La Macanita se regala un homenaje
La cantaora jerezana hace un recorrido por su discograf¨ªa para celebrar '30 a?os de cante'
Puede que al aficionado le sorprenda el guarismo que nombra el espect¨¢culo con el que la cantaora clausur¨® los Viernes Flamencos de su ciudad natal ante m¨¢s de un millar de personas. No hay alarma: dada la conocida precocidad de la artista, lo de la treintena de a?os ten¨ªa un car¨¢cter simb¨®lico. Ella ha querido reunir en torno a 1989 tres hechos que marcar¨ªan su trayectoria profesional adulta: cuando registra su primera grabaci¨®n, A la luna nueva, es llamada por Manuel Morao para el exitoso espect¨¢culo Flamenco¡ esa forma de vivir y colabora en la colosal obra del guitarrista Manolo Sanl¨²car, Tauromagia, tres trabajos que proyectar¨ªan su carrera de forma definitiva. Su idilio con el cante ven¨ªa de bastantes a?os atr¨¢s, quiz¨¢s desde la cuna.
Que la ni?a iba para artista ya lo hab¨ªa profetizado su abuela cuando, siguiendo el rito de la etnia gitana, le cort¨® las u?as por primera vez. La profec¨ªa se plasm¨® pronto en una precocidad que qued¨® incluso registrada en la hist¨®rica serie Rito y Geograf¨ªa del cante. A la cantaora Tomasa Guerrero Carrasco, La Macanita (Jerez de la Frontera, 1969), todav¨ªa le alcanzaron las vivencias de patio y calle del barrio donde naci¨® y se crio, el de Santiago. Su padre, El Macano, orgulloso de su hija, la llevaba siempre con ¨¦l a fiestas y tabancos. Con el tiempo, llamar¨ªa la atenci¨®n de los maestros de la guitarra jerezana, Morao y Parrilla, que la fueron incorporando a sucesivos proyectos. Participa en espect¨¢culos y grabaciones corales y, todav¨ªa adolescente, da el salto a los tablaos madrile?os. Ella hab¨ªa nacido con un don impagable, un metal de voz de resonancias innegablemente gitanas y con un poso de antiguos ecos. Solo faltaba que los trabajos y los d¨ªas moldeasen la calidad que brotaba de su garganta.
Una suerte de antolog¨ªa de su carrera discogr¨¢fica, compuesta de siete discos en solitario y algunos m¨¢s colectivos, compuso la actuaci¨®n de una noche llena de citas y homenajes y con un repertorio no especialmente habitual. Los amantes de su prodigioso cante por sole¨¢ apenas pudieron disfrutarlo diez minutos, pero eso s¨ª, plenos de fuerza y temple. Antes hab¨ªa arrancado con una sorpresa, la interpretaci¨®n del tango Mirando al Sur, adaptado por Joaqu¨ªn Bustamante para evocar sus or¨ªgenes, su barrio y su padre. Lo hizo acompa?ada por el arpa de la sorprendente Ana Crism¨¢n, con la que tambi¨¦n interpret¨® la grana¨ªna. Y pronto, el recorrido por sus discos guiada por la guitarra de Manuel Valencia: las alegr¨ªas de La luna de Tomasa (2001) y el recuerdo a su querido Fernando Terremoto, quien, antes de dejarnos, le regal¨® dos temas para la grabaci¨®n Solo por eso (2009), los tangos D¨¦jame volar y la hermosa canci¨®n por buler¨ªas Volver a verte. Un pellizquito en el est¨®mago antes del descanso.
Con el piano de Jos¨¦ Zarzana, Macanita elev¨® la temperatura de la noche y puso al respetable en pie. Curiosamente, fue con la copla La torre, que interpret¨® despu¨¦s de acordarse de La Paquera en los tientos acancionados. No pudo faltar en la selecci¨®n esa especie de himno que es Adi¨®s tristeza. Y, por fin, la tanda de buler¨ªas con el pen¨²ltimo recuerdo de la noche a Rafael Fern¨¢ndez El Nene, con las Buler¨ªas del desenamoro y El amante se acerca, y a Mora¨ªto, que se nos fue justo hace ocho a?os. Fernando Soto fue el invitado estrella antes de abordar el fin de fiesta de una noche en la que Tomasa se dio un merecido homenaje.
Babelia
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