El nuevo pop es l¨®brego
En el concierto en Barcelona, Eilish dej¨® las palabras tenuemente pero sin indolencia, como una estrella, que recordaba a una suerte de Pipi Calzaslargas m¨¢s turbia y atormentada
Necesit¨® solo cuatro canciones para ense?ar buena parte de sus argumentos, muchos. Comenz¨® tenebrosa con?Bad Guy, pero apenas pod¨ªa escucharse su voz musitada porque todo el Sant Jordi, lleno, cantaba desaforadamente y la enterraba. Sigui¨® con?My Strange Addiction, una pieza pop m¨¢s colorista que congeniaba tanto con el color de su cabello, verde y negro ce?ido por dos coletas, como el de su holgado vestuario, un estampado informal sobre base naranja. Continu¨® con otra pieza sombr¨ªa, ilustrada con ara?as en las pantallas y en la base del escenario, pero este?You Should See Me In A Crown era recibido como otra canci¨®n pegadiza m¨¢s, como si las ara?as ya s¨®lo diesen miedo a los adultos que all¨ª no estaban. La cuarta pieza fue una balada,?Idontwannabeyouanymore, con una letra impropia de las baladas, en las ant¨ªpodas del romanticismo, para Billie Eilish algo tan in¨²til como ser una estrella m¨¢s. Y no lo es. En la noche de ayer, en el primero de sus dos conciertos en Espa?a, la adolescente estadounidense mostr¨® la otra cara del pop, probablemente la que pide paso de la mano de una nueva generaci¨®n cuyo sentir ha sabido captar.
Su aspecto, ropa amplia que desdibuja sus formas y aleja el icono sexual; su manera de moverse por escena, directa, sin apelar a la elegancia, simplemente saltando o braceando para acentuar el ritmo; sus letras, transmisoras de un cierto desasosiego, mucha inconformidad y quintales de personalidad y su estilo como vocalista, susurrando las letras, dejando ir las palabras tenuemente pero sin indolencia, dibujaron el patr¨®n de una nueva estrella del pop, que recordaba con su peinado y ropa a una suerte de Pipi Calzaslargas mucho m¨¢s turbia y atormentada. Porque as¨ª sonaban buena parte de las canciones que la han hecho popular, canciones l¨®bregas, te?idas con la melancol¨ªa que se siente por lo que nunca se ha conseguido y que no mueve a protestar gritando, sino retorciendo el pop con bases influidas por el hip-hop y la electr¨®nica y cantando bajito porque en tiempos de ruido gritar m¨¢s solo te convierte en una m¨¢s. Cantando quedo solo te escucha quien debe.
Pero a pesar del retrato parcialmente sombr¨ªo de la estrella, su concierto fue una jovial celebraci¨®n pop. Todas las canciones fueron celebradas por el p¨²blico con el convencimiento de quien ha encontrado a una igual que all¨ª, sobre el escenario, parec¨ªa una chica normal con los problemas de las chicas normales. Pero no normal tipo Ed Sheeran, plano, normal porque Eilish ha sufrido y lo cuenta, ha padecido dolencias y est¨¢ cansada de ser considerada nada m¨¢s que una cr¨ªa de 17 a?os. S¨ª, los m¨¢s j¨®venes lo tienen todo, nada les falta y las oportunidades, dicen, se abren ante ellos, pero algo debe chirriar cuando el nuevo pop es l¨®brego y su sacerdotisa mira aviesamente, desasosegando.
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