La suerte de varas tambi¨¦n existe

La peor parte se la llev¨® el diestro Javier Cort¨¦s, al que le toc¨® el ¨²nico toro marrajo de la tarde, perteneciente al hierro del Marqu¨¦s de Albaserrada, que le solt¨® un ¡®pu?etazo¡¯ en la cara en el inicio de la faena de muleta, lo tir¨® a la arena, lo recogi¨® y lo lanz¨® por los aires. Cuando el torero recuper¨® la verticalidad se desvaneci¨® y fue trasladado a la enfermer¨ªa con la cara ensangrentada. Los m¨¦dicos certificaron una grave contusi¨®n en la zona ocular derecha, y todo queda la espera de lo que dictamine el servicio oftalmol¨®gico del hospital en el que ha sido ingresado.

Por lo dem¨¢s, se celebr¨® en Las Ventas un espect¨¢culo in¨¦dito, pues las corridas concurso han ca¨ªdo en desuso y poco inter¨¦s pueden despertar en el variopinto y orejero p¨²blico actual.

No fue un festejo exitoso, pero s¨ª una ocasi¨®n propicia para comprobar algo interesante, y es que la suerte de varas tambi¨¦n existe, y no es poco su inter¨¦s y su belleza cuando se realiza como manda la tradici¨®n.

No es habitual que en una corrida entren 18 veces los toros a los caballos de picar, tres cada toro, a excepci¨®n del segundo, de Baltasar Ib¨¢n, que acudi¨® hasta en cuatro ocasiones, y dos el sobrero de Rehuelga.

Muy interesantes las peleas de las reses de La Quinta, el citado de Ib¨¢n, Murteira Grave y Pedraza de Yeltes. Todos ellos realizaron una suerte variada, pero empujaron al peto como ya no es posible ver en una plaza de toros.

Despu¨¦s, solo el sobrero de Rehuelga, que recibi¨® dos puyazos y qued¨® fuera de concurso, fue noble en la muleta y permiti¨® desahogo a su lidiador.

Al final, el jurado decidi¨® elegir a ¡®Matorrito¡¯, de La Quinta, como mejor toro; y su picador, El Legionario, y el subalterno lidiador, Jes¨²s Romero, ambos de la cuadrilla de Roble?o, tambi¨¦n fueron premiados.

Un espect¨¢culo diferente, novedoso y propio de una fiesta que ha quedado definitivamente desnaturalizada, y en la que la suerte de varas est¨¢ en trance de desaparecer y, de hecho, es un puro tr¨¢mite en la mayor¨ªa de las ferias.

Ver a un animal bravo arrancarse de lejos a la llamada del picador es una alegr¨ªa que se le niega a los aficionados a los toros; y hoy se ha visto en Las Ventas. Solo por ese detalle ha merecido la pena este festejo, aunque no haya estado refrendado por unos tendidos abarrotados, pues aclarado queda que el p¨²blico moderno no conoce ni valora la suerte de varas.

Y vestidos de luces, tres toreros valientes. Un veterano y experto en lides ante toros de dura procedencia, como es el caso de Fernando Roble?o, y dos j¨®venes que pugnan por alcanzar cotas altas en su profesi¨®n, Javier Cort¨¦s y Rub¨¦n Pinar.

El primero estuvo firme, seguro y suelto ante los tres que mat¨®, pero alarg¨® en exceso la faena a su primero y pas¨® un quinario para matarlo con la amenaza del tercer aviso sobre la nuca. Y son¨® ese ¨²ltimo recado cuando el toro se desplomaba en la arena. Antes, lo hab¨ªa recibido con unas templadas ver¨®nicas, y pudo lucirse por largos y hondos naturales, dos tandas muy meritorias, ante un toro que no permiti¨® muchas confianzas. Muy corto de fuelle y con un punto de soser¨ªa se movi¨® el de Murteira, y Roble?o solo pudo estar solvente.

Otro toro ¡®toreable¡¯ tuvo Rub¨¦n Pinar, el sobrero de Rehuelga, al que quit¨® por chicuelinas y una buena media, y tandas por ambas manos que carecieron de hondura.

Dos alfileres luc¨ªa el de Baltasar Ib¨¢n, y una desordenada movilidad no le permiti¨® confianza al torero; y dificultoso fue el de Pedraza en el tercio final.

Acab¨® tarde el festejo y con la anochecida metida en fr¨ªo. No hubo trofeos, pero s¨ª un espect¨¢culo diferente; y un herido que, ojal¨¢, pueda olvidar pronto el accidente.