Inteligente Emilio de Justo
El torero extreme?o cort¨® una oreja de peso a una muy desigual corrida de Victorino Mart¨ªn
Victorino Mart¨ªn / Chac¨®n, Luque, De Justo
Toros de Victorino Mart¨ªn, justos de presentaci¨®n, de juego muy desigual en los caballos y blandos; peligroso el primero; noble y descastado el segundo; inv¨¢lido el tercero; noble el cuarto; soso el quinto y encastado el sexto.
Octavio Chac¨®n: estocada (silencio); estocada baja ¡ªaviso¡ª (silencio). Daniel Luque: estocada trasera y ca¨ªda ¡ªaviso¡ª (ovaci¨®n); media ¡ªaviso¡ª y tres descabellos (silencio).
Emilio de Justo: dos pinchazos y estocada ¡ªaviso¡ª (silencio); estocada muy baja (oreja).
Plaza de Las Ventas. 29 de mayo. Decimosexta corrida de feria. Lleno (22.014 espectadores, seg¨²n la empresa). Asisti¨® el rey em¨¦rito Juan Carlos, a quien los toreros brindaron sus primeros toros.
Lo mejor lleg¨® al final de la mano de Emilio de Justo, que parece dispuesto a sorprender cada d¨ªa por su inteligencia, su conocimiento, gallard¨ªa, arrestos y expresi¨®n de torero de una pieza.
La tarde se escapaba de las manos cuando el extreme?o dibuj¨® tres ver¨®nicas y tres medias sencillamente excelsas, que valieron por todo el festejo. Ese toro sexto se dej¨® simplemente en el caballo y sin ofrecer un gran juego en banderillas fue la ocasi¨®n propicia para que Morenito de Arles colocara dos estupendos pares, excepcional el segundo, le acompa?ara en buen tono su compa?ero P¨¦rez Valcarce y ?ngel P¨¦rez se luciera con el capote momentos antes, adem¨¢s, de que sufriera una espectacular voltereta de la que sali¨® milagrosamente ileso.
Los tres saludaron por exigencias de un p¨²blico entregado a su torer¨ªa.
Brind¨® De Justo al respetable y volvi¨® a la plaza el runr¨²n de los momentos especiales. Y as¨ª fue. El torero se plant¨® en los medios y cit¨® de largo con la muleta en la mano izquierda. Y ah¨ª comenz¨® un recital de firmeza, seguridad y buen toreo con los tendidos entusiasmados. Algunos naturales fueron extraordinarios, henchidos de mando, ante un toro que embest¨ªa de manera desigual. Hubo dos tandas m¨¢s por la derecha ¡ªgrande, grande la segunda¡ª y unos naturales finales de frente con la plaza volcada, ante la capacidad de un torero en quien est¨¢n puestas todas las esperanzas.
La estocada final cay¨® muy baja y se le concedi¨® la oreja por aclamaci¨®n popular. Ya se sabe que anta?o el premio hubiera sido una clamorosa vuelta al ruedo, porque la faena, adem¨¢s, no fue completa de principio a fin, pero s¨ª plena de tensi¨®n por el compromiso y la capacidad del torero.
Eso fue lo mejor ¡ªpoco para lo que se esperaba¡ª el d¨ªa de la celebraci¨®n del centenario del encaste de Albaserrada. Cuanta m¨¢s expectaci¨®n crea una corrida m¨¢s son las posibilidades de que el p¨²blico se sienta decepcionado. Victorino es una marca de prestigio y de sus toros se espera siempre matr¨ªcula de honor. Pero los toros, como todo hijo de vecino, no siempre responden a las expectativas de sus criadores.
Los de esta tarde, ciertamente, no aprobaron el exigente examen de encastada nobleza que se les supone a las reses de este afamado hierro; unas, por alima?a, como el primero; otras, por noble soser¨ªa, y casi todas por el juego desigual ¡ªazul oscuro casi negro¡ª que a nadie satisface y, en primer lugar, a los toreros. Toros que embisten sin gracia, ahora, s¨ª, ahora, no; humillado y con la cara alta a partes iguales, de corto recorrido casi siempre, si bien superaron la prueba el cuarto por su nobleza y el sexto por su casta.
No estuvo bien Octavio Chac¨®n, pero mejor de lo que el p¨²blico quiso ver. Fue aplaudido el toro primero en el arrastre, una aut¨¦ntica alima?a, y se silenci¨® la labor del torero, que trag¨® quina, aguant¨® miradas indeseables y pas¨® un mal rato. ?Era ese toro merecedor de ovaci¨®n? No, de ninguna manera; ni el torero de la displicencia con la que se le trat¨®. No estuvo fino, es verdad, ante el noble cuarto, muy castigado en varas y que mereci¨® mejor trato en la muleta. Chac¨®n alarg¨® mucho la faena y no encontr¨® el camino que buscaba, quiz¨¢ por una permanente soser¨ªa de su oponente que impidi¨® el lucimiento.
Y aseado se le vio a Daniel Luque, con las ideas m¨¢s claras que en actuaciones precedentes. Muy dispuesto ante su descastado primero y cumplidor ante el parado quinto.
Conclusi¨®n: no es f¨¢cil enjuiciar con acierto a los toros de Victorino, variados y desiguales en casi todo, a pesar de que muchos espectadores se consideren m¨¢s ¡°toreros¡± que los de luces. Ya se sabe lo bien que se ven los toros desde la barrera. Y no digamos desde el tendido.
La corrida del jueves
Toros de Adolfo Mart¨ªn para Manuel Escribano, Rom¨¢n y Roca Rey.
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