La pintura espa?ola que cosi¨® Balenciaga
El Museo Thyssen mezcla 90 modelos y 55 cuadros que certifican la inspiraci¨®n art¨ªstica del m¨ªtico modista
Ten¨ªa solo 12 a?os cuando Crist¨®bal Balenciaga (Getaria, Gipuzkoa, 1895-J¨¢vea, Alicante, 1972) ret¨® a la marquesa de Casa Torres: ¨¦l le har¨ªa una copia exacta del vestido de lino que luc¨ªa aquella noche la arist¨®crata si ella le consegu¨ªa la tela. Se encontraban en el palacete familiar de Getaria y a la que despu¨¦s se convertir¨ªa en bisabuela de la reina Fabiola le hizo gracia y acept¨® encantada. Era el verano de 1907 y ah¨ª arranc¨® la fulminante carrera de quien acabar¨ªa convirti¨¦ndose en el modisto m¨¢s influyente y valorado de la historia de la alta costura.
Desde muy ni?o sol¨ªa quedarse absorto ante las pinturas que adornaban las viviendas de la gente de alta sociedad para las que su madre, Martina Eizaguirre, hac¨ªa arreglos de ropa. Ese deleite le acompa?¨® toda su vida, en incontables visitas al Prado donde reforzaba su inspiraci¨®n ante El Greco, Vel¨¢zquez, Murillo, Carre?o de Miranda, Zurbar¨¢n, Goya o Zuloaga. Esa estrecha vinculaci¨®n entre la pintura espa?ola y sus mejores creaciones de moda puede verse en el Museo Thyssen-Bornemisza a trav¨¦s de una muestra que incluye 55 pinturas y 90 trajes desde el 18 de junio hasta el 22 de septiembre. Esta es la mayor y m¨¢s completa exposici¨®n que se le dedica en Espa?a a un artista que fue coet¨¢neo de Dior y Chanel y autor de modelos ic¨®nicos para Grace Kelly, Mona Bismarck, Gloria Guinness, Marlene Dietrich o Greta Garbo.
Cada cuadro est¨¢ rodeado de algunos de los trajes que inspir¨®. ¡°He querido que se revise el arte poniendo la atenci¨®n en los pintores como creadores y transmisores de moda y maestros en la representaci¨®n de texturas, pliegues y vol¨²menes¡±, explic¨® ayer el comisario de la exposici¨®n, Eloy Mart¨ªnez de la Pera. ¡°Espa?a ha jugado un papel poco estudiado, pero clave en el desarrollo de nuevas formas y estilos a lo largo de la historia de la indumentaria¡±, a?ade. Pone el ejemplo del austero negro con el que se ti?¨® la corte de Felipe II, que se extendi¨® por toda Europa y que Balenciaga adopt¨® como su color favorito y lo impuso en muchas de sus colecciones. Una docena de dise?os en negro tiene su reflejo en retratos como La reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II (hacia 1605), de Juan Pantoja de la Cruz, o Do?a Juana de Austria, princesa de Portugal (1557), de S¨¢nchez Coello.
La exposici¨®n arranca con el primer dise?o que le hizo mundialmente famoso, el modelo Infanta (1939), un vestido largo en blanco y rojo inspirado en el retrato de Vel¨¢zquez La infanta Margarita de Austria (1660). Con esta obra, Balenciaga arras¨® en Par¨ªs, ciudad en la que se instal¨® nada m¨¢s estallar la Guerra Civil espa?ola por razones puramente comerciales. Ten¨ªa ya en San Sebasti¨¢n y en Madrid un important¨ªsimo negocio con la alta costura, y quedarse durante la contienda supon¨ªa la ruina. ¡°Esa fue la ¨²nica raz¨®n de su marcha¡±, precisa el comisario. ¡°Se han querido dar otras interpretaciones, pero no nos consta ninguna simpat¨ªa ideol¨®gica. De ¨¦l y de sus ideas ha trascendido muy poca cosa¡±.
En Par¨ªs consigui¨® el reconocimiento de sus rivales Christian Dior y Coco Chanel y en su taller de m¨¢s de 400 personas se formaron maestros como ?scar de la Renta o Paco Rabanne. La diferencia de Balenciaga era, en opini¨®n del comisario, su estilo innovador, su perfecto dominio de la costura y la riqueza de unos tejidos que para las ocasiones de fiesta enriquec¨ªa con bordados hechos a mano, pedrer¨ªa y lentejuelas.
Balenciaga no pensaba en mujeres concretas, aunque si hubiera tenido que elegir a su modelo favorita, el comisario se?ala a Sonsoles de Icaza y de Le¨®n, marquesa de Llanzol, madre de la pol¨ªtica Carmen D¨ªez de Rivera. Para ella cre¨® infinidad de trajes. Su vestido de novia de seda bordada con hilos de plata se muestra junto al retrato Isabel de Borb¨®n (hacia 1620), realizado por Rodrigo de Villandrando, una de las ocho pinturas prestadas por el Museo del Prado para la muestra.
Su decadencia lleg¨® con el pr¨ºt-¨¤-porter, una vulgaridad que Balenciaga no pudo soportar. En Mayo del 68, cerr¨® su firma en Par¨ªs y sus talleres en Madrid para instalarse en Altea (Alicante). Solo interrumpi¨® su retiro en 1972 para realizar el traje de boda (incluido en la exposici¨®n) de Carmen Mart¨ªnez-Bordi¨², la nieta mayor del dictador Francisco Franco. Esa fue su ¨²ltima obra.
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