Ser enfermo mental en China: estigmatizado, ignorado y sin tratamiento
Cerca de 100 millones de chinos padecen patolog¨ªas psiqui¨¢tricas. 54 millones sufren depresi¨®n. Solo hay 1,7 psiquiatras por cada 100.000 ciudadanos
Durante a?os, Liu Chunhua fue una cara mucho m¨¢s conocida en comisar¨ªa que en la consulta de Psiquiatr¨ªa de su hospital local. Cuando o¨ªa voces que le ordenaban arrebatar los m¨®viles a quienes ten¨ªa cerca, vagaba sin rumbo, hablaba sola o sufr¨ªa s¨²bitos y violentos cambios de humor, los vecinos llamaban de inmediato a la polic¨ªa para que se la llevara e intentara calmarla. Hasta que finalmente, en 2006, durante uno de esos episodios, uno de sus hermanos decidi¨® que hab¨ªa tenido bastante y llev¨® a Liu (que prefiere usar un nombre supuesto) al hospital de Anding, el m¨¢s prestigioso en enfermedades mentales de todo Pek¨ªn. La mujer, que hoy tiene 53 a?os, fue finalmente diagnosticada con esquizofrenia. Era la primera vez que su hija de 14 a?os o¨ªa esa palabra.
Los primeros meses fueron dif¨ªciles. Liu rechazaba tomar su medicaci¨®n, se quejaba de los ruidos, sufr¨ªa pesadillas en las que o¨ªa disparos. ¡°Quer¨ªa suicidarme. No pod¨ªa soportar el sufrimiento. Pero las voces me dec¨ªan que ni muri¨¦ndome pod¨ªa esconderme¡±, recuerda. Finalmente, qued¨® ingresada en un centro comunitario especializado. ¡°Estaba bien. Uno se sent¨ªa seguro all¨ª dentro. Pod¨ªamos jugar a la pelota, cantar en coro, tejer a veces¡¡± Hoy, jubilada anticipadamente de su trabajo en una f¨¢brica debido a su enfermedad, mantiene los s¨ªntomas bajo control. Es una de las afortunadas en China.
En este pa¨ªs modernizado a un ritmo nunca visto en la historia, urbanizado a marchas forzadas y de profundas desigualdades entre ricos y pobres, cerca de 100 millones de chinos ¡ªun 13,7% de la poblaci¨®n¡ª padecen enfermedades mentales. Y la cifra sigue creciendo, admite el Gobierno. Seg¨²n las cifras del Ministerio de Sanidad, 54 millones de ellos sufren depresi¨®n. Muchos nunca llegan a acudir a un m¨¦dico o recibir tratamiento. En el caso de la depresi¨®n, solo un 30% est¨¢n diagnosticados; apenas un 10% se somete a terapia, calcula el peri¨®dico Shanghai Daily.
La escasez de especialistas no contribuye en absoluto a combatir el problema. En 2014 apenas hab¨ªa 23.000 psiquiatras cualificados en China, el equivalente a 1,7 por 100.000 habitantes, seg¨²n datos de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). En Estados Unidos, esa proporci¨®n es de 12 por 100.000, por ejemplo; en Noruega, 30 por 100.000.
La OMS calcula que el coste de la depresi¨®n suma en China cerca de 7.800 millones de d¨®lares anuales, en d¨ªas laborables perdidos, gastos m¨¦dicos y pagos de funerales. ¡°Los costes de la depresi¨®n se conocen. Lo que se sabe menos es que por cada d¨®lar empleado en tratamiento contra la depresi¨®n, la sociedad gana cuatro d¨®lares en mejor salud y capacidad de trabajo¡±, puntualiza su director para China, Bernhard Schwartl?nder. Sin embargo, la partida que se dedica a las enfermedades mentales en el presupuesto chino ronda apenas el 1%.
Es algo que tiene ra¨ªces hist¨®ricas. En un pa¨ªs que dispuso hasta hace 20 a?os de recursos muy limitados, los cuidados mentales eran secundarios frente al tratamiento contra enfermedades mortales. Las supersticiones tradicionales consideraban que un enfermo mental representaba una maldici¨®n del cielo. Bien pod¨ªan acabar presos en su propia casa, encerrados por sus familias para evitar el qu¨¦ dir¨¢n, o en manicomios en condiciones lamentables. Durante la ¨¦poca mao¨ªsta, los que padec¨ªan depresi¨®n se consideraban traidores al r¨¦gimen, carentes del entusiasmo exigido para participar en la creaci¨®n de la ¡°nueva China¡±.
A¨²n hoy, persiste un enorme desconocimiento, que puede incluso facilitar los errores en algunos casos. No es infrecuente que la depresi¨®n se confunda con un bajo estado de ¨¢nimo o con alg¨²n tipo de debilidad pasajera; nada que no se cure con una buena alimentaci¨®n, con disciplina o con el paso del tiempo. Tambi¨¦n abunda la idea de que es algo que solo ocurre a personas d¨¦biles, f¨ªsica o mentalmente.
En el caso de problemas m¨¢s visibles o dr¨¢sticos, la primera reacci¨®n de mucha gente es llamar a la polic¨ªa y no a los m¨¦dicos. Como le pas¨® a Liu. "Piensan que la polic¨ªa puede controlar al enfermo, pero los m¨¦dicos no¡±, explica Cindy, su hija.
Incluso cuando el paciente reconoce los s¨ªntomas, es renuente a pedir ayuda. ¡°Les da miedo que su c¨ªrculo de amigos y familia, o sus jefes, puedan no entenderle, que puedan perder sus trabajos si hacen p¨²blico lo que les pasa. Tambi¨¦n les preocupa pensar que pueda ser algo incurable¡±, explica Wu Hua, director de Shangshan, una fundaci¨®n dedicada a educar sobre la depresi¨®n
¡°En nuestra cultura, el sentimiento de verg¨¹enza es enorme¡±, explica T, un voluntario de Tulip, una ONG de apoyo a los pacientes de depresi¨®n en Shangh¨¢i. ¡°No somos muy tolerantes con lo que es diferente. Todos tenemos que ser iguales, hacer lo mismo. Los enfermos mentales pueden encontrarse muy aislados¡±, dice.
Aunque esas actitudes est¨¢n cambiando. El p¨²blico comienza a ser m¨¢s consciente del problema gracias al cine, la televisi¨®n, y a trav¨¦s de las redes sociales. Cada vez hay m¨¢s famosos que admiten batallar con una enfermedad mental y que han conseguido que la opini¨®n p¨²blica debata el asunto.
Zhang Jin, director adjunto de la revista econ¨®mica Caixin, es uno de ellos. En 2012 necesit¨® un a?o entero de consultas y varios cambios de m¨¦dicos antes de que se le diagnosticara un trastorno bipolar, una experiencia que describi¨® en su libro Bypass. ¡°Hace 15 a?os la gente no hab¨ªa o¨ªdo la palabra ?depresi¨®n?, ahora es algo que est¨¢ en la calle¡±, explica.
De manera, eso s¨ª, muy desigual. Enfermos como ¨¦l o como Liu, de clase media y residentes en la capital, tienen mayor acceso a especialistas y hospitales que los habitantes de ciudades m¨¢s remotas, donde los psiquiatras pueden ser una rareza.
El Gobierno chino ha empezado a dar pasos para hacer frente al problema. En 2012 aprob¨® la primera ley de salud mental, que proh¨ªbe ingresar a los pacientes sin su permiso. Y en diciembre convirti¨® esta cuesti¨®n en prioritaria al dar luz verde a un documento pol¨ªtico sobre la gesti¨®n de las enfermedades psiqui¨¢tricas. El texto busca mejorar la atenci¨®n psiqui¨¢trica en los centros m¨¦dicos, lugares de trabajo y universidades para 2030.
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