La editora que resucit¨® su firma por un solo libro
Diana Zaforteza reabre Ediciones Alfabia para publicar ¡®Movimiento ¨²nico¡¯, la novela de Diego G¨¢ndara que incorpora a Roberto Bola?o como personaje
Despu¨¦s de 60 t¨ªtulos publicados y una exquisita l¨ªnea independiente, Ediciones Alfabia ech¨® el cierre en 2016. Pero hay ciertos editores que al decir nunca jam¨¢s se arriesgan a no ser capaces de cumplir sus promesas. Aunque las deudas les ahoguen, aunque no hayan acabado de pagar cr¨¦ditos, aunque la evidencia de la ruleta y la incertidumbre que supone su negocio les hagan encender todas esas alarmas donde cabe en letras grandes el fracaso. El arte de parir un libro, como objeto, es adictivo. As¨ª le ocurre a Diana Zaforteza. Despu¨¦s de sacar al mercado Los ojos de Greta Garbo, de Manuel Puig, ech¨® el cierre. Y tres a?os despu¨¦s, con un vicio cercano a la ludopat¨ªa, regresa. Lo vuelve a arriesgar todo por un libro: en este caso Movimiento ¨²nico, de Diego G¨¢ndara. ?Por qu¨¦?
Quiz¨¢s las razones quedaron claras en la ¨²ltima?Feria del Libro de Madrid, donde la editora acompa?¨® a su autor para algunas firmas y presentarlo. Lleva desde esta primavera en el mercado espa?ol. Apareci¨® primero en Argentina, dentro de la divisi¨®n que Seix Barral tiene en el pa¨ªs suramericano. Con G¨¢ndara, Zaforteza sinti¨® algo as¨ª como la llamada del deber. Y un agradecimiento por haberle servido a ella como medicina moral cuando se recuperaba de algunas dolencias en un balneario: ¡°Sent¨ª una especie de calor en el cuerpo al leerlo. No entend¨ªa c¨®mo no se le hab¨ªa dado voz en Espa?a a una literatura as¨ª, tan libre y alejada de lo acad¨¦mico. Su voz narradora se iba haciendo m¨ªa, presente¡±.
Al principio pens¨® ayudarle busc¨¢ndole sitio en la marca de algunos colegas. Pero crey¨® despu¨¦s que se contagiar¨ªan mucha moral respectivamente si resucitaba el sello propio. Comprob¨® que Movimiento ¨²nico cumpl¨ªa sus propios principios editoriales: ¡°Publico libros que deben quedar en las bibliotecas, no estrellas fugaces ni de un momento determinado. Edito lo que creo que debe perdurar¡±.
¡°Sent¨ª una especie de calor en el cuerpo al leerlo. No entend¨ªa c¨®mo no se le hab¨ªa dado voz en Espa?a a una literatura as¨ª, tan libre y alejada de lo acad¨¦mico. Su voz narradora se iba haciendo m¨ªa, presente¡±
R¨¢pidamente recibi¨® el apoyo de ciertos autores de prestigio: Juan Gabriel V¨¢squez, Rodrigo Fres¨¢n, Enrique Vila-Matas¡ Zaforteza cree, adem¨¢s, que G¨¢ndara tiene algo de ese malditismo ahora santificado de Roberto Bola?o, un escritor al que admira. De hecho, fue amigo del autor chileno en vida y en su novela aparece como personaje. Diego ha tratado de representarle con esa et¨¦rea presencia que los un¨ªa en vida: ¡°Nos comunic¨¢bamos sobre todo a trav¨¦s de lo que llam¨¢bamos visitas telef¨®nicas. De fijo a fijo, sin m¨®viles. Eran muy divertidas. Y extra?as, porque estaban plagadas de silencios¡±, recuerda el autor.
Quiz¨¢s los recuerdos en l¨ªnea, con la voz como motor de una imagen extra?a en su cabeza sea un lazo fiel y coherente que no abandone a G¨¢ndara. Otra cosa es su literatura: ¡°Hay una manera distinta de leer a Bola?o cuando estaba vivo y ahora, una vez muerto¡±. La continua ansiedad que despiden sus textos se explica por esa certeza cercana de la muerte: ¡°La sent¨ªa encima. Y eso le convierte en una especie de gladiador p¨®stumo¡±.
Un apelativo que G¨¢ndara le coloca para el porvenir. En vida lo sent¨ªa de otra manera: ¡°Un anacoreta, un santo selv¨¢tico del que me molesta ahora cierta excesiva beatificaci¨®n¡±. Lo dice con la autoridad de haber estado presente en su funeral, cuando muri¨® en 2003. Y con una recuperada idea de trascendencia. Porque pese a considerarse descre¨ªdo, Diego G¨¢ndara dice vivir como si Dios existiera. ¡°Hablar con ¨¦l, es la mejor manera que encontrado para no hablar de ¨¦l¡±.
Cosas del colegio. El mismo donde estudi¨® el papa Francisco en Buenos Aires: el Don Bosco de Ramos Mej¨ªa. Pero nos vamos por las ramas y toca centrarse en otra fe: la de Diana Zaforteza en este libro de desarraigos, saldo de cuentas, viajes sin rumbo, adicciones literarias y descalabros, que fue escribiendo en un cuarto prestado, a trompicones y gracias al insomnio. ¡°Es mayor la confianza de ella que la m¨ªa en lo que he hecho¡±, comenta G¨¢ndara. Y de esto entiende, porque ¨¦l lleva escribiendo sobre literatura ¨Csi es posible la redundancia- dos d¨¦cadas. Para peri¨®dicos y revistas en Espa?a y Am¨¦rica Latina.
Con base en Barcelona, adonde fue a parar, como tantos j¨®venes argentinos, huyendo de los estragos del corralito. No regres¨® a su pa¨ªs hasta 11 a?os despu¨¦s: ¡°He asumido ya cierta relaci¨®n conflictiva y hasta me gusta¡±. Por ahora ha encontrado refugio para su libro en sus dos pa¨ªses. Ser¨¢ por la extravagancia que a veces producen las duplicidades.
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