¡°Nuestros ancestros se conoc¨ªan mejor que nosotros¡±
El escritor jamaicano Marlon James habla de 'Leopardo negro, lobo rojo', su m¨¢s reciente novela, que acaba de llegar a las librer¨ªas en Espa?a
Marlon James naci¨® y creci¨® en Kingston, Jamaica. Sus padres eran detectives de la polic¨ªa de la ciudad. Formaron parte del equipo que investig¨® el intento de asesinato de Bob Marley en 1976. Por entonces, James ten¨ªa tan solo seis a?os. Lo que recuerda de la ¨¦poca es ver a sus padres asustados por primera vez. ¡°Hab¨ªa mucha violencia en las calles de Jamaica, pero a mis padres no empez¨® a preocuparles hasta entonces. Se dieron cuenta de que ya no respetaban ni a lo m¨¢s sagrado¡±, recuerda. Es una ma?ana de septiembre y James est¨¢ al tel¨¦fono desde su apartamento en Brooklyn, donde hoy es uno de sus vecinos m¨¢s ilustres. Es toda una celebridad desde que en 2015 ganara el Man Booker con Breve historia de siete asesinatos (Malpaso), la monumental y violent¨ªsima novela que reconstruye el mencionado intento de asesinato.
Despu¨¦s de aquel ¨¦xito, sab¨ªa dice, que ¡°lo m¨¢s astuto¡± era publicar una novela m¨¢s o menos corriente. Pero a¨²n as¨ª se embarc¨® en su propio Juego de Tronos, o, mejor, su propio El Se?or de los Anillos, un proyecto (en tres partes) de fantas¨ªa heroica que intenta ¡°hacer con el folclore africano lo mismo que hizo Tolkien con el escandinavo y brit¨¢nico¡±. ¡°No s¨¦ si lo conseguir¨¦, pero era justo lo que quer¨ªa hacer¡±, dice. Su primera entrega, Leopardo negro, lobo rojo (Seix Barral), acaba de llegar a librer¨ªas en Espa?a. Su protagonista, Rastreador, pod¨ªa haber sido un X-Men, es decir, un mutante marveliano, mitad hombre, mitad mujer, con tan descomunal sentido del olfato que el Rey considera es el ¨²nico capaz de encontrar a su hijo. Un ni?o que el narrador sabe desde el principio que est¨¢ muerto.
Mundo extra?o
El mundo de la novela es fabuloso y extra?o. Hay leones que secuestran a princesas que no dejan de parlotear, b¨²falos asombrosamente listos, ni?os amarillos y ni?os hechos de humo, brujas, tipos que se acuestan con leopardos que antes fueron granjeros... James conduce al lector por una selva de una violencia extrema, camino de ninguna parte, dej¨¢ndolo todo atr¨¢s, en especial, la familia. ¡°A veces las familias pueden ser un lastre. Como homosexual, lo s¨¦. Yo he tenido suerte, pero muchos de mis colegas no. Se les expulsa, y lo que sigue es una b¨²squeda y una creaci¨®n de otra familia, porque lo ¨²nico que desea el ser humano es pertenecer¡±. ?l mismo se pas¨® a?os en una especie de cuneta, de la que le sacaron los c¨®mics. ¡°Durante mi adolescencia, apenas sal¨ªa de casa. Me pasaba las tardes dibujando mi propia Patrulla X. No encajaba en ninguna parte. Yo era como uno de esos mutantes a los que el mundo en el que viven, rechaza¡±, recuerda.
En el instituto, los chavales eran especialmente crueles con ¨¦l. Le llamaban Mary. Ha llegado a admitir que se someti¨® a un exorcismo para intentar dejar de ser homosexual. Por entonces a¨²n era un cristiano devoto. Ya no lo es. Ya no cree en nada. En parte, dice, si hay un mensaje detr¨¢s de esta trilog¨ªa en marcha (a la que ha llamado Trilog¨ªa de la Estrella Negra), es que ¡°uno puede dejar de creer en el hecho mismo de creer en algo y seguir viviendo¡±. No es necesario entregar tu vida a nada superior, porque tu vida ya es bastante valiosa. No puede entenderse su deseo de indagar en la m¨¢s ancestral mitolog¨ªa africana sin su abandono de la vida cristiana.
Cuatro a?os pas¨® James sumergido por completo en el mundo previo a toda creencia religiosa moderna. El de las leyendas africanas, s¨ª, pero tambi¨¦n el de los mitos griegos y romanos. Y lleg¨® a una curiosa conclusi¨®n. ¡°Nuestros ancestros se conoc¨ªan mejor que nosotros. Conoc¨ªan mejor lo profundamente oscura que es la naturaleza humana. Y no ten¨ªan miedo de mostrarla¡±, explica. Por ejemplo, cree que un mito como el de Medea ¡ªla sacerdotista que mat¨® a su hijos¡ª ¡°hoy ser¨ªa impublicable, simplemente porque nos negamos a creer que podamos ser tan salvajes, y lo somos¡±, asegura. ¡°La violencia forma parte de la vida. Somos una especie tremendamente violenta y no vamos a dejar de serlo si lo escondemos. Como escritor, me siento obligado a que la violencia forme parte de mi obra, porque me niego a que nos acostumbremos a ella¡±, argumenta. La idea de lo fant¨¢stico tambi¨¦n es algo a lo que no piensa renunciar. ¡°En eso tambi¨¦n nuestros ancestros fueron m¨¢s sofisticados que nosotros: ellos jam¨¢s separaron lo fant¨¢stico de lo real, y supieron crear una mitolog¨ªa que nos entend¨ªa mejor que cualquier novela realista¡±.
Babelia
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