Julia Holter, Janelle Monae... las mujeres toman el Primavera Sound
La apuesta femenina triunfa en un viernes en el que el reguet¨®n comenz¨® a ganar espacio
La paridad que este a?o muestra el Primavera Sound en el cartel se tradujo durante la jornada del viernes en la posibilidad de hacer circuitos de conciertos en los que las mujeres eran protagonistas. Y no era necesario realizar una opci¨®n ideol¨®gica para enhebrar estos conciertos, hilados, al margen de la condici¨®n de sus protagonistas, por su mero peso art¨ªstico, incontestable. Fue as¨ª como en un festival que aturde por su oferta, entrar al Primavera al albur se parece mucho a la primera vez que una persona se conecta a internet, la opci¨®n de navegar en femenino fue una opci¨®n que bien pod¨ªa comenzar con Julia Holter y acabar en el mundo completamente opuesto de la Zowi. Como se proclama desde la propia organizaci¨®n, no hay un festival, hay dentro del Primavera todos los festivales que cada persona desee. O casi.
Cae la tarde y la primera sorpresa no es art¨ªstica: la enorme extensi¨®n verde sint¨¦tico que alfombra el festival est¨¢ vac¨ªa, no s¨®lo de personas. El vender vasos a los usuarios, al margen de su discutible sentido ¨¦tico, tiene una ventaja: no se ve ninguno por el suelo. S¨®lo cuestan un euro, pero como cada vaso lleva el cartel de diferentes ediciones del festival, se guardan como souvenir que permite rememorar ediciones pret¨¦ritas, hincar el pecho y decir, como Beyonc¨¦, ¡°I was here¡±, estuve aqu¨ª. Los vasos, claro est¨¢, pueden entrar en el recinto, no as¨ª la crema solar, a efectos de seguridad una botella con l¨ªquido y tap¨®n, a efectos del usuario un l¨ªquido tan prohibido en los accesos como la ketamina. Cosas veredes que har¨¢n hablar a la piedras, que dec¨ªa el cl¨¢sico.
En el acceso al Auditorio la sustancia peligrosa se llama bocadillo, que hay que depositar en la entrada por mor que alguien llene de migas las butacas. All¨ª despleg¨® Julia Holter uno de los conciertos de la jornada. Para disfrutarla no hace falta tener dos licenciaturas, pero cuando la escuchas explicar su m¨²sica y, m¨¢s a¨²n, hacerla, hay personas que lo pueden pensar. Y no, teniendo referencias aproximadas como Laurien Anderson o Kate Bush, la californiana se maneja en un pop que huye de la estructura convencional de canci¨®n, aborda los acordes m¨¢s insospechados, nunca sigue la melod¨ªa que podr¨ªa esperarse y colorea sus composiciones con imaginativos arreglos de trompeta, viol¨ªn, contrabajo y sonidos digitales. Su voz, excelente, clara y definida, tampoco aborda l¨ªneas mel¨®dicas consabidas, salvo en las canciones por las que merece la pena pensar en lo innecesario de las licenciaturas como Words I Heard, I Shall Love?o Feel You, peque?o bot¨®n de muestra del brillant¨ªsimo cancionero que arm¨® con elementos de m¨²sica de c¨¢mara, jazz, pop cinematogr¨¢fico y un talento que no precisa del reconocimiento masivo para encontrar su sentido.
Regalo a la imaginaci¨®n de?Janelle Monae
Quien s¨ª va a conseguir ese reconocimiento fue una dama que se ajusta perfectamente a un refr¨¢n catal¨¢n que dice que en el bote peque?o es donde est¨¢ la buena confitura. Janelle Monae no es grande y rotunda como Beyonc¨¦ y su cuerpo recuerda por tama?o al de Prince, uno de sus grandes referentes, a quien casi casi plagia en canciones como Make Me Feel. El funk es la base de Janelle Monae, que despleg¨® un espect¨¢culo coreogr¨¢fico en el que el imaginativo vestuario jug¨® un vistoso papel alternando cuadros rojos, blancos y negros en prendas de resonancias entre circenses y militares, que desfilaron por escena como en una pasarela de moda. Dominadora, el escenario estaba concebido para que ella fuese siempre su pin¨¢culo, reivindicando la existencia y sentido de todas las opciones sexuales, ella es un icono ¡°queer¡±, y envolvi¨¦ndolo todo en un concepto de espect¨¢culo muy norteamericano, su ¨²ltima pieza, ¡°Come alive¡± ya como bis, dur¨® una eternidad en su sucesi¨®n de coros y su posterior ba?o de masas, Janellle puso la punci¨®n bailable, la pizca de ritmo que es precisa para que un concierto salga de la introspecci¨®n al espacio compartido del baile y de las caricias con la pareja, sugeridas por ella misma desde escena. Pura polvorilla en un buen y entretenido concierto al que s¨®lo le falt¨® m¨¢s profundidad, m¨¢s densidad, una caricia quiz¨¢s menos epid¨¦rmica.
Los bocadillos y las cremas solares est¨¢n proscritos en la entrada. Nadie tira los vasos al suelo: cuestan un euro y sirven de recuerdo
Trap con desgana
Justo en el lado opuesto del recinto, all¨ª donde sobrevive el trap comisariado por Yung Beef, el vestuario fue tambi¨¦n noticia en el caso de Somadamantina, aunque por omisi¨®n. La esquiva trapera actu¨® s¨®lo con botas altas de lentejuelas y unas exiguas braguitas, con el cabello cubriendo, ora s¨ª, ora no, sus pechos. Ante una escas¨ªsima concurrencia despach¨® temas como Olv¨ªdate de m¨ª, Margarita?o Punto G, con esa dicci¨®n a c¨¢mara lenta que recuerda a Hal 9.000 a medida que era desconectado. Palabras arrastradas dichas con aparente desgana y aire ausente, en el fondo ariete del trap, pues no hay nada que m¨¢s moleste al mundo adulto que este aparente desinter¨¦s y desidia de los m¨¢s j¨®venes, intolerable en una sociedad competitiva y arribista como la contempor¨¢nea.
A¨²n m¨¢s all¨¢, en la frontera con el mundo ajeno al festival, en plena playa del Bes¨®s, al pie de la central t¨¦rmica Blade Runner y con la arena de arista invitada en los calcetines del p¨²blico, actu¨® la reina del reguet¨®n, Iyy Queen. Esta mezcla imposible entre Paquita la del Barrio y Cher enfatiz¨® el papel de la mujer y la conducta elemental y bobalicona de los hombres, pilotados por ¡°el bicho¡±, tambi¨¦n denominado ¡°huevo¡± por los boricuas, explic¨® Ivy, que por si no quedase claro apunt¨® que se refer¨ªa al pene. El suyo es un reguet¨®n de libro, atravesado por alg¨²n tumbao y sin sutilezas, aunque basado en ese discurso cr¨ªtico sobre la masculinidad que convierte a la mujer en sujeto activo y no en florero. Precisamente la parte m¨¢s activa del p¨²blico, aplastante mayor¨ªa local, y en esa mayor¨ªa se incluyen los latinoamericanos, fueron las mujeres m¨¢s j¨®venes con piezas como ¡°Que lloren¡±, ¡°Te he querido, te he llorado¡± o ¡°Qu¨ªtate t¨² para ponerme yo¡±. Y todo muy a la brava, tanto que ella misma se defini¨® sin ambages como ¡°la diva, la potra y tambi¨¦n la caballota¡±.
Como se proclama desde la propia organizaci¨®n, no hay un festival, hay dentro del Primavera todos los festivales que cada persona desee. O casi.
De nuevo en el escenario del trap, esta vez mucho m¨¢s concurrido y con ese olor a goma urbana procedente del suelo pl¨¢stico all¨ª instalado, La Zowi se manej¨® ene se terreno en el que aprovechando los t¨®picos sexuales del trap y de sus valores patriarcales impone la figura femenina. A base de autoproclamarse una puta, acaba restando carga sem¨¢ntica a la palabra, de la misma manera que la obviedad de sus bailarinas, hijas directas de la calle, neutraliza la estilizaci¨®n sexual proponiendo un juego de espejos en el que al final el espectador, hombre, puede verse reflejado. Ah¨ª estuvieron Obra de arte, Puta, Pussy Poppin?que cant¨® con La Goony Chonga o Trust No Bitch?para marcar perfil en una noche en la que la mujer, cada una a su manera, fue protagonista.
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