Cuando el hombre m¨¢s famoso del Reino Unido se sub¨ªa a los ¨¢rboles
Un libro re¨²ne los diarios de los viajes que hizo en los a?os cincuenta el legendario presentador de la BBC David Attenborough para grabar el programa de naturaleza ¡®Zoo Quest¡¯, su primer gran hito televisivo
El joven David Attenborough mir¨® de frente al perezoso, que hizo un lamentable intento por asustarle emitiendo lo que parec¨ªa querer ser un gru?ido, pero no fue m¨¢s que un ¡°leve resuello ahogado¡±. Encaramados a un ¨¢rbol, a 12 metros del suelo en mitad de la selva de Guyana, comenzaron entones un rid¨ªculo baile a c¨¢mara lenta en el que, cada vez que el hombre lograba soltar de la liana una pata del animal, este simplemente se volv¨ªa a agarrar con las otras. La coreograf¨ªa se repiti¨® varias veces, hasta que por fin consigui¨® enga?ar al perezoso, que ten¨ªa el ¡°tama?o de un perro pastor grande¡±, para que se aferrase a otra liana distinta, una que estaba previamente cortada y preparada y gracias a la cual consigui¨®, ya con toda facilidad, bajarle al suelo.
Era 1955 y aquel David Attenborough de 29 a?os (la escena est¨¢ descrita en el libro Aventuras de un joven naturalista, recientemente publicado en espa?ol por Ediciones del Viento) estaba todav¨ªa muy lejos de convertirse en una leyenda de los documentales de naturaleza de la BBC y, seg¨²n una encuesta de YouGov del pasado noviembre, en la persona m¨¢s famosa del Reino Unido. Pero subido a aquel ¨¢rbol de Guyana, probablemente sin ser muy consciente de ello, estaba ya cambiando la historia de la televisi¨®n con un formato en el que se hab¨ªa empe?ado en mezclar dos precedentes muy distintos.
Por un lado, un programa de principios de los a?os cincuenta en el que el naturalista George Cansdale mostraba semanalmente en plat¨® y en directo algunos de los animales del zoo de Londres. Por otro, el que se emiti¨® a partir del trabajo de la pareja de cineastas Armand y Michaela Denis, que hab¨ªan grabado en Kenia espectaculares im¨¢genes de animales salvajes en su entorno natural.
As¨ª, la idea que dise?¨® Attenborough para la BBC se llamaba Zoo Quest y consist¨ªa en ir a buscar animales para el zoo de Londres, grabarles en su entorno y durante las capturas, y usar esas im¨¢genes para completar la emisi¨®n del programa, en la que se mostrar¨ªan los ejemplares ya en el plat¨®. El libro Aventuras de un joven naturalista re¨²ne los diarios que escribi¨® durante el viaje a Guyana para la segunda temporada de la serie, y los que le llevar¨ªan en 1956 a Indonesia en busca, entre otros, de un drag¨®n de Komodo y a Paraguay en 1959 con la esperanza de localizar a un armadillo gigante.
El gran acierto de Attenborough fue combinar aquellas dos ideas, completamente separadas entonces y pertenecientes a opciones audiovisuales muy distintas, seg¨²n el profesor de Ciencia y Tecnolog¨ªa del University College de Londres Jean-Baptiste Gouyon. ¡°Cre¨® una cultura original de la televisi¨®n sobre naturaleza¡±, asegura. Antes hab¨ªa tenido que resolver algunos problemas t¨¦cnicos, como la necesidad de utilizar un equipo mucho m¨¢s ligero que el que se usaba en la televisi¨®n de la ¨¦poca. Decidi¨® para ello grabar con pel¨ªcula de 16 mil¨ªmetros en vez la est¨¢ndar de 35 mil¨ªmetros, a lo que el director de programas de la BBC se resisti¨® con fiereza (era un formato para aficionados, no para profesionales, bramaba) hasta que acept¨® a rega?adientes con una condici¨®n: aunque la emisi¨®n ser¨ªa en blanco y negro, llevar¨ªan pel¨ªcula en color, menos sensible, pero con mucha m¨¢s resoluci¨®n. Esto no solo signific¨® a la larga que buena parte de aquellas im¨¢genes se han acabado viendo en color (la BBC las difundi¨® en 2016), sino que le obligaron a buscar fuera de la cadena al c¨¢mara que se convertir¨ªa en su compa?ero de aventuras: Charles Lagus.
?xito inmediato
Emitido por primera vez en 1954, el ¨¦xito de Zoo Quest fue enorme e inmediato (hubo siete entregas hasta 1963). Entre otras cosas, asegura el profesor Gouyon, porque conectaba perfectamente con la sociolog¨ªa de la ¨¦poca, esto es, ¡°el fin del imperio brit¨¢nico¡±: ¡°Proporcion¨® al p¨²blico (en su mayor parte, clase media urbana) la ilusi¨®n tranquilizadora de la permanencia del imperio en un momento en que su influencia estaba disminuyendo; la crisis de Suez en 1956 [la breve guerra del Sina¨ª contra Egipto que acab¨® con la retirada del Reino Unido y Francia] fue una humillaci¨®n nacional. En el momento en el que se emiti¨® Zoo Quest, la literatura popular, en particular para ni?os y adolescentes, estaba llena de historias de valientes exploradores brit¨¢nicos que recolectaban animales para los zool¨®gicos¡±.
Eso es precisamente lo que ofrece Aventuras de un joven naturalista, las emocionantes andanzas de un explorador en un mundo desconocido y ex¨®tico, contadas con esa iron¨ªa y esa capacidad para re¨ªrse de uno mismo tan reconocible en la tradici¨®n brit¨¢nica de la literatura de viajes. Hay muchas escenas de capturas. La del perezoso es una de ellas, pero las hay bastante m¨¢s peligrosas, como la que le enfrent¨® solo a una enorme serpiente pit¨®n en Java porque sus acompa?antes, un ni?o y un anciano lugare?os, no le entendieron o se asustaron en el ¨²ltimo momento.
Los sobresaltos del camino tambi¨¦n ocupan un espacio fundamental, desde el barco de pescadores que en el viaje a la isla de Komodo result¨® ser de contrabandistas, hasta el accidente que casi les cuesta la expedici¨®n en mitad del r¨ªo Curuguaty, en el centro de Paraguay, incluyendo alg¨²n que otro obst¨¢culo que parec¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de sortear que cualquier lluvia torrencial o el ataque de una nube de mosquitos: la burocracia en Yakarta.
Attenborough describe escenarios de belleza sobrecogedora (una tormenta de mariposas en la selva paraguaya, los volcanes de la isla de Java o las cataratas de Maipuri en el r¨ªo Potaro, en Guyana) y otros que muestran un mundo en plena descomposici¨®n: ¡°En otros tiempos, la tribu no se quedaba mucho en el mismo sitio, sino que nomadeaba por el Chaco [una zona de condiciones naturales extremas entre Paraguay, Bolivia y Argentina] construyendo campamentos temporales all¨ª donde encontraban buena caza; sin embargo, la mayor parte de los habitantes de esta aldea hab¨ªan abandonado su estilo de vida tradicional y trabajaban como peones¡±.
Un mundo perdido
Y, por supuesto, como en todo buen libro de aventuras, hay aventureros, grandes personajes que recorren las p¨¢ginas, entre los que destacan la pareja formada por Tiny y Connie McTurk. Viv¨ªan en Karanambo, al suroeste de Guyana, en la frontera con Brasil, en una casa que dej¨® impresionado a Attenborough por ser ¡°un mundo en s¨ª misma¡±. En la estancia principal conviv¨ªan varias sillas de montar de cuero con cuatro motores fueraborda, numerosos aparatos de radio, tres grandes hamacas brasile?as y cajas de naranjas haciendo de sillas alrededor de la mesa, un enorme reloj junto a "un feroz arsenal, con pistolas, ballestas, arcos, flechas, cerbatanas, sedal para pescar¡".
Tiny hab¨ªa sido buscador de diamantes, minero y cazador antes de establecerse all¨ª, y ten¨ªa muchas historias que contar: todos los jaguares que hab¨ªa matado para proteger a su ganado, la banda de cuatreros brasile?os que le robaban caballos hasta que cruz¨® la frontera, les quit¨® las armas a punta de pistola y redujo sus casas a cenizas, aquella vez que un hechicero quiso echarle mal de ojo y le sali¨® el tiro por la culata¡ Eran, sin duda, otros tiempos y, por eso, el libro es tambi¨¦n un registro de aquel mundo perdido.
Y adem¨¢s, los Monty Phyton
Ganador del premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2009, David Attenborough (Isleworth, Reino Unido, 93 a?os) es una figura clave de la BBC, la prestigiosa televisi¨®n p¨²blica brit¨¢nica. Lo es por su carrera vinculada a los documentales de naturaleza, que empez¨® con Zoo Quest, pero incluye t¨ªtulos como Life on Earth, La vida privada de las plantas, Planeta azul, Planeta Tierra y el recient¨ªsimo Nuestro planeta (este, para Netflix, tuvo cierta pol¨¦mica por una escena de un grupo de focas que se tira por un acantilado).
Pero Attenborough entr¨® a trabajar a la BBC a principios de los a?os cincuenta como ejecutivo, y como tal pas¨® gran parte de su carrera. De hecho, en ese puesto tambi¨¦n se puede se?alar alg¨²n que otro hito en su curr¨ªculo: supervis¨® en 1965 para la BBC2 las primeras retransmisiones en color, tres semanas antes que la televisi¨®n alemana y cuatro a?os despu¨¦s, en 1969, fue el ejecutivo que encarg¨® a los Monty Phyton programa Flying Circus. Attenborugh se ha quitado m¨¦rito en m¨¢s de una ocasi¨®n en lo que se refiere al m¨ªtico programa de humor, que se convirti¨® en un fen¨®meno global y en inspiraci¨®n para varias generaciones de humoristas de todo el mundo. Sin embargo, alg¨²n m¨¦rito tendr¨¢ probablemente el ejecutivo que dio el visto bueno definitivo a un espacio tan audaz, tan distinto y que, de hecho, tuvo que remontar unas baj¨ªsimas audiencias iniciales y fuertes cr¨ªticas internas de la propia cadena.
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