Mediocridad
Entre los documentales de las plataformas digitales se pueden encontrar perlas. Y en la sobredosis de series abunda la mediocridad, lo repetitivo, las copias descaradas y cutres
Llevo correteando desde hace un a?o, con frecuencia en vano, por ese supermercado presuntamente lujoso de las plataformas digitales. La oferta de pel¨ªculas desanimar¨ªa a cualquier cin¨¦filo aut¨¦ntico y m¨ªnimamente exigente, pero se supone que ellos disponen en sus filmotecas particulares de aquellos inventos que ya est¨¢n casi extinguidos, DVD y Blu-ray. Entre los documentales se pueden encontrar perlas. Y en la sobredosis de series abunda la mediocridad, lo repetitivo, las copias descaradas y cutres de las grandes series del universo gangsteril. Acostumbran a ser bazofia con pretensiones. Estoy hasta los genitales de mafias romanas, irlandesas, sicilianas, canadienses, hispanas, policiales. Nunca llego al final de sus cansinas movidas, pero flipo con los comentarios laudatorios sobre ellas que leo en la prensa.
Tambi¨¦n he accedido a dos series creadas por ?lex Pina, el Orson Welles del g¨¦nero, seg¨²n comentaristas que act¨²an como publicistas, aunque no cobren por lo segundo. Una es esa cosita titulada El embarcadero, seudol¨ªrica, pretendidamente compleja, in¨²tilmente psicologista, tan boba como aburrida, ilustrando el bolero de Mach¨ªn Coraz¨®n loco. Ya saben: ¡°?C¨®mo se puede querer a dos mujeres a la vez y no estar loco?¡±. Mi paciencia la soporta durante tres cap¨ªtulos. Tambi¨¦n abandono en el cuarto La casa de papel, ese ¨¦xito mundial. Me resulta insufrible, su suspense me amodorra.
Me niego a ver m¨¢s series durante un tiempo. Hay libros que me est¨¢n esperando, aunque leer precisa esfuerzo mental. Son Esta tormenta, El colgajo y La peor parte. Ellroy, Lancon y Savater son palabras mayores. Seguro que me purifican la cabeza.
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