Las veleidades peligrosas

Louis Garrel, hijo de una de las figuras m¨¢s indomesticables en la ¨®rbita de la Nouvelle Vague, es uno de esos franceses que parecen haber nacido con su propio Antoine Doinel interior. Doinel como un doble port¨¢til ¨Cy un ancestro compartido- que quiz¨¢ determina cada uno de sus pasos creativos y acaso tambi¨¦n funcione como insidioso Pepito Grillo cada vez que el pobre incurre en una falta de respeto a la memoria colectiva de esa generaci¨®n, ya sea al servicio de la falsa nostalgia ¨CSo?adores (2003) de Bernardo Bertolucci- o del desacato de marketing ¨CMal genio (2017) de Michel Hazanavicius-. En El hombre fiel, su segundo largometraje como director, Garrel se entrega plenamente al armonioso di¨¢logo con esa carga sentimental y cultural, y lo hace colocando Besos robados (1968) en lo m¨¢s alto de su constelaci¨®n referencial, pero sorteando los peligros de la m¨ªmesis y la vacua mitoman¨ªa.

En Un hombre fiel, Louis Garrel es Abel, un tipo que es presentado al espectador, sin m¨¢s pre¨¢mbulo, como v¨ªctima de una ruptura abrupta, cuando su compa?era sentimental le comunica que est¨¢ embarazada de un amigo de la pareja. Las mudanzas de este contrariado pupas sentimental ser¨¢n uno de los leitmotivs de este relato que volver¨¢ a unir a los dos personajes, elipsis y funeral mediante, algunos a?os m¨¢s tarde, sumando a la ecuaci¨®n a un ni?o afecto al fantaseo criminal y a la hermana del padre difunto, enamorad¨ªsima de Abel desde su infancia. Con la colaboraci¨®n en el gui¨®n del veterano Jean-Claude Carri¨¨re, Garrel juega en su conciso metraje con la multiplicaci¨®n del punto de vista, dando voz a los tres v¨¦rtices de este tri¨¢ngulo que se mueve con respiraci¨®n de comedia ligera, sin que por ello se ahoguen o relativicen los punzantes latidos de los males de amor.

Cuando Eve (Lily-Rose Depp) le declara la guerra en plena calle a Marianne (Laetitia Casta), Un hombre fiel muestra otra valiosa carta: si muchos franceses llevan dentro un Antoine Doinel, no es menos cierto que, en el teatro sentimental parisino, parecen seguirse escuchando, aunque suavemente atenuados, los ecos de la novela libertina.