?¡®Tannh?user¡¯ en Bayreuth, Richard! ?Qu¨¦ risa!
El director alem¨¢n Tobias Kratzer convierte la ¨®pera de Wagner en una comedia ¡®road movie¡¯ con ¡®drag queens¡¯ bajo la direcci¨®n musical de Valeri Gergiev
Tu Tannh?user, Richard, en Bayreuth, este 2019, ha sido una verdadera risa. Poco antes de morir le confesaste a tu querida Cosima que le deb¨ªas al mundo haberla rematado. No quedaste muy contento. La tocabas y retocabas desde que la compusiste en Dresde entre 1843 y 1845. Comenzaste en una ¨¦poca de necesidad. Durante esos d¨ªas en los que pose¨ªas solo tres camisas y le dijiste a tu cu?ado Eduard Avenarius las ganas que ten¨ªas de dejar de ser, en tus propias palabras, ¡°un mendigo decentemente vestido¡±.
La emprendiste con miedo al fracaso y eso influy¨®: de hecho, es la ¨®pera tuya menos representada en Bayreuth, el festival que cada a?o, seg¨²n dejaste instituido, se celebra centrado en tu obra. Tan solo ocho veces en 108 ediciones. Pero ten¨ªas que haber visto el montaje que ha inaugurado la edici¨®n de este verano, justo el jueves. Con la canciller Angela Merkel en el palco y su cara de p¨®quer ante la que le ten¨ªa preparada el director de escena Tobias Kratzer y el ruso Valeri Gergiev en el foso, tan amigo de Putin como es y con una drag queen en el escenario. Le Gateu Chocolat se llama: para que te hagas idea, despleg¨® al final del segundo acto una bandera arco iris. ?De morirse!
Te han puesto al d¨ªa, Richard Wagner, aunque sea patas arriba. Y no te viene nada mal. Demasiada gravedad y autosuficiencia hacen que el respeto reverencial a tu obra resulte a menudo rid¨ªculo, si puedes perdonar el atrevimiento. Un fil¨®sofo vivo ha llegado a escribir que eres, junto a Esquilo, S¨®focles o Racine, ¡°un maestro del absoluto¡±. George Steiner se llama. Es jud¨ªo, con lo poco que sabemos que te gusta eso. Pero, como casi siempre, lleva raz¨®n. Lo cuenta en un libro titulado Necesidad de m¨²sica (Grano de sal). Pese a tu antisemitismo, este clarividente pensador, libre de prejuicios, se ve que entiende a la perfecci¨®n tu obra.
Hasta ahora¡ Quiz¨¢s Kratzer, consciente de eso, ha venido al mundo precisamente para? relativizarte. Para quitarte importancia y as¨ª, parad¨®jicamente, devolv¨¦rtela. El caso es que tu descendiente Katherina Wagner, hoy directora de Bayreuth ¨Cya sabes, el linaje, consideran hoy a tu familia en Alemania como algo parecido a la realeza-, ha dejado al director de escena barra libre para darle la vuelta a tu obra.
Muchos a?os han pasado desde lo que consideras tu periodo rom¨¢ntico, con obras como Rienzi, Tannh?user y Lohengrin. Nos encontramos en pleno siglo XXI, en los vestigios de lo que llaman posmodernismo y detr¨¢s del teatro total que perseguiste ha irrumpido el cine, Internet, herramientas que a tu alcance hubiesen sido la pera. Y con ello, pel¨ªculas que Krautzer, con un cineasta y videoartista llamado Manuel Braun, han utilizado para ponerte al d¨ªa.
As¨ª que han agarrado a todos esos personajes irreales y los han dotado de carne: a Venus, a Tannh?user, a Wolfram von Eschenbach, a Elisabeth¡ Los han metido en un juego metateatral y cinematogr¨¢fico complejo y lleno de m¨²ltiples lecturas. Empezaron con una road movie en el primer acto. Pero lo m¨¢s grande vino en el segundo, con el concurso de canto. Ah¨ª se lucieron. Al tiempo que la acci¨®n dram¨¢tica de la ¨®pera se desarrollaba dentro de la escena, con trajes de ¨¦poca y el canon que le habr¨ªa gustado a Cosima, la guardiana de tus esencias durante casi los 50 a?os que siguieron a tu muerte, encuadraban el escenario con una pel¨ªcula que iban rodando en gran parte al tiempo.
Una especie de banda iconoclasta se dirig¨ªa a Bayreuth en furgoneta, como un grupo de perroflautas. Parec¨ªan un trasunto de los vagabundos que buscaban a El mago de Oz. Sin saber que lo que se encontrar¨ªan all¨ª iba a ser un mecanismo trasnochado que necesita su puesta al d¨ªa. Como en la pel¨ªcula: para llevarte m¨¢s all¨¢ del arco iris¡ Pero tambi¨¦n proporcionaban al rodaje un punto de alta comedia, una especie de toque Lubitsch ¨Cun jud¨ªo alem¨¢n que escap¨® de la refriega nazi- o un homenaje a La rosa p¨²rpura de El Cairo, de Woody Allen, otro jud¨ªo, que lo sepas. Muy brillante tambi¨¦n. Un tipo que ha explorado de una forma diferente a ti el eros y el t¨¢natos.
Montaron la marimorena en el segundo acto. Solo por eso merec¨ªa la pena todo lo dem¨¢s. Una confusi¨®n de t¨¦rminos en la que muchos, como el propio Tannh?user y Von Eschenbach no sab¨ªan muy bien cu¨¢l era su sitio: si el de la ilusi¨®n de realidad del cine entre bastidores o la fantas¨ªa del teatro. Lo mismo Elisabeth, que cant¨® como nadie Lise Davidsen, una soprano que te hubiera llevado a un disgusto de los tuyos con Cosima. Como la rusa Elena Zhidkova. Pero esta por graciosa y descarada. Todos ellos, liderados por el Tannha¨¹ser que encarn¨® el brit¨¢nico Stephen Gould, partieron en busca del monte de Venus. Y ah¨ª s¨ª supieron conservar la tragedia, entre un coro de peregrinos que parec¨ªan pobres refugiados en un mundo apocal¨ªptico, se produjo el sacrificio de la pureza y el amor. Con sangre. Eso tan tuyo y tan vigente.
Acertaron, querido Richard: en todo. Supieron desmontar la ficci¨®n wagneriana trasnochada en la dramaturgia y conservar la esencia de lo que te sigue haciendo grande¡ La m¨²sica. A eso se dedic¨® Gergiev. Alejado de su habitual protagonismo, supo dirigir el foso desde la humildad. No se encontraba en su terreno. Viene del Mariinsky ruso y eso le cost¨® alg¨²n abucheo. Los tuyos, los m¨¢s fanatizados a¨²n, no le perdonan alg¨²n desprecio pasado.
Ay: ?Cu¨¢nto da?o se ha provocado en tu nombre! Aunque tampoco t¨² te quedaste manco. De alg¨²n modo, lo provocaste con esos panfletos antisemitas y esa vitola de sobrado con la que despachaste a reyes, fil¨®sofos o robaste el coraz¨®n de las esposas de tus mecenas. Menudo golfo. Aunque para colmo, quien vino a rematar tu cara menos amable fue el memo de tu yerno. Ese ingl¨¦s renegado¡ Houston Stewart Chamberlain, que prendi¨® la senda nazi de seguidores a tu legado. Deb¨ªa de odiarte porque su pat¨¦tico tono hagiogr¨¢fico hacia ti en su libro Mi camino hacia Bayreuth (F¨®rcola) es como una venganza.
El caso es que aquella broma macabra te ha costado ¨Cy te cuesta- a?os de desconfianza en muchos c¨ªrculos. Pero visiones de tu obra como la de este Tannh?user, con artistas dispuestos a proporcionarte un buen lavado de caspa, son las que van a conseguir, aunque sea removiendo los cimientos de tu santuario, que sigas vigente. Fresco y al d¨ªa. Un abrazo.
Un joven asturiano en la corte wagneriana
Hasta ahora, Jorge Rodr¨ªguez Norton ha hecho una carrera discreta. Eso no quita para que lo haya logrado sin agentes y se haya consolidado en plenos a?os de crisis: "Estoy muy orgulloso de ello", dice. Pero a partir del jueves, su suerte cambiar¨¢. El asturiano de Avil¨¦s, con 38 a?os, debut¨® en Byreuth interpretando a Heinrich der Schreiber, un papel secundario del Tannh?user wagneriano. Eso le ha hecho entrar en una lista donde s¨®lo figuran, por el momento tres espa?oles: Victoria de los ?ngeles, Pl¨¢cido Domingo y ¨¦l. Fue Katharina Wagner, actual directora del festival alem¨¢n, quien le escribi¨® tras escucharle cantar Trist¨¢n e Isolda en el Liceu. "Me contact¨® por Facebook. Yo cre¨ª que era una broma. Pero no. Fue real". As¨ª es como entr¨® en el plantel que ha dirigido en la inauguraci¨®n de este a?o Valeri Gergiev y seguir¨¢ el siguiente: "Ya he firmado". Un programa que este a?o sigue con otros montajes previstos: Lohengrin y Trist¨¢n e Isolde, dirigidos por el nuevo guardi¨¢n de las esencias, Christian Thielemann, Los maestros cantores de N¨²remberg, a cargo de Philippe Jordan y Parsifal, por Semyon Bychkov. Rodriguez-Norton ya ha visto los ensayos de todos. "Llevo un mes y medio aqu¨ª. Voy a empaparme de todo. Esto es un sue?o", cuenta.
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