El amigo imaginario

El cambio de domicilio, de ciudad, de ambientes y de amigos durante la ni?ez y la adolescencia hace tiempo que se convirti¨® en un cl¨¢sico universal de los relatos juveniles en todos los g¨¦neros. La nostalgia, el temor y la soledad suelen ganar a la aventura y a las expectativas: la infancia es conservadora por naturaleza.

Cualquier aspecto colateral puede incluso agrandar el desasosiego y los que acompa?an a la mudanza del ni?o de 9 a?os de la pel¨ªcula japonesa Jesus no son balad¨ªes: el descubrimiento del catolicismo, del rezo diario y de conceptos y nombres absolutamente nuevos para ¨¦l en el nuevo colegio; y la mudanza a la casa de la abuela, que tambi¨¦n se convertir¨¢ en su compa?era de dormitorio tras el reciente fallecimiento del abuelo. Primeros encuentros con la muerte y el m¨¢s all¨¢. Demasiado.

Iroshi Okuyama, jovenc¨ªsimo director novel de 22 a?os, opta para su pel¨ªcula por un inclasificable tono que parece circular por el drama, pero en el que a veces explota el humor negro y, sobre todo, un onirismo en el que adquiere singular protagonismo cada aparici¨®n de su nuevo amigo (imaginario): nada menos que Jesucristo.

Y aunque sea poco probable que Okuyama haya visto Marcelino pan y vino (Ladislao Vajda, 1954), al cin¨¦filo espa?ol le puede resultar imposible quitarse la comparaci¨®n de la cabeza porque, en el fondo, en las mentes de ambos ni?os habita la misma indefensi¨®n y semejante incomprensi¨®n ante aspectos teol¨®gicos imposibles para esas edades. Eso s¨ª, frente a la potente m¨ªstica casi terror¨ªfica de la pel¨ªcula de Vajda, Okuyama visualiza al Mes¨ªas como una especie de mezcla entre la Campanilla de Peter Pan (fulgor luminoso, incluido) y el Pepito Grillo de Pinocho, en una fina l¨ªnea en la que a un lado est¨¢ la feliz ingenuidad y al otro, el rid¨ªculo.

Rodada en un cada vez menos desacostumbrado formato 4:3, Jesus, Premio Nuevos Directores en San Sebasti¨¢n 2018, en una competici¨®n en la que tambi¨¦n estaban las espa?olas Viaje al cuarto de una madre, Apuntes para una pel¨ªcula de atracos y Ciervo, y la vietnamita La tercera esposa, es mejor cuanto m¨¢s atrevimiento decide imponer su director: los brotes de negra comicidad; la sucesi¨®n de planos de las flores. Sin embargo, como a una l¨ªnea contempor¨¢nea de cine autoral en medio mundo, le falta altura y trascendencia, y prefiere refugiarse en una sutileza y unos simbolismos m¨¢s p¨¦treos que brillantes, sin abundar en los complejos universos teol¨®gicos que, por decisi¨®n propia, hab¨ªa osado abordar.