Vel¨¢zquez ¨²nico, academia pobre
Una instituci¨®n de fondos ins¨®litos vive en la penuria presupuestaria. Sus responsables se sublevan y lo dicen
Un Vel¨¢zquez ¨²nico refulge como una vela encendida en medio de los aguafuertes de Goya en la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. Alrededor suenan las m¨¢quinas que cambian la fisonom¨ªa de los alrededores y el clima de recogimiento que reclama este sitio que Carlos III mim¨® como suyo se ve asaltado por el estr¨¦pito del suelo.
Ese Vel¨¢zquez sigue fr¨¢gil e impert¨¦rrito. Lo pint¨® a l¨¢piz el artista que inspir¨® a Goya, y a tantos, y ahora convive con los aguafuertes del maestro. Es uno de los tesoros p¨²blicos de esta Academia que lucha por sobrevivir en una pobreza que har¨ªa temblar a Carlos III. Es un cuadro estremecedor y m¨ªnimo, mide 188 por 116 mil¨ªmetros. La cabeza del obispo Borja retratado reta desde hace siglos, y Vel¨¢zquez lo dej¨® para que esos ojos de l¨¢piz resistieran el tiempo. No se conoce otro Vel¨¢zquez as¨ª pintado.
Hay m¨¢s tesoros. Est¨¢n, en el museo, los vaciados que trajo Carlos III de las ruinas de Pompeya. Ese dramatismo blanqueado por el yeso fascin¨® al soberano. Y como fue quien decidi¨® excavar entre aquella devastaci¨®n volc¨¢nica, ¨¦l quiso tener cerca el grito salvado de las cenizas.
Junto a esas reliquias la Academia conserva un taller de vaciado que le sirve para recaudar fondos de quienes quieren que las venus o los ni?os o los caballos sean como esculturas nacidas en talleres tan antiguos.
Antonio Mart¨ªn, que parece un vikingo en la blancura, retoca una Venus; la escayola domada devuelve tambi¨¦n la figura de un gatito egipcio, un ni?o desnudo reposa a la entrada de esta catacumba blanca. Aquella escultura antigua, dice Antonio, daba empleo a ebanistas, marmolistas, broncistas. Con ¨¦l est¨¢ ahora, "estudiando y trabajando", Paula Alonso Elbaile, que luego le ayudar¨¢ con esta Venus en trance de ser perfecta.
M¨¢s all¨¢, en el rinc¨®n m¨¢s alejado de este subsuelo, Javier Bl¨¢zquez maneja las estampaciones que prolongan la luz de la que Goya hizo leyenda. Cerca, los caprichos (son 228, cuatro est¨¢n en el Louvre: Ismael Fern¨¢ndez de la Cuesta, vicedirector-tesorero, ten¨ªa el cheque para recomprarlos, pero los franceses los declararon invendibles). Esta calcograf¨ªa en la que Javier funge de fact¨®tum muestra con la t¨¦cnica de siempre un lenguaje de siglos. Es un privilegio habitar entre tantos misterios.
Antes el presidente de la Academia, el arquitecto Fernando de Ter¨¢n, y el vicepresidente Jos¨¦ Luis Garc¨ªa del Busto, music¨®logo y excr¨ªtico de EL PA?S, han hablado de las riquezas y de las penurias. ¡°No tenemos dinero¡±. Les han retirado el 60% de las subvenciones. Con lo que queda, algo m¨¢s de tres millones de euros, es imposible pagar el mantenimiento de un palacio del siglo XVIII convertido en museo.
Lo que se vive dentro es rico, extraordinario, pero la pobreza amenaza con oscurecer el sue?o de Carlos III. La escasez de personal, el coste de la energ¨ªa, el mantenimiento, obligan a cerrar a las tres. Una riqueza a media luz. ?Qu¨¦ les falta para salir de pobres? ¡°Medio mill¨®n de euros¡±. El cuadro que le pint¨® Canogar a Felipe VI sonr¨ªe suave desde la fila de reyes quietos en la sala de juntas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.