ªa y el entusiasmo er¨®tico.
Por cierto que las peleas de los expositores por ¡°encontrar firma¡± se est¨¢n haciendo ¨¦picas, pero eso es otra historia. Buen cartel este a?o, de Sara Morante, mucho m¨¢s eficaz que el del pasado a?o. En eso tambi¨¦n se nota que la Feria se pone al d¨ªa en el ¡°valor en alza¡± (as¨ª lo llaman) del feminismo: despu¨¦s de tanta machirulez, los carteles de las tres ¨²ltimas convocatorias han sido dise?ados por mujeres. Por ahora, nada m¨¢s: ya ven que este a?o estoy moderado. Y si me dejo algunas cosas es porque, como le exige el bello Antonio a la harp¨ªa Rosamunda (Los trabajos de Persiles y Sigismunda), opto por tarazarme la lengua (y la mano) en aras de una Feria pac¨ªfica y beneficiosa.
3. Lecturas
En las pr¨®ximas semanas este suplemento hablar¨¢ de las novedades que pueden encontrarse en la Feria para ayudarles a elaborar su lista de compras. En cuanto a m¨ª, perm¨ªtanme que les recomiende (adem¨¢s de mi ¨²ltimo libro de cabecera, que es el Persiles, que leo a poquitos para que no se me acabe) un ensayo y una novela. Congo, una historia ¨¦pica (Taurus), de David Van Reybrouck, es un excepcional (ex-cep-cio-nal) y equilibrado reportaje (original de 2010) acerca de la dram¨¢tica historia y trayectoria de un pa¨ªs en el que se resumen las tragedias y las esperanzas de un continente y las verg¨¹enzas de la colonizaci¨®n y sus secuelas. Hindenburg (Seix Barral), ¨²ltima novela de Cristina Cerrada, cuenta la dur¨ªsima historia de una mujer con un tremendo pasado familiar, en medio de una guerra imprecisa y sin final (recuerda a las de 1984, de Orwell) en la que la violencia, el odio y la devastaci¨®n constituyen el paisaje cotidiano.
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