Buster Keaton, mucho m¨¢s que unas risas
Peter Bogdanovich estrena 'El gran Buster', un documental sobre el c¨®mico que aun¨® control de su f¨ªsico, maestr¨ªa en la escritura de los gags y sapiencia con la c¨¢mara
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"Toda mi vida me he sentido muy feliz cuando, al verme, un espectador le dec¨ªa a otro: 'Mira a ese pobre diablo". En 1960,?Buster Keaton (Piqwa, Kansas, 1895 - Los ?ngeles, 1966) escribi¨® My Wonderful World of Slapstick, una autobiograf¨ªa reivindicativa (que se public¨® en Espa?a con el m¨¢s prosaico t¨ªtulo de Las memorias de Buster Keaton en 1988 por Plot Ediciones) en la que el genio desgranaba los mejores y los peores recuerdos de una carrera a la que en aquel momento le faltaba un arre¨®n final de popularidad: el Oscar de Honor de 1960 y el homenaje del festival de Venecia de 1965. "Aquellos d¨ªas en Italia le animaron, le hicieron recordar lo que hab¨ªa sido y lo que a¨²n pod¨ªa significar", cuenta por tel¨¦fono otro mito cinematogr¨¢fico, Peter Bogdanovich. El cineasta, parte del Nuevo Hollywood de los a?os setenta, amigo ¨ªntimo de Orson Welles y reputado historiador f¨ªlmico, ha dirigido El gran Buster, documental que devuelve a las pantallas a partir de hoy el talento que erigi¨® un imperio en la comedia desde un accidente: el porrazo (buster, en ingl¨¦s).
"Buster ca¨ªa muy bien", cuenta, con su particular voz grave repleta de socarroner¨ªa Bogdanovich, para subrayar la habilidad del c¨®mico en las secuencias de mamporros. "Siempre me interes¨® Keaton, a quien no conoc¨ª, pero s¨ª a su viuda y a sus amigos", como Orson Welles. "El productor Charles Cohen me pregunt¨® si me apetec¨ªa dirigir el documental y acept¨¦. Record¨¦ la primera pel¨ªcula suya que vi, a los seis a?os con mi padre ¡ªen realidad, era una recopilaci¨®n de sus cortos?en el MoMA¡ª?y lo que disfrut¨¦ aquella tarde". En El gran Buster, Bogdanovich ilustra primero la vida de la estrella del cine mudo, cuya carrera qued¨® arrasada no por la llegada del sonoro ¡ªten¨ªa buena voz¡ª?sino por su salto a la Metro Goldwyn Mayer, donde perdi¨® el control creativo de sus trabajos. Coincidi¨® en el tiempo con el advenimiento del sonido a las salas y eso, junto con su aparici¨®n como una de las "figuras de cera" que juegan a las cartas con la protagonista de El crep¨²sculo de los dioses, impuls¨® esa falsa leyenda.
El d¨ªa en que los dos genios se cruzaron
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Solo una vez coincidieron en pantalla Charles Chaplin y Buster Keaton. En 1952 Chaplin decidi¨® contratarle para encarnar al compa?ero del protagonista ¡ªque lo interpretar¨ªa ¨¦l mismo¡ª en Candilejas. "Chaplin le trat¨® como a un rey", cuenta Bogdanovich. "En aquellos a?os Keaton estaba en la bancarrota, solo le contrataban para escribir gags para otros, y aquella llamada le subi¨® la moral". Hasta ese momento, ambos hab¨ªan rehusado referirse al otro en ninguna entrevista. "Pero se respetaban, y eso se ve en la secuencia final". Calvero, el protagonista, est¨¢ falleciendo, y lo sacan de su casa en camilla. Como Chaplin est¨¢ tumbado con los ojos cerrados, no sabe d¨®nde est¨¢ la c¨¢mara. Y Keaton, que va a su lado, le murmura las instrucciones: "Lo tienes, va bien, tranquilo, sigues en el centro del plano". En sus memorias, Keaton define a Chaplin como "el mayor c¨®mico del cine mudo".
"Encontr¨® sin embargo en los a?os cincuenta otro medio para expresarse y ganar dinero: la televisi¨®n", recuerda el cineasta, que divide en tres partes su documental: primero un repaso a la vida de la estrella; despu¨¦s, un an¨¢lisis de sus trabajos postreros para la peque?a pantalla, que incluyen anuncios y programas de c¨¢mara oculta, y la pel¨ªcula experimental con Samuel Beckett, y finalmente, un estudio de sus mejores filmes. Recuerda la decena de largos que protagoniz¨® de 1923 a 1928, entre los que hay obras maestras como El maquinista de La General, El colegial, Siete ocasiones?¡ªque en cambio no le gusta tanto a Bogdanovich¡ª o El h¨¦roe del r¨ªo. Adem¨¢s, en una decisi¨®n discutible, Bogdanovich ha a?adido testimonios sobre Keaton de otros actores y cineastas: desde Carl Reiner a Mel Brooks, pasando por Welles, Dick Van Dyke o Quentin Tarantino.
Buster Keaton empez¨® su carrera, como muchos otros c¨®micos del cine mudo, en el vodevil. Sus padres eran una pareja teatral de ¨¦xito. "Fue en 1899, antes de haber cumplido cuatro a?os, cuando me un¨ª oficialmente al n¨²mero de mis padres", recuerda en sus memorias. Y asumi¨® el rol de La Bayeta Humana. "Una de las cosas que descubr¨ª fue que siempre que sonre¨ªa o permit¨ªa que los espectadores sospecharan lo bien que me lo estaba pasando, parec¨ªa que estos no se re¨ªan tanto como de costumbre", asegura. Aprendi¨® a caer observando a sus progenitores y pronto su padre lo us¨® como bala humana, "bayeta, felpudo, saco de patatas o bal¨®n de f¨²tbol", lo que provoc¨® tanta hilaridad entre los espectadores a lo largo de los a?os como alguna prohibici¨®n en distintos Estados de sus actuaciones; los legisladores pensaban que aquel ni?o sufr¨ªa con el show.
Por cierto, el apodo de Buster ¡ªen realidad se llamaba Joseph Frank¡ª se lo puso Houdini, el mago, amigo de los Keaton y que un d¨ªa, tras verlo caer con seis meses, le recogi¨® y dijo: "?Caramba, vaya un buster [porrazo]!". Si es leyenda o no, la bruma envuelve la historia.
"Si te fijas", incide Bogdanovich, "los filmes de Keaton todav¨ªa hoy hacen re¨ªr. En los momentos actuales, en los que la comedia est¨¢ atravesando una crisis de creatividad, Keaton te reconcilia con el g¨¦nero, porque a su habilidad f¨ªsica uni¨® el control total de su rostro y su talento para saber d¨®nde poner la c¨¢mara". Esa sapiencia f¨ªlmica se descubre en c¨®mo le cae la fachada de una casa en El h¨¦roe del r¨ªo o en la avalancha de rocas de Siete ocasiones. ¡°Fue un gran director de comedias, un aspecto que me parece fundamental reivindicar. Welles, que le conoci¨® y admir¨®, me confes¨® que le consideraba uno de los grandes directores de todos los tiempos¡±.
Y su cara: "A lo largo de los a?os han llamado a mi rostro cara de asco, jeta muerta, rostro helado, el gran cara de piedra y, lo crean o no, 'm¨¢scara tr¨¢gica' [...]. La gente dir¨¢ lo que le parezca, pero mi cara ha sido para m¨ª una valiosa marca de f¨¢brica". En 1949 el cr¨ªtico James Agee escribi¨® un famoso art¨ªculo en Life en el que analizaba y equiparaba el talento de Keaton, Charles Chaplin y Harold Lloyd. "Para Buster fue maravilloso", asegura Bogdanovich. Al firmar por MGM, empujado por otras estrellas, Keaton vendi¨® su alma al diablo. No le dejaron ni dirigir ni escribir sus filmes ¡ªhasta ese momento, sol¨ªa trabajar sin guion¡ª y eso acentu¨® su alcoholismo y le llev¨® al divorcio. "La televisi¨®n, su nuevo matrimonio y el reconocimiento europeo postrero le salvaron". Tambi¨¦n su furibunda pasi¨®n por el bridge, que en alg¨²n momento hasta se convirti¨® en fuente de ingresos.
?Hay hoy alguien equiparable a Buster Keaton? ¡°No, por varias razones",?responde Bogdanovich: "El color no ayuda a la comedia, sino que distrae al espectador de lo importante: el gag. Tampoco nadie a¨²na tanta sapiencia en la direcci¨®n, en control exhaustivo de su f¨ªsico ¡ªactualmente solo John C. Reilly es equiparable en dominio del cuerpo¡ª e inventiva en los gags, como demostr¨®, por ejemplo, en El moderno Sherlock Holmes, cuando rompe la cuarta pared. ?Otro Keaton? Imposible¡±.
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