Del deber
'Line of Duty' basa buena parte de su ¨¦xito en la calidad de los guiones y en unos di¨¢logos tan sobrios y eficaces como la realizaci¨®n y la interpretaci¨®n
Que Movistar programe la quinta temporada de Line of Duty provoca en el amante de las series polic¨ªacas brit¨¢nicas una satisfacci¨®n similar a la que debe sentir Fernando Savater cuando se acerca el Derby de Epsom, con una ventaja: de momento la serie mantiene su calidad mientras que la carrera, al parecer, ya no es imprescindible.
El caso de la creaci¨®n de Jed Mercurio es ejemplar para ratificar su conexi¨®n con la audiencia. La primera temporada sorprendi¨® a BBC Two con sus cuatro millones de espectadores. En la cuarta ya se traslad¨® a la casa madre. Y la quinta alcanz¨® los nueve millones de espectadores, una audiencia que bordea la par¨¢lisis nacional. Y todo ello sin efectos especiales ni la habitual proclividad a la casquer¨ªa. Una sobria realizaci¨®n y una interpretaci¨®n no menos sobria del tr¨ªo protagonista (el superintendente Ted Hasting y los investigadores Kate Fleming y Steve Arnott), pilares de la AC-12, la Brigada Anticorrupci¨®n.
En esta quinta temporada surge de nuevo una figura constante en la serie: el polic¨ªa infiltrado quien, naturalmente, acabar¨¢ traspasando los l¨ªmites de la legalidad. La serie basa buena parte de su ¨¦xito en la calidad de los guiones y en unos di¨¢logos tan sobrios y eficaces como la realizaci¨®n y la interpretaci¨®n. Solo as¨ª se puede comprender, por ejemplo, que una buena parte de la narraci¨®n ocurra en las salas de los interrogatorios: tres o cuatro personas y una mesa, es todo. Y sin embargo nunca decae el inter¨¦s: es el poder de la palabra que en este caso vale m¨¢s que mil im¨¢genes.
La BBC ya aprob¨® una sexta temporada que esperamos con el mismo anhelo que Savater el Derby.
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