¡°Los pueblos ind¨ªgenas no somos la ra¨ªz de M¨¦xico, somos su negaci¨®n constante¡±
Autora de ensayos celebrados por el p¨²blico y la cr¨ªtica, la ling¨¹ista mixe reflexiona sobre feminismo, indigenismo y la propia identidad frente al Estado
Y¨¢snaya Aguilar cuenta que no supo que era ind¨ªgena hasta que lleg¨® a vivir a la ciudad. Hasta entonces nunca se lo hab¨ªa planteado porque desconoc¨ªa el mundo en que ellos, su pueblo, Ayutla Mixe, en Oaxaca, en el sur de M¨¦xico, era considerado como tal. ¡°Siento que hay una relaci¨®n compleja con la palabra ind¨ªgena¡±, cuenta Aguilar, ling¨¹ista, ensayista y uno de los secretos mejor guardados de las letras mexicanas. ¡°Tiene mucha carga, aunque es verdad que la palabra indio tiene m¨¢s. Ind¨ªgena es la versi¨®n pol¨ªticamente correcta de indio. La incomodidad tiene que ver con el hecho de ser categorizado como ind¨ªgena por los Estados nacionales¡±.?
Es ese extra?amiento de ser nombrada por el otro, de existir en cuanto a un otro hasta entonces pr¨¢cticamente desconocido, lo que empez¨® a despertar en ella una sensaci¨®n molesta. De fraude. ¡°Como ling¨¹ista me puse a ver si hab¨ªa equivalencias a la palabra ¡®ind¨ªgena¡¯ en las lenguas de M¨¦xico. Y me di cuenta de que en la mayor¨ªa no existe. En mixe, por ejemplo, ak?ts significa no mixe, que puedes ser t¨², un japon¨¦s o un canadiense¡±. Es decir, que no hay concepto que nombre al hombre blanco. Est¨¢ el mixe, est¨¢n los dem¨¢s.
Y otra incomodidad. Mujer, ind¨ªgena y feminista, la autora sostiene que ¡°hay una relaci¨®n compleja entre las mujeres ind¨ªgenas y el feminismo. La relaci¨®n con las organizaciones¡±, dice, ¡°repite a veces patrones colonialistas¡±. Aguilar no se declara feminista sin antes plantear varios cruces hist¨®ricos. ¡°El feminismo tendr¨ªa que plantearse la reflexi¨®n colonial, que muchas veces no sucede. En el momento en que se establece el colonialismo, las mujeres, blancas e ind¨ªgenas, son racializadas. Es decir, si bien antes del contacto las mujeres eran mujeres, con la colonizaci¨®n se convierten en mujeres blancas [y las ind¨ªgenas]. Y si bien las blancas mantienen una relaci¨®n de opresi¨®n con el hombre blanco, tambi¨¦n hay un pacto racial. Eso debe estar claro¡±.
Aguilar se ha erigido en portavoz de su pueblo en un conflicto que dura ya m¨¢s de dos a?os. En junio de 2017, un grupo armado secuestr¨® el manantial que surt¨ªa de agua a Ayutla. Desde entonces la traen en camiones cisterna. Varios medios en M¨¦xico han apuntado los intereses econ¨®micos de grupos como este, ligados al cultivo de amapola. Pero de momento no hay soluci¨®n. Lo ¨²ltimo, en agosto, fue que este grupo dinamit¨® el sistema hidr¨¢ulico que transportaba el agua a Ayutla.
Hay varias cosas molestas en el secuestro de un manantial. La falta de agua es la m¨¢s evidente, pero la condescendencia y el racismo de los pol¨ªticos, dice Aguilar, es peor. No hacen nada, cuenta, porque de puertas hacia afuera el conflicto se vende como un problema entre salvajes. Tal cual. Los pueblos ind¨ªgenas funcionan de reclamo tur¨ªstico, pero cuando se meten en pol¨ªtica para solucionar sus problemas las cosas cambian. ¡°Pocas veces se nos ve como agentes pol¨ªticos. Somos usados como una reserva folkl¨®rica que justifica cultural y espiritualmente al Estado mexicano¡±, critica la autora. ¡°Los pueblos ind¨ªgenas no somos la ra¨ªz de M¨¦xico, somos su negaci¨®n constante. Esto de ser las ra¨ªces de M¨¦xico es despolitizarnos, usarnos para justificar algo en lo que nunca participamos, es decir, crear el Estado. Por eso somos una negaci¨®n¡±.
El a?o pasado escribi¨® dos ensayos muy celebrados. Bastaba ver estos d¨ªas a decenas de j¨®venes, hombres y mujeres, vitore¨¢ndola en las conferencias en que ha participado en el Hay Festival de Quer¨¦taro. Uno de los ensayos forma parte de un libro, Tsunami, que recoge las voces de varias narradoras alrededor de la nueva ola feminista, de lo que significa ser mujer en el siglo XXI. El de Aguilar se titula La sangre, la lengua y el apellido. Ah¨ª escribe: ¡°Todas las mujeres ind¨ªgenas pertenecemos a naciones sin Estado, es el rasgo que nos agrupa bajo la categor¨ªa ind¨ªgena, pero cada Estado determina el modo en que ejerce esta categor¨ªa y actualiza la opresi¨®n¡±.
La pregunta es evidente, ?c¨®mo oprimen los Estados? Aguilar, 37 a?os y una voz veloc¨ªsima, contesta que de muchas formas. Relata que en Canad¨¢ por ejemplo, las ind¨ªgenas buscan pareja de acuerdo a la sangre. Cuanto m¨¢s pura sea, m¨¢s puros ser¨¢n los hijos y mayores beneficios obtienen del Estado. En M¨¦xico, la indigeneidad se mide por la lengua, la capacidad personal de hablar n¨¢huatl, mixe, zapoteco, maya¡
¡°M¨¦xico oprime a partir del mestizaje. Y el mestizaje implica desindigenizaci¨®n de este pa¨ªs¡±, argumenta. ¡°Se narra como una pol¨ªtica racial, lo que es insostenible: ya ahora todas las personas en el mundo somos mestizos. Y si mestizos no es una categor¨ªa racial debe ser otra cosa: un proyecto pol¨ªtico del Estado mexicano. La lengua es el criterio que m¨¢s ha usado el Estado para clasificar qui¨¦n es ind¨ªgena y qui¨¦n no. Si tu ves los c¨¢lculos, te das cuenta de que en 1820, alrededor del 70% de la poblaci¨®n mexicana hablaba una lengua ind¨ªgena. O sea, esta era la situaci¨®n despu¨¦s de 300 a?os de colonialismo espa?ol. Con esto no quiero relativizar los estragos del colonialismo, pero el Estado mexicano redujo esa cifra hasta el 6% en poco m¨¢s de 200 a?os¡±.
Para la autora, los Estados nacionales actuales est¨¢n construidos bajo la idea de ¡°homogeneidad ling¨¹¨ªstica¡±. Sobre todo despu¨¦s de la Revoluci¨®n Mexicana, ¡°hubo esfuerzos coordinados para castellanizar forzosamente. Ha sido la pol¨ªtica m¨¢s exitosa del pa¨ªs¡±. ?Qu¨¦ pas¨®, esa poblaci¨®n desapareci¨®? ¡°No, fue adscrita, sobre todo por la escuela, a la ideolog¨ªa nacionalista del mestizaje. Decimos que t¨² no eres mestiza, eres desindigenizada por el Estado. La opresi¨®n opera en este mecanismo. Para el Estado, el ¨¦xito es que todos nos identifiquemos como mestizos¡±.
Babelia
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