En un mercado persa
Mi mayor sorpresa durante la larga tarde y noche del recuento fue la pertinaz incomparecencia del l¨ªder de Podemos
1. Bonaparte
Si alguien alguna vez me hubiera pronosticado que un d¨ªa usar¨ªa una expresi¨®n de Adriana Lastra, portavoz del grupo parlamentario del PSOE, para titular mi Sill¨®n de Orejas, habr¨ªa pensado que iba pasado de porros. Pero la vida es imprevisible. Y, adem¨¢s, vaya en mi descarga que la aguerrida portavoz utiliz¨® a su vez el t¨ªtulo de la c¨¦lebre composici¨®n de Albert William Ket¨¨lbey ¡ªque todos hemos escuchado, al menos como ¡°ex¨®tica¡± m¨²sica de fondo¡ª para ponerle nombre a los inevitables chalaneos entre partidos para hacerse con los gobiernos de Ayuntamientos y comunidades.
Mi mayor sorpresa durante la larga tarde y noche del recuento estuvo motivada no por c¨®mo se iban desvaneciendo paulatinamente las esperanzas de que en la capital del Estado (por ahora) gobernaran las izquierdas ¡ªaunque, al parecer, y gracias al mercadeo persa, puede que a¨²n no est¨¦ todo contado, pesado y dividido, seg¨²n el c¨¦lebre Mane Tekel Fares inscrito a fuego en el muro durante el fest¨ªn de Baltasar¡ª, sino por la pertinaz incomparecencia del l¨ªder de Podemos, a quien llegu¨¦ a imaginarme con su poblada cabeza introducida en un inodoro de su sede mientras en su tele abducida silenciaban durante bastante tiempo su (nuevo) fracaso. Y es que, como le dijo el mism¨ªsimo demonio al narrador de ¡®El jugador generoso¡¯, uno de los Petits po¨¨mes en prose de Baudelaire, ¡°la m¨¢s bella astucia del diablo es la de persuadiros de que no existe¡±.
El peque?o Bonaparte de la llamada ¡°formaci¨®n morada¡± (no se pierdan, para comparar original y copia, la biograf¨ªa Bonaparte, de Patrice Gueniffey, cuyo primer volumen ha publicado el FCE), a quien el diablo parece haber enga?ado de nuevo asegur¨¢ndole que lo estaba haciendo muy bien, y que ante ¨¦l se abr¨ªa un brillante porvenir pisando alfombra ministerial, tard¨® una eternidad en manifestarse ante el p¨²blico. Y cuando lo hizo, volvi¨® a producirse como el viejo doctor Diafoirus, aquel inolvidable personaje de El enfermo imaginario, de Moli¨¨re, que envolv¨ªa su ignorancia acerca de las enfermedades en una ch¨¢chara imposible. Solo donde Podemos ha gobernado con su antiguo gancho de izquierda consecuente (C¨¢diz), o donde sus hoy exmilitantes han mostrado vicariamente su inicial transversalidad (M¨¢s Madrid), sus resultados fueron satisfactorios, aunque no lo suficiente para sumar con el PSOE. En otro pa¨ªs menos port¨¢til, el se?or Iglesias presentar¨ªa su dimisi¨®n irrevocable y no esperar¨ªa a que los ¡°inscritos y las inscritas¡± se lo pidieran para poder refundar sin lastres un partido que despert¨® tanta ilusi¨®n. Eso sin hablar del impresentable tuit del villano Monedero ¡ªun aprendiz de Zhd¨¢nov que viene suministrando a sobrevienta teor¨ªa y b¨¢lsamo al bonapartismo podemita¡ª en el que acusaba a Errej¨®n de contubernio con las cloacas. Y mientras en la izquierda casi todo el espacio constitucionalista se lo lleva la socialdemocracia, en la derecha ya ¡°han pasao¡±, como cantaba Celia G¨¢mez y ahora quiz¨¢ tambi¨¦n Hermann Tertsch, su colega Nigel Farage (cada vez m¨¢s id¨¦ntico al mu?eco Fats de Magia, la pel¨ªcula de Richard Attenborough) y el resto de sus compa?eros de la extrema derecha europea.
2. Musical
Tuve un sue?o. La LXXVIII Feria del Libro de Madrid era el monumental escenario de una comedia musical en la que los danzarines eran los equipos salientes y entrantes de comunidad y Ayuntamiento. Ambiente suave y colorido (?y respetuoso con el medio ambiente!), como si se tratara de una escena de La ciudad de las estrellas (La La Land, de Damien Chazelle), en la que Carmena, Gabilondo y Pepu ¡ªvestidos en diferentes tonalidades de rojo¡ª, Villac¨ªs y Garrido ¡ªella de naranja, ¨¦l de azul anaranjado¡ª, D¨ªaz Ayuso y Mart¨ªnez Almeida ¡ªde azulete falange¡ª bailaban rodeados de libreros ataviados con llamativos trajes de todos los colores del arco iris. En medio, rodeando a Manuel Gil, el director de la Feria, ataviado (y agobiado) como Ryan Gosling, y a la reina Letizia (tambi¨¦n vestida, como no pod¨ªa ser de otra manera) en plan Emma Stone, editores, distribuidores, autoeditores, youtubers, autores, influencers, cada colectivo vestido con su color distintivo; y largas colas de visitantes chasqueando los dedos y agitando los pies al son de la m¨²sica jazzy (la bachata vendr¨¢ despu¨¦s) ante resplandecientes casetas de atrezo forradas por los cerca de 80.000 t¨ªtulos publicados en el ¨²ltimo a?o.
?Ah!, ?el libro, el libro, la gloria del libro! Y el m¨¦rito de los lectores: con casi 4 horas diarias de media ante la televisi¨®n y 61 horas semanales (seg¨²n la plataforma Certideal) dedicadas a los dispositivos m¨®viles, el verdadero milagro es que a¨²n nos quede tiempo para leer y/o fornicar. Si todav¨ªa aman los libros, lean lo que otros amantes menos ocupados por las pantallas dijeron sobre ellos en Del vicio de los libros (Trama), una antolog¨ªa de textos de W. E. Gladstone, Edith Wharton, Theodore Roosevelt, Lewis Carroll, William Roberts y Virginia Woolf seleccionados por I?igo Garc¨ªa Urreta. Y respecto al final de mi sue?o, s¨®lo recuerdo haber escuchado repetidas veces al coro de los feriantes repitiendo r¨ªtmicamente du-du¨¢, du-du¨¢.
3. Breves
Algunas recomendaciones de buenas ficciones breves. En primer lugar, El oasis (Impedimenta), una novelita sat¨ªrica en clave ¡ªen realidad un cuento filos¨®fico¡ª, de Mary McCarthy, en la que, con fondo de comuna ut¨®pica, se examinan los desgarros y discordias ideol¨®gicas de la izquierda intelectual norteamericana de posguerra. A completar con Memorias de una joven cat¨®lica (reeditado en Lumen), tambi¨¦n de Mary McCarthy, una de las m¨¢s sinceras autobiograf¨ªas de juventud que he le¨ªdo. Relatos de vida y paisaje (Abada) re¨²ne (editados por Juan Barja y Juan Calatrava) cuentos y otros escritos de Edgar Allan Poe con ¨¦nfasis en la naturaleza, los jardines y el paisaje. En las cuatro magn¨ªficas historias de Gente que conoc¨ª en los sue?os (N¨®rdica; ilustraciones de Mo Guti¨¦rrez Serna), Luis Mateo D¨ªez da rienda suelta a su vena m¨¢s on¨ªrica y fantasmag¨®rica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.