?Qu¨¦ emoci¨®n!
Ponce y ?lvaro Lorenzo cortan una oreja a una mansa y descastada corrida de Daniel Ruiz
Una carrera de caracoles tiene m¨¢s emoci¨®n que el espect¨¢culo celebrado este martes en la plaza de toros de Albacete. Sin duda. Entre los toros de Daniel Ruiz, sin un ¨¢pice de casta brava en sus venas; la actuaci¨®n de la terna, especialmente de los veteran¨ªsimos Ponce y Juli; y lo fresca que se puso la tarde, aquello fue insufrible. Tanto que, mientras ?lvaro Lorenzo a¨²n muleteaba al sexto, muchos espectadores salieron corriendo. Lo milagroso es que no lo hicieran antes.
Las mismas figuras de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas con los mismos toros de siempre. ?Qui¨¦n puede soportarlo? Cada vez menos aficionados, est¨¢ claro. Un ejemplo: hasta hace no tanto, en Albacete, un cartel con Ponce y Juli era garant¨ªa de lleno en los tendidos. Esta vez, la plaza registr¨® algo m¨¢s de tres cuartos de entrada. ?Un fracaso? No. ?Un ¨¦xito? Tampoco.
Pero, como en el cine, la misma pel¨ªcula repetida hasta la saciedad acaba cansando. Y si ese largometraje apenas cuenta con escenas emocionantes, a¨²n m¨¢s.
Muy noble result¨® la corrida de Daniel Ruiz. Tanto como mansa y descastada. Al llegar al caballo y sentir la puya, todos se dol¨ªan y defend¨ªan lanzando derrotes con la cara por las nubes. Despu¨¦s, en el ¨²ltimo tercio -para el que realmente fueron concebidos- iban y ven¨ªan, con trote cochinero, humillando m¨¢s o menos, pero sin un m¨ªnimo de transmisi¨®n.
RUIZ / PONCE, EL JULI, LORENZO
Toros de Daniel Ruiz (el 2?, sobrero de la ganader¨ªa titular), muy desiguales de presentaci¨®n -desde el muy serio y hondo 1?, hasta el impresentable 6?, muy lavado de cara-, mansos, nobles, blandos y descastados.
Enrique Ponce: tres pinchazos y estocada trasera y ca¨ªda _aviso_ (silencio); estocada algo trasera (oreja).
El Juli: pinchazo hondo trasero y ca¨ªdo, un descabello y se echa el toro (silencio); pinchazo, estocada trasera y atravesada _aviso_ y dos descabellos (saludos).
?lvaro Lorenzo: _aviso_ estocada trasera y atravesada (oreja con petici¨®n de la segunda); pinchazo hondo desprendido (silencio).
Plaza de toros de Albacete. Martes, 10 de septiembre. Tercera corrida de feria. M¨¢s de tres cuartos de entrada.
Una pizca de clase tuvo el tercero, un cinque?o pasado que perdi¨® las manos en varias ocasiones, pero que le sirvi¨® a ?lvaro Lorenzo para enfervorizar al p¨²blico con un arrim¨®n final en el que se dej¨® llegar los pitones a la banda de la taleguilla. Entre eso, la quietud de sus zapatillas y algunos circulares invertidos, (casi) todo el mundo se olvid¨® de que lo que ten¨ªa delante era un suced¨¢neo de toro bravo sin emoci¨®n ni fiereza alguna.
No import¨® que no hubiera rotundidad en el toreo fundamental -instrumentado casi siempre en l¨ªnea-, ni que la espada cayera trasera y atravesada. La gente pidi¨® las dos orejas. Afortunadamente, la presidenta solo concedi¨® una.
Ese cap¨ªtulo fue el m¨¢s destacado del interminable festejo. Ese y el enfrentamiento de parte del p¨²blico con el director de la banda de m¨²sica. ?ste, como buen aficionado, no encontr¨® motivos para poner a trabajar a sus m¨²sicos en la mayor¨ªa de las faenas, algo que enfad¨® a parte de los tendidos. Y tambi¨¦n al ganadero, que no par¨® de hacer gestos desde el callej¨®n solicitando el tach¨ªn-tach¨¢n. Vergonzoso.
Ya muy tarde, cuando casi se preparaba para ejecutar ese horrible invento suyo de las poncinas, Enrique Ponce escuch¨® los acordes del pasodoble. Todo tras meter el pico y torear a media altura a un animal muy justo de fondo, que tarde¨® mucho y no par¨® de escarbar. Pese a lo irregular de la labor, la estocada letal cobrada al primer intento le vali¨® la orejita de rigor. Menos c¨®modo anduvo frente al serio y hondo primero, m¨¢s reserv¨®n.
El que s¨ª se march¨® de vac¨ªo fue El Juli. Tras abreviar con el segundo, un sobrero de la ganader¨ªa titular que se acab¨® rajando, baj¨® la mano y dio muchos pases frente al quinto, de embestida borreguil. Vulgar, retrasando constantemente la pierna de salida para ligar los muletazos sin cargar la suerte, desafin¨® con los aceros y se qued¨® sin trofeo. Pobre.
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