Ultra sin
Hemos conocido a un ultraderechista apol¨ªtico
Hemos conocido a un ultraderechista apol¨ªtico. Fue raro. Los lunes en los pueblos con mar parece que Dios le tiene que estar dando cuerda a las cosas. Hab¨ªamos pasado el domingo comiendo en San Vicente carnes de vaca vieja, que por cierto las comimos fr¨ªas porque Elisardo Bastiaga insisti¨® en hacerle fotos a los platos para, dijo, tener fondo de armario en Instagram (Bastiaga, 99 followers, de nuevo rozando la gloria, ha enloquecido con las fotos: no se puede soltar una risa sin tener que repetirla con el sol o el mar detr¨¢s para que te haga la imagen, pues ¡°la felicidad es primordial¡±).
Despu¨¦s pasamos a tomar una copa en el N¨¢utico, y all¨ª Bastiaga, sentado como un viejo apacible esperando a que se pusiese el sol mientras eleg¨ªa filtro, conoci¨® a un instalador de aire acondicionado que se present¨® diciendo entre risas tremendas que se llamaba Le¨®n y era de Le¨®n. Bastiaga mir¨® para m¨ª y yo mir¨¦ para Bastiaga, que puso cara de estar so?ando. Que sea lo que Dios quiera, pens¨¦.
Le¨®n pidi¨® co?ac; todas las se?ales eran preocupantes. Bien es verdad que era domingo, pero caramba, no ha empezado ni la Liga. Mov¨ª la silla unos cent¨ªmetros para poder escuchar a aquellas dos fuerzas de la naturaleza, el estrafalario pero inteligent¨ªsimo Bastiaga, pendiente de la llegada del follower 100 y del tel¨¦fono m¨®vil por si le llamaba Barack Obama, y Le¨®n de Le¨®n, que empez¨® la conversaci¨®n como los boxeadores que tantean primero al rival soltando bofetadas de advertencia. A Le¨®n, aclar¨®, no le interesaba la pol¨ªtica, pero eso no quer¨ªa decir, por supuesto, que no le interesase Espa?a. Ya empez¨¢bamos.
Le¨®n, por ejemplo, le dijo a Bastiaga que en Espa?a no caben todos, ¡°una obviedad¡±. ¡°Es una desgracia porque ojal¨¢ se pudiese, pero no se puede¡±, le estaba diciendo a Bastiaga mientras perd¨ªa la mirada en el Atl¨¢ntico, no se fuese a colar nadie. Fue el principio y fue lo m¨¢s suave, porque una cosa es que a Le¨®n no le interesase la pol¨ªtica y otra cosa es que no hiciesen falta partidos que defendiesen la patria. ¡°Pero ?usted no es apol¨ªtico?¡±, fue lo ¨²nico que le pregunt¨® Bastiaga, a lo que nuestro hombre contest¨® ¡°por supuesto¡±, y que ¨¦l respeta la ideolog¨ªa de todo el mundo de igual modo que espera que se respete la de ¨¦l, que es b¨¢sicamente la de no respetar la de los dem¨¢s. Bastiaga pidi¨® agua con gas.
Toc¨® Morgan ese d¨ªa en el N¨¢utico de San Vicente, y con la m¨²sica de fondo nuestro hombre, el se?or Le¨®n, arm¨® un discurso pol¨ªtico a media tarde que dej¨® a la mesa pasmada, sobre todo porque normalmente quien aborrece de la pol¨ªtica suele aborrecer de las necesidades de los dem¨¢s, y ese discurso a medida que crecen los co?acs es tan peligroso que terminamos huyendo de all¨ª, no fuera a decir tambi¨¦n que ¨¦l pasaba de las armas, del machismo y que le tra¨ªa sin cuidado el Tercer Reich al grit¨® de qu¨¦ reich ni que reicha.
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