Rescate y complejo
Bastiaga respondi¨® que la fama se la trae sin cuidado, momento en el que empez¨® a ser famoso
Esto no abrir¨¢ los telediarios, pero mi amigo Elisardo Bastiaga fue ayer a una playa nudista. A la de Bascuas, concretamente, que fue durante a?os el hermoso centro de peregrinaci¨®n de las multitudes que sal¨ªan de La Manga y terminaban desnudas en la orilla creyendo que la vida iba a estar ah¨ª siempre para ellas; y no, hasta la vida, como el sol, se pone.
Todo ha cambiado ya, y ahora en lo alto de la duna se amontonan instagramers ara?ando los ¨²ltimos followers de la temporada alta. No fue a eso Bastiaga (99 seguidores seg¨²n las ¨²ltimas notificaciones, no llegamos a 100 ni a tiros, y eso que el otro d¨ªa consigui¨® hacerle una foto al sol a trav¨¦s de una copa, pero apenas tuvo repercusi¨®n). Bastiaga entr¨® en la playa por despiste y por curiosidad, creo yo. El caso es que baj¨® muy feliz y cuando ya estaba en la arena empez¨® a arrepentirse. Como asesor en las negociaciones de Gobierno supongo que la sensaci¨®n de bajona fue familiar: pens¨® que los dem¨¢s lo iban a recibir desnudos sin tener que desnudarse ¨¦l.
Extendidas las toallas, los dos nos sentamos mirando el horizonte mientras habl¨¢bamos de nuestras cosas. El d¨ªa anterior present¨¦ mi libro en Bueu, le dije, y all¨ª la librer¨ªa Miranda hizo lo que mejor sabe: meter 300 personas en un auditorio como si los libros fuesen conciertos. Y le a?ad¨ª que en las firmas hasta tres lectoras preguntaron por ¨¦l, por Bastiaga. Preguntaron si era ¡°de verdad¡±. Les dije: ¡°Si le digo la verdad le mentir¨ªa¡±. Bastiaga respondi¨® que la fama se la trae sin cuidado, momento en el que empez¨® a ser famoso.
Divis¨® a lo lejos a un se?or ahog¨¢ndose y sali¨® a por ¨¦l como alma que lleva el diablo. Nad¨® ¨¢gil y bello, incluso en algunos metros al estilo mariposa y la playa, ya en pie, contemplaba su culo emerger como el lomo de un delf¨ªn. Lleg¨® hasta la v¨ªctima, la agarr¨® seg¨²n el protocolo y empez¨® a bracear hasta la orilla con una mano mientras con la otra cargaba al hombre. Todos est¨¢bamos en pie, desnudos y emocionados aplaudiendo la escena, y como quiera que mi amigo se dio cuenta del espect¨¢culo, y de que el agua congelada hab¨ªa dejado su pito en tal estado que le costaba siquiera creer que segu¨ªa en su sitio, Bastiaga (potencialmente 3.500 followers en ese momento) tom¨® una decisi¨®n memorable.
La mano con la que daba la brazada la bajaba de vez en cuando para tocarse un poco, no al objeto de salir con una erecci¨®n, pero s¨ª al menos en un estado de reposo digno. Fue un error de primero de salvamento mar¨ªtimo, no ya solo por lo que ten¨ªa de anticuada masculinidad, sino porque al dejar de bracear, los dos se hund¨ªan un poco, y la playa estallaba en un alarido de horror. Solo una despistada aplaud¨ªa cuando llegaron a la orilla. Bastiaga (94 followers) infravalor¨® el Atl¨¢ntico, sobrevalor¨® la gloria (quer¨ªamos al ahogado vivo, no a su salvador plet¨®rico) y la v¨ªctima trag¨® tanta agua en el ¨²ltimo tramo que hubo que llevarlo a Urgencias del sanatorio Santa Cristina, donde se debate entre la vida y la muerte.
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