?Qui¨¦n dijo miedo¡!
Dign¨ªsima actuaci¨®n de todos los toreros ante una complicada corrida de Jos¨¦ Escolar
Escolar / Roble?o, Del Pilar, S¨¢nchez
Toros de Jos¨¦ Escolar, bien presentados, cumplidores en los caballos ¡ªbravos, segundo y quinto¡ª, descastados, deslucidos, broncos y peligrosos.
Fernando Roble?o: cuatro pinchazos ¡ªaviso¡ª dos pinchazos y cuatro descabellos (silencio); estocada ¡ªaviso¡ª y un descabello (petici¨®n y vuelta).
G¨®mez del Pilar: ¡ªaviso¡ª pinchazo y media (ovaci¨®n); pinchazo, media tendida ¡ªaviso¡ª y un descabello (ovaci¨®n).
?ngel S¨¢nchez: casi entera tendida (ovaci¨®n); casi entera tendida ¡ªaviso¡ª y un descabello (palmas).
Plaza de Las Ventas. 28 de mayo. Decimoquinta corrida de feria. Tres cuartos de entrada (18.024 espectadores, seg¨²n la empresa).
El primer toro de la tarde mostr¨® sus credenciales a poco de pisar el ruedo: ven¨ªa dispuesto a aprobar con nota un curso acelerado sobre c¨®mo meter miedo a los toreros en menos de cinco minutos.
Embisti¨® con la cara alta y de pocos amigos al capote de Roble?o, que volaba a su antojo en otra tarde de vendaval vente?o. Manse¨® sin escr¨²pulo ante el cite del picador, y as¨ª consider¨® que hab¨ªa aprobado el primer cuatrimestre. A continuaci¨®n, se present¨® en banderillas con el temario aprendido y la cuadrilla pas¨® las de Ca¨ªn. Y cuando Roble?o tom¨® la muleta, Patoso, tal era su nombre, estaba preparado para el examen final con todos los honores.
El mal rato que pas¨® el torero para su historia queda. Primero, busc¨® el mejor terreno, como si en la geograf¨ªa estuviera la soluci¨®n del problema. Comenz¨® en el sol, volvi¨® a la sombra y acab¨® en el sol y sombra, y todo ante un toro con muy malas pulgas que lo miraba sin que quedara claro si estaba estudiando al hombre o radiografi¨¢ndolo. Se negaba a pasar y cuando lo hac¨ªa, a rega?adientes, se revolv¨ªa con celeridad e intenciones de lanzarlo al espacio. Sufri¨® Roble?o un par de desarmes, err¨® repetidamente en la suerte suprema, no gan¨® para muletas, pero sali¨® con vida del peligroso envite. ?Y el toro? Sobresaliente cum laude en meter miedo.
Hay que tener mucho valor ¡ªo necesidad en grado sumo¡ª para anunciarse con este tipo de corridas. No est¨¢ claro si se busca la gloria o llegar al hotel sano y salvo, y con la conciencia tranquila. No son toros para la lidia moderna ni para el aficionado ni el espectador de hoy. Son la ant¨ªtesis del toro artista; es el toro primitivo en estado puro, que sabe y aprende con rapidez, conoce pocas lecciones de nobleza y vende cara su vida.
M¨¢s desahogado pudo estar, no obstante, Roble?o ante el cuarto, de mejor condici¨®n que su hermano de camada, pero de corto recorrido y pensamiento impuro, al que le rob¨® un manojo de muletazos de calidad, fruto de la hombr¨ªa torera del madrile?o -que es mucha- m¨¢s que de la casta de su oponente. No fue faena de oreja, como algunos pidieron, pero s¨ª indicativa del pundonor y la categor¨ªa de un torero con may¨²sculas.
De rodillas en los medios recibi¨® G¨®mez del Pilar a su primero. Heroicidad se llama eso despu¨¦s de haber visto el juego del primero de la tarde. Sali¨® con bien del compromiso y a¨²n pudo trazar algunos capotazos que elevaron la tensi¨®n del festejo. El toro acudi¨® de largo al caballo y empuj¨® en los dos encuentros, pero, descontento con su aparente bravura, se dispuso a pasar a la historia con un tercio de banderillas para el recuerdo de la cuadrilla. Esper¨®, midi¨®, cort¨®, recort¨®, persigui¨® y acongoj¨® con toda la raz¨®n a los toreros, que a duras penas pudieron dejar en su lomo cuatro garapullos.
Cuando G¨®mez del Pilar lo cit¨® por primera vez con la muleta se llev¨® la mano izquierda al cuello de la camisa, detalle suficiente para adivinar que no le llegaba al cuerpo. Aguant¨® coladas, se coloc¨® en el sitio justo, trag¨® saliva y qued¨® como un t¨ªo en un mar de dificultades.
Y volvi¨® a arrodillarse en el mismo sitio a la salida del quinto, un aut¨¦ntico pavo?con dos perchas?de miedo. Volvi¨® a demostrar Del Pilar que le sobra valor. Bravo fue el toro en el piquero, y con fiereza inici¨® su paso por el tercio final. Otro experto en radiograf¨ªas, no embest¨ªa antes de hacer un esc¨¢ner del torero, al que le complic¨® la vida de principio a fin.
Y grande, muy grande, el m¨¢s joven, un aguerrido ?ngel S¨¢nchez, que se jug¨® materialmente los muslos ante el tercero, y pudo incluso lucirse en algunos compases por ambas manos. Ante el sexto, el m¨¢s blando, se justific¨® sobremanera. Merece mejor suerte este torero.
Saludaron Ra¨²l Ruiz, Fernando S¨¢nchez, Iv¨¢n Aguilera y Pedro Cebadera en una tarde ingrata en la que todos los toreros -inmenso Iv¨¢n Garc¨ªa en un par y con el capote- rayaron a gran altura.
La corrida del mi¨¦rcoles
Toros de Victorino Mart¨ªn, para Octavio Chac¨®n, Daniel Luque y Emilio de Justo.
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