Bon Jovi en el Metropolitano: c¨®mo inflamar a 50.000 personas con la voz hecha un trapo
El grupo estadounidense, d¨¦biles las cuerdas vocales de su jefe, tir¨® de coraje y de estribillos irresistibles para salir triunfante
?Es posible ofrecer un concierto de rock con la voz mermada y triunfar? S¨ª, es posible, como ayer se demostr¨® en el estadio Metropolitano de Madrid. Probablemente el ¨²nico que lo puede hacer es quien lo llev¨® a cabo, Bon Jovi. Y puede conseguirlo porque Bon Jovi no hace canciones: compone estribillos asquerosamente adherentes. Y para estos no hace falta una voz solista. Ya los entonan miles de gargantas por ti.
Una de las im¨¢genes m¨¢s repetidas anoche en un concierto que llen¨® el campo rojiblanco (50.000 personas) fue la siguiente: Jon Bon Jovi aferrado al micr¨®fono con las dos manos, retorci¨¦ndose, con los ojos cerrados, intentando buscar en lo m¨¢s profundo de su garganta los tonos altos, sufriendo. A veces lo consegu¨ªa, en las fases menos exigentes; otras, cuando la canci¨®n se empinaba, eran sus compa?eros de grupo (hasta seis apoyando en los coros) los que impulsaban la pieza con sus pulmones; y las m¨¢s era el entusiasta p¨²blico que abarrot¨® el recinto el que se encargaba de llevar el peso de los temas.
Una de las im¨¢genes m¨¢s repetidas anoche fue: Jon Bon Jovi aferrado al micr¨®fono con las dos manos, retorci¨¦ndose, con los ojos cerrados, intentando buscar en lo m¨¢s profundo de su garganta los tonos altos, sufriendo
Vaya por delante que la gente disfrut¨® de lo lindo. Porque todo el mundo fue al estadio de Simeone a pas¨¢rselo en grande. Qu¨¦ son al fin y al cabo unas cuerdas vocales escacharradas cuando has pagado 90 euros. Nah.
Lo sorprendente es que todo fue extra?amente aut¨¦ntico. Porque si Jovi no tiene voz podr¨ªa haber llevado sonidos grabados. S¨ª, decantarse por el cobarde playback en algunos momentos, que es como funcionan m¨¢s estrellas del pop de las deseadas. Y seguramente no nos hubi¨¦ramos dado cuenta. O nos hubiese quedado la sospecha. Pero no, ¨¦l decidi¨® sufrir y mostrar sus debilidades, en una demostraci¨®n de agallas que propone al espectador un dilema: por un lado desluce mucho las interpretaciones, pero por otro sientes un profundo respeto por aquel tipo que, efectivamente, lo est¨¢ dando todo... aunque sea escaso. El ejemplo de esto fue la interpretaci¨®n de la balada Bed of roses. Jovi no cant¨®, aull¨® y las pas¨® canutas, pero logr¨® acabarla con una sonrisa y una rosa en la mano. Eso es un profesional, s¨ª se?or.
Antes de empezar el espect¨¢culo el cantante dio un m¨¢ster que se pod¨ªa titular: c¨®mo sacar dinero de debajo de las piedras. En las tres enormes pantallas se ofertaba todo tipo de productos cuya recaudaci¨®n iba a parar, claro est¨¢, a la cuenta corriente de Jovi. Que si un pase especial para el pr¨®ximo concierto, que si un crucero a finales de agosto con la estrella contando chistes y cantando por los camarotes, que si camisetas a 35 euros... El producto estrella fue una salsa de tomate de la marca Bongiovi, cuyo due?o es el padre de Jon. Todo se pod¨ªa adquirir con un par de clicks del m¨®vil. No hab¨ªa empezado el concierto y ya hab¨ªan volado de nuestras carteras varias docenas de euros.
Desplumados y felices, asistimos a un arranque que puso el estadio tan caliente como cuando Diego Costa marca en este campo. This house is not for sale (la mejor de su nuevo disco), Raise your hands, You give love a bad name y Born to be my baby. Lluvia de estribillos coreables.
Las canciones del grupo provocaron tanta felicidad que hasta los tiquismiquis que echaron de menos al principio del concierto a Richie Sambora (el otro l¨ªder del grupo, hoy ya en solitario) a la segunda canci¨®n ni se acordaban del guitarrista. Su sustituto, Phil X, la verdad, cumple con creces y cobra mucho menos que Sambora (a qu¨¦ s¨ª, Jon).
F¨ªsicamente el jefe est¨¢ en forma a sus 57 a?os. Se present¨® con pantalones pitillo y camiseta sin mangas, todo oscuro. Luego, sin embargo, no derroch¨® tanto ejercicio f¨ªsico como, digamos, Mick Jagger. El cantante transita por el escenario con mesura, ejecuta botecitos cual profesor de gimnasia en el calentamiento de una clase y alza los brazos para ense?arnos sus m¨²sculos y que va depilado. Alg¨²n espectador coment¨® que el voluminoso Kutxi Romero, cantante de Marea (que fueron unos excelentes teloneros: buen momento el de la banda navarra), hab¨ªa corrido m¨¢s que el de Nueva Jersey.
Con Bon Jovi conviene soltar el freno de mano y dejarse caer, sin miedo, por el tobog¨¢n que conecta directamente con nuestra personalidad m¨¢s hortera. Qu¨¦ s¨ª, que todos la tenemos. Y hay que sacarla a pasear de vez en cuando. Es sano. Adem¨¢s, nuestra versi¨®n fr¨ªvola es m¨¢s permisiva, por eso no nos importa que el tipo que corona el escenario emita de vez en cuando un hilillo de voz.
A la altura de 'Wanted dead or alive' la voz del guitarrista estaba m¨¢s fresca que la de la estrella. Phil X salv¨® la pieza. Y todav¨ªa quedaba media hora de suplicio para Jovi
No fue todo el concierto un karaoke, que quede claro. El problema de Jovi es cuando acomete sus canciones de tonos altos, que son muchas. ?Fue el de anoche un hecho puntual? No parece. Quiz¨¢ lleve varios a?os quebrado. ?l mismo lo confes¨® en una entrevista de 2016, que cada noche de concierto ¡°so?aba con volver atr¨¢s en el tiempo y pedirle a su yo de 18 a?os que apareciera para cantar las notas m¨¢s altas de Livin' on a prayer¡±. Y ya, de paso, que ese Bon Jovi exultantemente joven entone Keep the faith, Bad medicine o It's my life, que sonaron anoche m¨¢s en las gargantas de los espectadores que en la del protagonista.
A la altura de Wanted dead or alive la voz del guitarrista estaba m¨¢s fresca que la de la estrella. Phil X salv¨® la pieza. Y todav¨ªa quedaba media hora de suplicio para Jovi. Ya que vamos a sufrir hag¨¢moslo a lo grande: casi dos horas y media de concierto ofrece el grupo. En cada minuto la banda de seis m¨²sicos, siempre discreta y sin pedir protagonismo (ni siquiera el entra?able bater¨ªa Tico Torres) demostr¨® estar a una gran altura, tanta que varias veces rebas¨® a su l¨ªder.
Con Livin¡¯ on a prayer lleg¨® el final. Jon Bon Jovi qued¨® aliviado y el p¨²blico contento y sudoroso. Fuera del estadio unas enormes letras en forma de escultura sacadas del himno del Atleti serv¨ªan perfectamente para definir lo que hab¨ªamos vivido: coraje y coraz¨®n.
Babelia
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