El l¨ªder de la resistencia
Eddie Vedder, la voz de Pearl Jam, logra que un concierto en Madrid ante 15.000 personas se convierta en algo ¨ªntimo
?Se puede dar un concierto ¨ªntimo ante 15.000 personas? Tras m¨¢s de dos horas de Eddie Vedder este s¨¢bado en el madrile?o Wizink Center, la respuesta sigue sin estar del todo clara. Lo que s¨ª es obvio es que se puede ofrecer un show que contenga todos los elementos m¨¢s populares y populistas de los grandes espect¨¢culos del rock de estadio sentado en una silla, acompa?ado solo por una guitarra y un caj¨®n, a veces de un cuarteto de cuerda, en otras de un amigo (Glen Hansard) con una guitarra.
Vedder es una de las m¨¢s respetadas y longevas estrellas de los noventa, aunque a ¨¦l le hubiese gustado m¨¢s ser un trovador de los setenta, como puede inmediatamente verse al reparar en c¨®mo el escenario de esta gira est¨¢ decorado. Recuerda a una tienda de muebles de segunda mano del rastro. Se proyectan im¨¢genes que van del fondo de pantalla Windows 95 a lo mejor de National Geographic, pasando por una especie de televisor sesentero en el que se ve de vez en cuando al l¨ªder de Pearl Jam. En lo est¨¦tico, todo es como un algo torpe intento de dotar de p¨¢tina vintage y autenticidad a un espect¨¢culo que ganar¨ªa mucho si se desprendiera de toda esta cacharrer¨ªa. Tambi¨¦n si Vedder lograra contenerse.
Por cada momento m¨¢gico de voz, guitarra y emoci¨®n, como la fabulosa Elderly Woman Behind the Counter in a Small Town o I Am Mine, hay otro de atropellado populismo, empat¨ªa algo forzada y vacua b¨²squeda de aquel gamusino llamado momento m¨¢gico. Por ejemplo, no existe ninguna necesidad de terminar una emocionante versi¨®n de Wildflowers de Tom Petty ¡ªpresentada como el tema que contiene lo que Vedder quiere decirle a sus hijas¡ª con la proyecci¨®n de una foto del fallecido genio junto a un jovenc¨ªsimo Vedder. Parece una de aquellas im¨¢genes que uno encuentra en ciertos restaurantes del due?o con clientes ilustres. Lo mismo sucede cuando se le intenta montar una fiesta sorpresa a Michael Stipe con la interpretaci¨®n de It Happened Today, el corte del infravalorado ¨²ltimo largo de R. E. M. (Collapse into Now) en el que colabor¨® el de Pearl Jam y se termina presionando todos los botones equivocados de la comuni¨®n cat¨¢rtica con el p¨²blico. Stipe est¨¢ en Seattle y nos manda un saludo, informa el hombre que le dio la vuelta al devenir del rock con Alive, que tiene en el tel¨¦fono mejores contactos que Villarejo.
Eddie Vedder siempre se ha caracterizado por ser un personaje excesivo con apariencia de humilde le?ador, de t¨ªmido surfista. Su devenir se define por la capacidad que ha tenido de convencer a su gente de que todo en ¨¦l es aut¨¦ntico y natural. Y la verdad es que, tras 28 a?os con Pearl Jam y un s¨®lido cancionero que ha sobrevivido el paso del tiempo y las modas, igual ya no hace falta. M¨¢s cuando tienes un tema tan incre¨ªble como Better Man, una de las cimas del rock de los noventa, y est¨¢s interpret¨¢ndolo de forma apabullante, con una vez que emociona y un p¨²blico rendido. Entonces, decides que vas a jugar a los coros y a convertir lo que era excitante en una fiesta de fin de curso. El contraste con la canci¨®n que sigue, Porch, es el resumen perfecto de este concierto. En este cl¨¢sico de Ten, Vedder se dedica, simplemente, a romper el tema a base de agresividad y le sale exactamente lo que hay que dar cuando uno sale de gira sin su banda: algo distinto y especial, no una versi¨®n de baja intensidad de lo que son los conciertos con el grupo.
En los bises, la esquizofrenia sigue. Una versi¨®n rid¨ªcula con ukelele electrificado de Should I Stay or Should I Go de The Clash y, minutos despu¨¦s, una interpretaci¨®n de Black que pone los pelos de punta comparten espect¨¢culo cuando no deber¨ªan ni compartir planeta. Pero el p¨²blico que llena el Wizink Center recibe ambos sintagmas con la misma algarab¨ªa. Y eso que han logrado Vedder y Pearl Jam, la fidelidad de unos fans que parecen sentirse rodeados y acosados por un mundo que se mueve en direcci¨®n contraria a lo que esperaban, no se lo va a quitar nunca nadie. Pearl Jam es al rock lo que la aldea gala de Asterix al Imperio romano. Tiene un m¨¦rito brutal. No van a ganar, pero van a resistir.
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