Las mujeres que insuflan vida al vidrio
Cultura protege el oficio de soplador y aspira a que sea incluido por la Unesco en la lista de patrimonio inmaterial. La tradici¨®n se ha feminizado en los ¨²ltimos a?os
Todo sucede en apenas cinco minutos. Olga Garc¨ªa acerca su ca?a de metal al crisol del horno, donde aguardan 500 kilos de vidrio fundido, hirviendo. En ese momento es fuego l¨ªquido. De ah¨ª saldr¨¢n cerca de 120 copas y unos 80 vasos el d¨ªa de m¨¢xima producci¨®n. Tambi¨¦n jarras, licoreras, floreros a precios altos. Es un proceso r¨¢pido y muy delicado. La artesana ahora sopla con precisi¨®n y una burbuja de aire se abre camino sin prisa -como un globo que se hincha a c¨¢mara lenta- en esa bombilla incandescente que cuelga del extremo de la vara met¨¢lica. Poco a poco el naranja pierde bravura y deja paso a la transparencia n¨ªtida del cristal. Olga se mueve de un puesto a otro, de unas herramientas a otras, para alumbrar en cada parada la forma final del vaso.
Olga no est¨¢ sola. Le acompa?an otros dos compa?eros y los visitantes de la Real F¨¢brica de Cristales de La Granja de San Ildefonso (Segovia), que est¨¢n en uno de los dos ¨²ltimos talleres de vidrio soplado de Espa?a. El otro es Gordiola, en Mallorca. Pero la particularidad de la sede segoviana es que son las mujeres las que mantienen el oficio, en una tradici¨®n que se remonta al siglo XVIII y mantiene la t¨¦cnica. Soplando son dos frente a tres hombres y en el resto de puestos ellas ganan por goleada (en la talla, ellas son tres y solo uno; en l¨¢mparas, dos mujeres). Olga, como el resto de sus compa?eras, entraron a trabajar en la Fundaci¨®n Centro Nacional del Vidrio, gestora de la Real F¨¢brica, hace 25 a?os. Entonces se cre¨® la primera escuela p¨²blica, con el objetivo de revitalizar el oficio en extinci¨®n, y se presentaron 50 personas; 47 eran mujeres.
Durante la crisis econ¨®mica se han cerrado muchos hornos y f¨¢bricas. Los j¨®venes sopladores emigran a Francia Mar¨ªa P¨ªa Tim¨®n
En las pr¨®ximas semanas el Ministerio de Cultura, tal y como ha podido saber este peri¨®dico, iniciar¨¢ el tr¨¢mite para declarar el vidrio soplado manifestaci¨®n representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. La Direcci¨®n General de Bellas Artes tambi¨¦n planea poner en marcha una candidatura colectiva (junto con Alemania, Finlandia, Rep¨²blica Checa, Francia y Turqu¨ªa) para lograr que la UNESCO declare el oficio del vidrio soplado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La misma iniciativa compartida est¨¢ en marcha con el esparto (con candidatura con T¨²nez, Mauritania, Argelia, Marruecos y Libia) y la presentar¨¢n el pr¨®ximo marzo. Espa?a es el tercer pa¨ªs con m¨¢s bienes declarados por la organizaci¨®n internacional y la ¨²nica manera de incluir nuevos bienes inmateriales espa?oles en la lista es con compartiendo bienes, explican desde Cultura.
La categor¨ªa ¡°inmaterial¡± confunde a los espont¨¢neos que llaman al tel¨¦fono del Ministerio para que eleven a declaraci¨®n patrimonial la puesta de sol de su pueblo. ¡°Porque ha existido desde siempre¡±, argumentaba aquel hombre que habl¨® con Mar¨ªa P¨ªa Tim¨®n. Ella es la coordinadora del Plan Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial y el vecino quer¨ªa hacer de lo suyo algo inolvidable, algo a proteger. De eso se trata: de apoyar una labor centenaria para que no desaparezca. En este caso, el vidrio soplado compite contra el vidrio industrial. ¡°Es una lucha desigual¡±, dice Mar¨ªa P¨ªa Tim¨®n. ¡°Durante la crisis econ¨®mica se han cerrado muchos hornos y f¨¢bricas. Los j¨®venes sopladores emigran a Francia. El vidrio soplado es un oficio de tradici¨®n muy vulnerable. Por eso vamos a presentarlo tambi¨¦n a la UNESCO como candidatura com¨²n. Nos interesa declararlo por la variedad del producto que ofrecen¡±, cuenta.
Machismo tradicional
El Observatorio de G¨¦nero del Ministerio de Cultura acaba de hacer p¨²blico un informe realizado por el Instituto del Patrimonio Cultural de Espa?a (IPCE), en el que se concluye que si el Patrimonio Cultural Inmaterial deja de evolucionar, morir¨¢ y desaparecer¨¢. Y esa modernizaci¨®n pasa por la participaci¨®n de la mujer y la ruptura de los roles de g¨¦nero inmutables. Suena a paradoja, pero para que el Patrimonio Inmaterial sobreviva no puede dejar de cambiar. ¡°No nos parece admisible la opini¨®n de que las tradiciones ¡°han de seguir siendo iguales¡±, puede leerse en el escrito. El estudio advierte que la llegada femenina a las tradiciones se resiste en algunos pueblos, pero que con ¡°la propia voluntad de las mujeres y la existencia de normas que la favorezcan¡± se continuar¨¢ avanzando.
Nos ve¨ªan d¨¦biles para este trabajo, pero se trata m¨¢s de habilidad y delicadeza que fuerza Olga Garc¨ªa
Proponen la incorporaci¨®n y aprendizaje de la educaci¨®n en igualdad desde la infancia: ¡°Si las ni?as de Elche aprenden la m¨²sica del Misteri desde su infancia, al igual que hacen los ni?os, seguro que llegar¨¢ un momento en que pidan actuar igual que sus hermanos. Si en las danzas guerreras o masculinas las ni?as comienzan a formar parte de los grupos de danzantes, aprender¨¢n a bailar y exigir¨¢n hacerlo en el futuro¡±, apuntan. Reclaman una incorporaci¨®n ¡°natural¡± y paulatina, ¡°sin grandes revueltas¡±.
¡°La costumbre y el profundo sentido machista de la educaci¨®n tradicional en nuestro pa¨ªs impiden que esta incorporaci¨®n se produzca de forma normalizada¡±, sostiene sobre las procesiones el informe del IPCE. Y cuenta que una informante de Zamora relata c¨®mo los comentarios del p¨²blico suelen ser m¨¢s crueles con las mujeres que van en la procesi¨®n, sobre su vestuario y sobre su apariencia (en Zamora las cofrad¨ªas son mixtas desde hace 15 a?os). En Sevilla, relata otra informante, las mujeres de la cofrad¨ªa se dedican a vestir al santo y a preparar los bocadillos de los costaleros. En el Pa¨ªs Vasco tienen un problema con las Sociedades Gastron¨®micas y sus estatutos contrarios a que las mujeres puedan acceder como socias de pleno derecho en ellas, a pesar de que deben hacerlo por ley desde 2012.
Tener un futuro
¡°Antes a las mujeres solo nos dejaban trabajar embalando las copas y los vasos. Ten¨ªamos prohibido entrar en el horno. Nos ve¨ªan d¨¦biles para este trabajo, pero se trata m¨¢s de habilidad y delicadeza que fuerza¡±, dice Olga. Suma 25 a?os en el horno y asegura haber aprendido a hacer bien su trabajo hace cinco. ¡°Es una labor r¨¢pida y exigente. Hay que soplar bien, dominar la masa, controlar la cantidad de material¡±, a?ade y reconoce que hacer varias piezas grandes, de 20 kilos, es m¨¢s masculino. Sus aliados a la hora de encontrar la forma del vaso son el fuego y el agua. Del calor al fr¨ªo. El vidrio caliente o posta sale del horno a 1.100 grados. El color le indica la temperatura y las maniobras que debe hacer. Mar¨ªa ?ngeles Escudero es compa?era de Olga y apunta que antes las condiciones laborales eran distintas, que hab¨ªa que trabajar a destajo. ¡°Hoy el objetivo no es sacar producci¨®n, sino que el oficio no se pierda¡±, cuenta.
Merece la pena cuidar la tradici¨®n para que tengamos futuro frente al mercado asi¨¢tico. Si no fuera por la inserci¨®n de la mujer, la tradici¨®n habr¨ªa desaparecido Paloma Pastor
La directora del museo de la Real F¨¢brica de cristales -con 50.000 visitantes al a?o- es Paloma Pastor y subraya el beneficio de la declaraci¨®n de Patrimonio Inmaterial, porque pone en valor el oficio y lo populariza. ¡°Merece la pena cuidarla y mimarla para que tengamos futuro frente al mercado asi¨¢tico. Si no fuera por la inserci¨®n de la mujer, la tradici¨®n habr¨ªa desaparecido¡±, explica. En Europa, dice Pastor, hay unos 500 artesanos sopladores que convierten estas creaciones en un lujo, que se rematan en la sala de talla y decoraci¨®n. Las ¨²nicas talladoras de vidrio espa?olas est¨¢n en esta nave. Ah¨ª trabaja Raquel Cuesta, graba con puntas de corind¨®n, carborundo y diamante las mismas guirnaldas y motivos florales que emplearon hace tres siglos. ¡°No hay diferencia entre hombres y mujeres en este trabajo, que requiere destreza y delicadeza¡±, asegura. En este rinc¨®n, cruzado por pinos y r¨ªos, ellas son un referente que confirman que el patrimonio feminista no es una moda, sino una necesidad.
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