Una novela de campus (gay) en tiempos de guerra
Alan Hollinghurst vuelve al Oxford de los a?os cuarenta en 'El caso Sparsholt' para reflejar el cambio hist¨®rico de las relaciones entre hombres a trav¨¦s de un esc¨¢ndalo
El a?o 1946, Philip Larkin public¨® su primera novela, una deliciosa novela de campus en tiempos de guerra llamada Jill. Narraba Larkin en Jill su propia experiencia como estudiante en Oxford a principios de los cuarenta, es decir, mientras las tropas de Hitler asediaban Londres. El poeta ten¨ªa 21 a?os cuando la escribi¨® y hasta la fecha era una de las pocas novelas ambientadas en ese momento y lugar y quiz¨¢ es por eso por lo que apenas se conoce el papel que jug¨® Oxford como retaguardia durante la ¨¦poca. Que partes de la universidad de Londres se trasladaron all¨ª y que los estudiantes hac¨ªan guardias por la noche para alertar de bombardeos. Tambi¨¦n, que muchos de ellos pasaron fugazmente por la universidad, porque se les reclutaba y ten¨ªan que dejarlo todo. Uno de ellos es el ficticio David Sparsholt, protagonista de la ¨²ltima novela de Alan Hollinghurst, El caso Sparsholt (Anagrama), como Jill, una novela de campus en tiempos de guerra, y no solo eso.
Hollinghurst (Stroud, Gloucestershire, Reino Unido, 1954), miembro, como Martin Amis y Julian Barnes, de la prodigiosa generaci¨®n Granta brit¨¢nica que ya cuenta con un Nobel en sus filas (Kazuo Ishiguro), pas¨® nueve a?os en el Oxford de los setenta, escuchando historias de aquella ¨¦poca, y tambi¨¦n, de la ¨¦poca en la que se pod¨ªa ir a la c¨¢rcel por tener una relaci¨®n homosexual, la ¨¦poca anterior a 1967, cuando se despenaliz¨®. El escritor es adalid de un g¨¦nero ¨Cel de la literatura gay¨C hoy afortunadamente en desuso, asegura. "Todo se ha normalizado tanto que ha dejado de etiquet¨¢rsenos¡±, dice. Amante de los personajes con dobles vidas ¨C¡°no puedo evitarlo, soy G¨¦minis¡±, bromea¨C, decidi¨® que contar¨ªa a la vez las dos historias e inventar¨ªa su propio esc¨¢ndalo, inspirado en el llamado caso Profumo, el affaire que en 1963 tuvo el ministro de guerra brit¨¢nico John Profumo con una bailarina que era amante de un esp¨ªa ruso y que acab¨® poniendo en jaque al Gobierno.
Quer¨ªa que la novela funcionase como funciona nuestra memoria, con huecos que no tenemos otro remedio que llenar a partir de lo que otros han dicho Alan Hollinghurst
Hay cinco marcos temporales en la historia y el esc¨¢ndalo los recorre todos ¨Ca excepci¨®n del primero, en el que se presenta al dionis¨ªaco David, del que todos, incluido el narrador de ese primer tramo, acaban perdidamente enamorados¨C, sin que se lo trate de forma directa. ¡°Quer¨ªa que la novela funcionase como funciona nuestra memoria, con huecos que no tenemos otro remedio que llenar a partir de lo que otros han dicho, o de algo que se recuerda vagamente, o que es solo un rumor¡±, dice el escritor. Es un d¨ªa de mayo en Barcelona y Hollinghurst charla ante una ensalada de quinoa. ¡°Tambi¨¦n me interesaba qu¨¦ ocurre con la idea de la reputaci¨®n. Lo dif¨ªcil que es gan¨¢rsela y lo f¨¢cil que es perderla. Y no solo pienso en David, pienso tambi¨¦n en el personaje del escritor de la novela, Dax¡±. A. V. Dax es, adem¨¢s del padre de uno de los amantes de David, un escritor al nivel de George Orwell o Rebecca West cuando arranca la novela.
?Y luego? Luego desaparece. ¡°Est¨¢ inspirado en Charles Morgan, un escritor ingl¨¦s que en la d¨¦cada de los treinta era famos¨ªsimo, y que para los sesenta hab¨ªa desaparecido¡±. ?Es ingrata la fama con el escritor, est¨¢ uno todo el tiempo al borde del abismo del olvido sin saberlo? ¡°Por supuesto. Y es algo que me resulta incomprensible. Supongo que esa parte de la novela me interpela directamente sobre el asunto¡±, contesta. Aunque ese es solo uno de los flecos de la historia. El centro es la manera en que han evolucionado las relaciones homosexuales en Inglaterra ¨Cy por extensi¨®n, Occidente¨C desde los a?os cuarenta. ¡°Me interesaba much¨ªsimo reflejar el cambio hist¨®rico en ese sentido, c¨®mo se pas¨® de la clandestinidad m¨¢s absoluta a algo p¨²dicamente privado y c¨®mo se ha llegado hasta el momento completamente p¨²blico de hoy¡±, dice, admitiendo que hab¨ªa algo en aquella vida ¡°secreta¡± que resultaba ¡°excitante¡±.
S¨ª, hay cierta nostalgia en alguno de los personajes, por un tiempo pasado que no fue mejor pero que, visto desde ahora, les parece ¡°especial¡±. ¡°Tengo amigos mayores que echan de menos aquella clandestinidad. Por supuesto, no la clandestinidad penada, pero s¨ª la que vino despu¨¦s, esa que depend¨ªa del qu¨¦ dir¨¢n y que les impel¨ªa a reunirse en determinados lugares, alejados de la mirada del otro¡±, asegura. Admite tambi¨¦n que Johnny, el hijo de David Sparsholt, tiene ¡°mucho¡± de s¨ª mismo. ¡°Ha crecido en el mismo periodo que yo, y es, como yo, hijo ¨²nico, un tema que siempre me ha interesado tratar en todo lo que he escrito, porque creo que existe una relaci¨®n especial entre padres e hijos ¨²nicos. Y podr¨ªa decirse que la que tiene Johnny con los suyos en ese sentido es id¨¦ntica a la que tengo yo con los m¨ªos¡±, dice el escritor, que nunca dese¨® tener hermanos precisamente para no romper eso tan especial que ten¨ªa con sus padres. ?Y otros referentes, adem¨¢s de Jill, a la que homenajea descaradamente, en la novela? ¡°Penelope Fitzgerald, sin duda¡±, concluye.
Babelia
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