Picasso-Inglada, ¡°pareja de hecho¡±
El poeta es quien m¨¢s sabe de la vida del pintor, sabe incluso lo que hizo el genio malague?o casi todos los d¨ªas de su vida
Rafael Inglada (1963) vive en Los Percheles, donde naci¨® la madre de Picasso, y llega con su marido, Antonio M¨¦rida, y con sus dos perras. Preguntas qui¨¦n puede hablarte mejor de Picasso y M¨¢laga y todos te se?alan a Rafael. Y aqu¨ª est¨¢ el poeta andaluz al que todos saludan como un h¨¦roe de barrio.
En 1989 empez¨® a trabajar en la Fundaci¨®n Picasso, en la casa del pintor. A lo m¨¢s que hab¨ªa llegado cerca de su nombre fue en la inauguraci¨®n del monumento en los Jardines de Picasso a mediados de los a?os setenta. El pintor Eugenio Chicano, que dirig¨ªa esa fundaci¨®n, le pidi¨® que hiciera una genealog¨ªa del pintor, y desde ah¨ª no par¨® de buscarlo. Ahora Picasso es (con su marido, con sus perritas, con su poes¨ªa, con Lorca, con Machado) el amor que lo desvela. Manuel Alc¨¢ntara, amigo suyo, dijo que Inglada y Picasso son ¡°pareja de hecho¡±.
Rafael quiso saber ¡°qu¨¦ hab¨ªa sido de los primeros diez a?os de ese ni?o¡ Era el rey de la casa; ah¨ª estaba su padre, pero ¨¦l viv¨ªa con la madre, con la abuela, con las hermanas, las primas, un mundo femenino total¡±. En los a?os sesenta Pablo se autorretrata ¡°con un cetro y una corona. El macho, el centro de la casa¡±. Lo supo todo de Picasso, ha escrito aquella monograf¨ªa y numerosos libros; en su casa tiene hasta 1.500 obras sobre la pintura y el hombre. Sabe qu¨¦ hizo Picasso casi todos los d¨ªas de su vida. Porque en sus cuadros, en sus dedicatorias, en sus postales, de todo dej¨® constancia y fecha. De modo que, tal d¨ªa como hoy, 20 de julio, en 1971, por ejemplo, Rafael sabe que Picasso ¡°enviaba una postal desde Vallauris al exbanderillero Francisco Reina Minuni¡±. Esa sabidur¨ªa minuciosa le lleva a saber casi al dedillo qu¨¦ pas¨® entre aquel ni?o y su pueblo hasta el fin de sus numerosos d¨ªas.
M¨¢laga ¡°fue el para¨ªso perdido de Picasso¡±. Parec¨ªa ¡°un hombre de taberna, con su amor por los olores, la fruta de la infancia, las patatas fritas, el olor a naranjas que se quedaba en los pupitres. Las palomas, el mar¡±. En los ¡°a?os del maltrato¡±, cuando el fascismo espa?ol declar¨® a Picasso maldito y malo, Barcelona lo cuid¨® mejor que M¨¢laga; pero ¨¦l no respondi¨® al ninguneo. ¡°Y, f¨ªjate, yo creo que incluso conserv¨® siempre el acento malague?o¡±. En los a?os cincuenta una apelaci¨®n del acad¨¦mico (y alcalde) Jos¨¦ Luis Estrada a recuperar a Picasso ¡°antes de que sea demasiado tarde¡± resuelve el desd¨¦n por su figura y le devuelve a Picasso ¡°el amor de su tierra¡±. Ah¨ª est¨¢ el Museo Picasso, que desde 2003 ha llevado a m¨¢s de seis millones de personas a contemplar su obra, y ah¨ª est¨¢ Rafael, por ejemplo, que respira amor por el paisano. ¡°Y por Lorca¡±. ?l es (con V¨ªctor Fern¨¢ndez) el autor de un libro ins¨®lito, Palabra de Lorca, que junta todas (todas) las entrevistas que Lorca dio en su vida. (Malpaso no le ha pag¨® ni un duro: es la ¨²nica vez que se le ve triste).
Rafael apura su caf¨¦ con leche agarrado a la perra Rita, que tirita de miedo. ¡°La encontramos abandonada, y mira la pobre c¨®mo est¨¢¡±. Deja sobre la mesa un verso que Picasso escribi¨® en Par¨ªs en mayo de 1936, antes de que sobre M¨¢laga cayera la sangre que tambi¨¦n cubri¨® a Federico. En esos versos est¨¢n su madre, Los Percheles, y ¡°el hermoso toro que me engendra la frente coronada de jazmines¡±.
Babelia
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