Dos tipos fant¨¢sticos que re¨ªan juntos
La galer¨ªa Leandro Navarro de Madrid repasa en una exposici¨®n la relaci¨®n y las obras que un¨ªan a Francisco Nieva y Jos¨¦ Hern¨¢ndez
He aqu¨ª a dos tipos fant¨¢sticos que re¨ªan juntos. Y ahora estar¨¢n, juntos desde este jueves, en la galer¨ªa Leandro Navarro, en Madrid. Uno era de Ciudad Real, y desde all¨ª se fue al mundo, y encontr¨® en el surrealismo la voz invencible que hablaba en su cabeza. El otro naci¨® en T¨¢nger, hizo de Madrid su plataforma y de M¨¢laga su reposo y, como el amigo que ahora reencuentra, hall¨® en el surrealismo el flujo ocre que distingui¨® su mirada. Eran Francisco Nieva, que muri¨® hace tres a?os, y Jos¨¦ Hern¨¢ndez, que dej¨® hace seis este mundo barroco. Los dos murieron en Madrid, y fueron de los mundos que inventaron.
Esa met¨¢fora (¡°Eran dos tipos fant¨¢sticos que re¨ªan juntos¡±) es de la hija de Pepe, Ana, que trabaja en el Museo del Prado. Ella lleva unas mariposas en el brazo, ¡°las que dibuj¨® mi padre, el hombre m¨¢s bueno del mundo¡±, me dijo una vez. Pues ella era una chiquilla cuando Paco y Pepe se encontraban en las casas, y Nieva contaba sus viajes por el mundo, la gente que hab¨ªa conocido, y Pepe, con aquella cara de o¨ªr, con su boquilla y su flequillo, asent¨ªa o re¨ªa como si su amigo, con el que hizo escenograf¨ªas legendarias, para obras de teatro que cre¨® o adapt¨® Nieva, viniera con noticias asombrosas que a ¨¦l lo devolv¨ªan a la era de la risa y de la infancia.
Esas noticias asombrosas juntaron su arte en torno a las luces ocres u oscuras de las fantasmagor¨ªas de mundos derruidos. Eran, dicen Sharon Smith, la viuda de Pepe, y Pedreira, amigo y colaborador de Paco, seres ¡°apacibles y amables¡±, pero por dentro estaban los volcanes que dieron de s¨ª Pelo de tormenta, por ejemplo, donde Paco escribi¨® y Pepe dibuj¨® la destrucci¨®n, el horror y la belleza. Los juntaron, dice Jos¨¦, ¡°mundos on¨ªricos, surrealistas, visionarios, im¨¢genes delirantes¡±, que igual se aplicaban al teatro que al cuadro, en ambos casos, pues Nieva tambi¨¦n fue un pintor. Ahora esas pinturas, rojos y ocres, enlazan los nombres y los caracteres de ambos amigos. A Paco, recuerda Jos¨¦, ¡°le gustaban todos los colores siempre que fueran grises¡±, esos colores ¡°matizados, asordados y muy bien armonizados¡±, y su amigo se ancl¨® en el ocre como si ah¨ª estuviera la ra¨ªz de los tiempos y tambi¨¦n de la est¨¦tica. Los dos parten de la realidad para hacerla metaf¨ªsica, y por eso ambos se unieron para que el teatro de Nieva alcanzara esa dimensi¨®n on¨ªrica que explica la carcajada y la locura.
En medio estaban las conversaciones en casa. Y ah¨ª es cuando re¨ªan juntos. ¡°Pepe¡±, dice Jos¨¦, ¡°recog¨ªa las ideas de Paco; ¨¦ste era el director, el autor, el figurinista, el escen¨®grafo, interven¨ªa en la m¨²sica, en las luces. Hablaban el mismo lenguaje, se entend¨ªan a la perfecci¨®n y eso que Paco le ped¨ªa repetir y repetir¡±. A Pepe lo distingu¨ªan la fe, el respeto y la paciencia. Cuando Pablo Hern¨¢ndez, el hijo de Pepe, le pidi¨® a su padre, muy enfermo ya, que le dijera un nombre de un amigo que hablara de ¨¦l en un video de homenaje, el pintor pronunci¨® el nombre de Paco. Hasta el final cabalgaron juntos. ¡°Y juntos fueron¡±, a?ade Jos¨¦ Pedreira, ¡°el pie cambiado del arte espa?ol. No trillaron caminos¡±.
¡°Era amistad y era comuni¨®n est¨¦tica¡±, dice ??igo Navarro, el galerista que los junta ahora. ¡°No te puedes imaginar c¨®mo conviven sus colores, qu¨¦ buen ambiente se crea entre las obras de los dos. Separadas son de cada uno, pero juntas parece que nacieron para este ensamblaje. Por eso colaboraron tanto, porque hab¨ªa una comunicaci¨®n sentimental entre ambos. Figuras amorfas y divertidas de Paco, monstruosas y espectrales en el caso de Pepe¡ Que los dos aparezcan ahora como pintores, como si se juntaran Goya y Durero, es algo que late como un acontecimiento que hace justicia a la amistad que los uni¨®¡±.
Hace cuatro a?os la Academia de Bellas Artes rindi¨® recuerdo a Pepe. Entonces Ana dijo que la obra de su padre era ¡°un sue?o anclado. Le falt¨® tiempo para completar su sue?o¡±. Nieva, hasta el final, crey¨® que la vida eran los sue?os, y los dibuj¨® como en un testamento que regal¨® en un cofre negro a sus amigos. Ahora los sue?os de uno y de otro estar¨¢n juntos, ri¨¦ndose, en una galer¨ªa de arte.
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