Aguado, objeto de deseo
Gin¨¦s Mar¨ªn cort¨® una oreja y Luis David dio la vuelta ante una muy noble corrida de Montalvo
Todas las miradas estaban fijas en un se?or vestido con un traje marfil y oro, artista sevillano y cofrade, que hace unos d¨ªas hab¨ªa dejado boquiabierto a todo el toreo y sus alrededores con una explosi¨®n de arte desparramada por el albero de la plaza de la Maestranza.
Y Madrid lo recibi¨® con un cari?o maternal. C¨®mo ser¨ªa el asunto que Pablo Aguado, tal es el nombre del beneficiario, cobr¨® un bajonazo infame en su primer toro y los tendidos volvieron la cara como si nada hubiera ocurrido. Y algo m¨¢s: Aguado cont¨® con la protecci¨®n divina, pues fue arrollado por ese primero cuando trataba de cerrar con una media ver¨®nica los compases iniciales de la lidia y le produjo una fuerte golpe en la rodilla derecha, y minutos m¨¢s tarde lo volte¨® de manera espeluznante cuando lo muleteaba con la mano derecha. El toro luc¨ªa unas perchas de miedo, astifinas como agujas, y lo tuvo a su merced para da?arlo gravemente. Pero, sin duda, las im¨¢genes de su hermandad sevillana le hicieron un quite milagroso. (Lo que es tener una recomendaci¨®n en las alturas¡)
MONTALVO/MAR?N, L. DAVID, AGUADO
Toros de Montalvo, -el tercero, devuelto-, bien presentados, mansos, blandos y muy nobles; el cuarto, inv¨¢lido. El sobrero, de Luis Algarra, cornal¨®n y muy astifino, manso y descastado.
Gin¨¦s Mar¨ªn: estocada _aviso_ (oreja); pinchazo y estocada _aviso_ (silencio).
Luis David: estocada _aviso_ (petici¨®n y vuelta); bajonazo (silencio).
Pablo Aguado: pinchazo y bajonazo (silencio); estocada que hace guardia y dos pinchazos (ovaci¨®n). Fue atendido de una contusi¨®n en la regi¨®n frontal izquierda y en el primer dedo de la mano derecha, puntazo corrido en gl¨²teo derecho y esguince de ligamento en la rodilla derecha. Pron¨®stico leve.
Plaza de Las Ventas. 18 de mayo. Quinta corrida de feria. Casi lleno (21.150 espectadores, seg¨²n la empresa).
Antes de todo esto, Aguado dej¨® su sello en un quite en el primer toro de Luis David. Y el asunto fue que dibuj¨® una ver¨®nica, solo una, majestuosa, excepcional, monumental, -sin exageraci¨®n andaluza- de esas que son por s¨ª solas un cartel de toro.
Despu¨¦s, ocurri¨® que su toro de Montalvo fue devuelto por inv¨¢lido y sali¨® el sobrero de Algarra, que destacaba por una cornamenta de ¨¦poca. Manse¨® en el caballo, acudi¨® sin ganas a los banderilleros y se mostr¨® soso y sin casta en el tercio final. Aguado intent¨® muletearlo a media altura, sali¨® solo con un varetazo de la dram¨¢tica voltereta y lo mat¨® tan mal como ha quedado reflejado; claro que los pitones impon¨ªan desde la grada, lo que no lo justifica pero s¨ª explica.
Y en el sexto se produjo un intento de transfiguraci¨®n que no acab¨® en milagro. El toro de Montalvo, bueno de coraz¨®n, flaqueaba en demas¨ªa. Aguado brind¨® al p¨²blico, y permiti¨® que Madrid gozara de algunas gotas de su particular¨ªsima concepci¨®n del toreo
A la anochecida ya, bajo el foco de las luces, deleit¨® con unos muletazos a media altura, lent¨ªsimos, un prodigio de suavidad de esos que hacen honor al toreo eterno. No hubo emoci¨®n, pero s¨ª gozo y belleza.
Los toros corridos en los dos primeros lugares lucieron un pit¨®n izquierdo para hacer el toreo de verdad.
Gin¨¦s Mar¨ªn le cort¨® una oreja al suyo, noble y generoso, que embisti¨® a la muleta humillado y con fijeza, y los naturales de la primera tanda brotaron henchidos de belleza y profundidad. Se vino arriba el torero, algo displicente hasta entonces, y continu¨® toreando con galanura por ese lado. Unas ce?idas bernardinas finales le permitieron so?ar con un trofeo si la espada entraba a la primera, y as¨ª sucedi¨®. Cobr¨® una buena estocada y pase¨® la oreja. Conclusi¨®n: el buen toro mereci¨® una faena m¨¢s completa. Ese pit¨®n izquierdo llevaba colgando un cortijo y Gin¨¦s se conform¨® con un apartamento en la playa. ?l all¨¢, pero toros as¨ª no salen todos los d¨ªas en Madrid. Solo pudo justificarse ante el inv¨¢lido cuarto, que debi¨® ser devuelto a los corrales.
Otra oreja estuvo a punto de cortar el mexicano Luis David. No es un dechado de inspiraci¨®n torera, y eso cuenta en su contra a la hora de la actitud del respetable, pero ciertamente estuvo muy bien en el segundo de la tarde. Traz¨®, primero, cuatro ver¨®nicas estupendas a poco de que el toro saltara al ruedo, y, despu¨¦s, respondi¨® al destello de Aguado con unas vistosas zapopinas. Y luego m¨¢s; no m¨¢s zapopinas, pero s¨ª aprovech¨® de la mejor manera la buena condici¨®n de su oponente, y tras unos vulgares derechazos, dibuj¨® dos buenas tandas de naturales que supieron a gloria por la buena calidad del toro y las maneras del torero. La labor result¨® larga y, al final, un poco cansina. Noble tambi¨¦n fue el quinto, pero Luis David estuvo en su nivel habitual.
?C¨®mo estar¨ªa ayer Sevilla! Pendiente del televisor, con los ojos en su Pablo¡ ?C¨®mo quieren que estuviera¡?
Babelia
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