Turbulencias en el rejoneo
Andy Cartagena y Sergio Gal¨¢n cortaron sendas orejas en una tarde muy aburrida
La muy prestigiosa Feria de San Isidro no merece un espect¨¢culo de rejoneo como el de ayer. Aburrido e insufrible son algunos de los calificativos que se le podr¨ªan aplicar por el juego desarrollado por los toros y las actuaciones de los caballeros.
Ya es hora de que se jubilen los toros de Ferm¨ªn Boh¨®rquez aunque cuesten m¨¢s baratos que otros; y m¨¢s de un rejoneador debiera ir pensando en el descanso a tenor del aburrimiento que provocan sus actuaciones. Practican el mismo rejoneo desde que tomaron la alternativa, no aportan nada nuevo al espect¨¢culo, las mismas piruetas, los mismos trucos, las mismas carencias. Y los espectadores se aburren una barbaridad.
As¨ª, entre unos y otros est¨¢n acabando con un espect¨¢culo que ha protagonizado p¨¢ginas gloriosas del toreo a caballo. Hay que acabar de una vez con ese torete desmochado parado y descastado que m¨¢s bien parece un juguete mec¨¢nico y sin vida, y sustituirlo por un toro de verdad aunque est¨¦ despuntado. Con los toros de ayer no hay toreo.
BOH?RQUEZ/CARTAGENA, GAL?N, ROMERO
Toros despuntados para rejoneo de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, mal presentados, mansos, parados y nobles. Destac¨® el quinto por su movilidad.
Andy Cartagena: rejonazo contrario y bajo (ovaci¨®n); pinchazo y rejonazo trasero (oreja).
Sergio Gal¨¢n: rejonazo trasero (ovaci¨®n); rejonazo (oreja).
Andr¨¦s Romero: pinchazo y rejonazo trasero (silencio); pinchazo hondo y trasero (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas. 19 de mayo. Sexta corrida de feria. Casi tres cuartos de entrada (15.568 espectadores, seg¨²n la empresa).
Y la labor de los rejoneadores suena a pel¨ªcula antigua, conocida y vista cientos de tardes.
Andy Cartagena cort¨® una oreja gracias a los n¨²meros circenses de sus caballos y no a su torer¨ªa. Mejor estuvo Sergio Gal¨¢n, sobre todo ante el codicioso quinto; destac¨® en los pares de banderillas a dos manos, y dej¨® retazos de su superioridad t¨¦cnica; y Andr¨¦s Romero, de la escuela de Ventura, espectacular y animoso, estuvo muy poco acertado.
?Emoci¨®n o enso?aci¨®n?
El buen toreo -el bueno de verdad- es un destello de luz tan fulgurante que hipnotiza, deslumbra y arrebata.
Y se da a conocer con tan escasa frecuencia que la plaza entera guarda silencio cuando se hace presente, los sentidos se afilan y se agitan los corazones.
Algo as¨ª sucedi¨® el s¨¢bado cuando Pablo Aguado ense?¨® su torer¨ªa y cont¨® el pr¨®logo de una tauromaquia eterna, cl¨¢sica y conmovedora.
?Emoci¨®n? Si lo de Las Ventas fue emoci¨®n, grado m¨¢ximo de la belleza, ante un toro de nobleza pastoril y muy escasa fortaleza, ?c¨®mo habr¨ªa que calificar lo acaecido d¨ªas antes en la Maestranza, que fue toda una explosi¨®n de arte supremo?
Los detalles de Aguado fueron precisos y preciosos, pero detalles al fin que supieron, eso s¨ª, a gloria bendita por desconocidos y deslumbrantes.
La silente y entendida afici¨®n madrile?a disfrut¨®, y de qu¨¦ modo, con una suerte de fantas¨ªa, un aperitivo, unas gotas del arte del toreo. Conoci¨® lo que se podr¨ªa llamar una enso?aci¨®n de la belleza.
Pablo Aguado es m¨¢s. O eso, al menos, fue lo que demostr¨® en Sevilla. Madrid solo pudo so?ar el toreo con unas pinceladas m¨¢gicas. Ojala pronto le salga un toro de encastada nobleza y el sevillano pueda desgranar los cap¨ªtulos centrales -y verdaderamente emocionantes- de un arte para que el parece elegido desde su nacimiento.
La corrida del lunes
Babelia
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