La vida robada de Zhu Ling
Hace 25 a?os Internet salv¨® la vida a una brillante universitaria, pero su envenenamiento qu¨ªmico sigue siendo un misterio
Sus compa?eros de clase en la mejor universidad del pa¨ªs la defin¨ªan como una chica inteligente, atractiva y llena de talento. Lo ten¨ªa todo para triunfar y, como hija de familia humilde, se lo hab¨ªa ganado con esfuerzo. Pero hoy Zhu Ling no es la persona que podr¨ªa haber sido: apenas puede hablar ni moverse, es casi ciega y tiene la capacidad mental de una ni?a de seis a?os, aunque haya cumplido 46. ¡°Su memoria se detiene antes del accidente, no recuerda nada de lo que pas¨®¡±, contaba su madre en un documental producido hace a?os por una televisi¨®n china. Esta historia empieza donde la memoria de Zhu Ling acaba.
Tsinghua es la m¨¢s prestigiosa universidad china. Cada a?o, 9,5 millones de estudiantes se presentan al gaokao, las pruebas de acceso. Para todos, Tsinghua es su mayor aspiraci¨®n, pero solo 3.000 lo logran. En 1992, Zhu Ling fue una de los elegidos. Estudiaba F¨ªsica y Qu¨ªmica y era de las mejores de su clase. Tambi¨¦n tocaba el piano y el guqin [instrumento de cuerda] y era miembro del equipo de nataci¨®n. A finales de 1994, mediado su segundo curso lectivo, comenzaron los primeros s¨ªntomas extra?os, un aviso de la desgracia que se avecinaba.
¡°Empez¨® a dolerle la espalda, luego las piernas y el est¨®mago; m¨¢s tarde todo el cuerpo. En un par de d¨ªas perdi¨® todo el pelo¡±, recordaba su madre. Zhu Ling fue ingresada. A pesar de que ninguno de los m¨¦dicos fue capaz de entender qu¨¦ le hab¨ªa sucedido, al cabo de unas pocas semanas se recuper¨®. A principios de 1995 fue dada de alta y regres¨® a casa. Zhu Ling retom¨® sus estudios en febrero. Ocho d¨ªas m¨¢s tarde, el martirio volvi¨® a empezar. El dolor esta vez era a¨²n mayor. ¡°Se agarraba al cabecero de la cama, chillando, hasta que se desmay¨®¡±. Fue ingresada en el Peking Union Medical College Hospital, una de las m¨¢s avanzadas instituciones sanitarias del pa¨ªs, aunque nadie pudo desentra?ar su caso. Empeor¨®, y unas horas despu¨¦s, Zhu Ling entraba en coma.
El misterio de su dolencia conmocion¨® al pa¨ªs. Muchos la visitaron en el hospital, entre ellos Bei Zhicheng, antiguo compa?ero de clase a quien se le ocurri¨® c¨®mo ayudarle: un amigo en la Universidad de Pek¨ªn estaba haciendo experimentos con una cosa llamada Internet. Habl¨® con los padres de Zhu Ling: ¡°Quiz¨¢ all¨ª podamos encontrar ayuda, est¨¢ conectado con todo el mundo¡±. Accedieron. En 1995, Internet acababa de llegar a China. Solo unos pocos centros ten¨ªan acceso: el de la Universidad de Pek¨ªn era uno de ellos. Bei Zhicheng escribi¨® en la plataforma de discusi¨®n Usenet un mensaje titulado SOS, en el que detallaba el historial m¨¦dico de Zhu Ling. La primera respuesta lleg¨® a los 10 minutos. Dos semanas despu¨¦s, ya eran 3.000. La mayor¨ªa, escritas por doctores de todo el mundo, mencionaban la misma palabra: talio.
N¨²mero 81 en la tabla peri¨®dica, muy soluble en agua, muy t¨®xico. Aunque en un primer momento consideraron esta hip¨®tesis, la descartaron tras comprobar que Zhu Ling no hab¨ªa empleado este elemento en sus pr¨¢cticas de laboratorio. El hospital no contaba con el equipamiento necesario para realizar las pruebas, pero la salvaci¨®n lleg¨® en forma de tarjeta de visita: ¡°Doctor Chen Zhenyang, toxic¨®logo. Especializado en talio¡±. ¡°La concentraci¨®n de talio en su cuerpo era 10.000 veces superior a lo normal¡±, recordaba el doctor en una entrevista. "Nunca hab¨ªa visto algo parecido". El tratamiento era sencillo: azul de Prusia, pigmento muy habitual y presente en pinturas industriales. Zhu Ling salv¨® la vida, pero muchos de los da?os fueron irreversibles.
El an¨¢lisis del doctor Chen, adem¨¢s, mostraba dos picos, correspondientes a los d¨ªas previos a los dos ingresos. No hab¨ªa duda: Zhu Ling hab¨ªa sido envenenada. La familia puso el caso en manos de la polic¨ªa. Solo hubo una sospechosa: una de sus compa?eras de habitaci¨®n, Sun Wei, la ¨²nica estudiante universitaria con permiso oficial para experimentar con talio. Tras un interrogatorio de ocho horas, Sun Wei fue puesta en libertad. Los rumores dicen que la conexi¨®n de su familia con la ¨¦lite del Partido Comunista chino tuvo mucho que ver. Sun Wei nunca enfrent¨® cargos, se cambi¨® de nombre y emigr¨® a EE UU. Pese a la indignaci¨®n popular, el caso se cerr¨® tres a?os despu¨¦s sin respuestas.
La persona que era se perdi¨® para siempre, pero Zhu Ling todav¨ªa vive. A sus 46 a?os, es totalmente dependiente de sus padres, ya ancianos. ¡°Cuando llegue nuestro momento, quisi¨¦ramos que Ling abandonara este mundo con nosotros¡±, declar¨® su padre en una de las pocas entrevistas que ha concedido. Zhu Ling no recuerda nada de lo que pas¨®. Sin embargo, ellos s¨ª: ¡°Lo ¨²nico que necesitamos es saber la verdad¡±.