Existe un escritor al que has le¨ªdo sin haber o¨ªdo hablar de ¨¦l
A veces, una novela se vuelve tan arquet¨ªpica como un cuento de hadas y su autor queda a su sombra para siempre, como le ocurri¨® a Thomas Anstey Guthrie con la archiadaptada 'El hombre que fue su propio hijo'
La semana pasada, Kirk Cameron, ex pin-up masculino adolescente, el chaval de la melena rizada que comparti¨® planos con Leonardo DiCaprio cuando Leonardo DiCaprio a¨²n era un ni?o en Los problemas crecen, una ochentera sit-com norteamericana sobre una familia nada disfuncional a la que, sin embargo, los problemas ¡ªlos ni?os, en realidad, como al resto de la humanidad¡ª les crec¨ªan, estren¨® su propia serie de televisi¨®n: One on One. No es una serie de televisi¨®n al uso, porque Kirk Cameron no es un actor al uso. De hecho, ni siquiera es actor. Lo ¨²nico que ha hecho en las ¨²ltimas d¨¦cadas ha sido tratar de convertir a su cristianismo feroz a las exadolescentes nost¨¢lgicas y los exadolescentes nost¨¢lgicos que a¨²n se atreven a ver sus pel¨ªculas, una peque?a colecci¨®n de sinsentidos protorreligiosos que ni siquiera sue?an con acercarse a los, en comparaci¨®n, complejos intentos de la cienciolog¨ªa ¡ªv¨ªa, sobre todo, John Travolta¡ª de hacernos creer que bajo la Tierra hay enterrada una raza extraterrestre que lo sabe todo de nosotros.
Seg¨²n el adorable Christian Post, la intenci¨®n de Cameron, que ha estrenado su serie, en realidad, su programa de entrevistas con famosos, en la curios¨ªsima TBN ¡ªsiglas de Trinity Broadcasting Network, una red de cadenas de televisi¨®n evangelistas¡ª, es la de convertirse en Jerry Seinfeld, es decir, que espera ser ingeniosamente sarc¨¢stico pero serlo de una manera completamente blanca. Porque es un buen cristiano y no quiere meter a nadie en ning¨²n aprieto, dice. Porque luego la cosa puede acabar en las redes sociales y las redes sociales son el Mal. Cameron ha perdido pelo, pero sonr¨ªe todo el tiempo. Parece tan feliz como su personaje en De tal astilla, tal palo antes de descubrir que se hab¨ªa convertido en su padre. Lo m¨¢s probable es que, como casi cualquiera en este planeta, jam¨¢s haya o¨ªdo hablar de Thomas Anstey Guthrie, m¨¢s conocido como F. Anstey, el tipo sin el que ese lejano ¨¦xito de videoclub jam¨¢s hubiese existido.
El caso de F. Anstey, divert¨ªdismo escritor ingl¨¦s jam¨¢s aceptado por los grandes nombres de la literatura inglesa porque fue incapaz, seg¨²n una ¨²nica cr¨ªtica, de estar a la altura cuando public¨® su ¨²nica novela seria ¡ª?acaso un tipo capaz de provocar al menos tres carcajadas por p¨¢gina necesitaba publicar algo parecido a una novela seria?¡ª, es verdaderamente excepcional. Porque, podr¨ªa decirse, es el escritor al que casi todo el mundo ha le¨ªdo sin haber o¨ªdo hablar jam¨¢s de ¨¦l. No lo ha le¨ªdo en papel, por supuesto, sino en pantalla. Su novela Vice Versa, publicada en 1882, ha sido adaptada al menos en una docena de ocasiones sin que se la haya reconocido como fuente de inspiraci¨®n en pr¨¢cticamente ninguno de los casos. Pero a veces ocurre que una novela se vuelve tan arquet¨ªpica como un cuento de hadas y el escritor corre el riesgo de quedar a la sombra de su historia para siempre. F. Anstey es ese escritor.
Pero ?de qu¨¦ historia estamos hablando, se preguntar¨¢n? Bien, resumiremos al argumento de De tal astilla, tal palo, su versi¨®n m¨¢s descaradamente mainstream, protagonizada por Cameron y un a¨²n divertido Dudley Moore. Moore es el doctor Hammond, un cirujano viudo, culto y estirado, a punto de ser ascendido a jefe de m¨¦dicos de un prestigioso hospital. Cameron, su ¨²nico hijo, es un peque?o desastre adolescente que nunca estar¨¢ a la altura de su exigente padre ¡ªse le da fatal la biolog¨ªa y todo lo que tiene que ver con aquello que su padre ama¡ª. Un d¨ªa beben un extra?o brebaje indio y viajan el uno a la mente del otro, de manera que Hammond padre tiene que volver al instituto ¡ªcon el cuerpo de su hijo¡ª y Hammond Junior tiene a su disposici¨®n el Jaguar de su padre, pero tambi¨¦n su complicad¨ªsimo empleo, y un cuerpo que nada tiene que ver con su ligero cuerpo adolescente. La pel¨ªcula trata la relaci¨®n padre e hijo desde una empat¨ªa literalmente integral, tan delirante como efectiva.
Por supuesto, el original, escrito un siglo y cinco a?os antes (?un siglo y cinco a?os antes!), va mucho m¨¢s all¨¢. El padre, un refinado viudo con lo que parecen cientos de mayordomos, un tal se?or Bultitude, Paul Bultitude, est¨¢ repantingado en su sill¨®n favorito, ante la chimenea, con una copa al alcance y un peri¨®dico en el regazo, esperando a que Dick, su hijo, se marche al internado. Por fin se han acabado las eternas vacaciones de verano y el padre, para quien en realidad sus hijos son abrumadoras y terribles molestias, impedimentos chillones que no le dejan disfrutar como es debido del silencio y sus buenas costumbres, espera impacientemente a que el chaval parta hacia la prestigiosa Crichton House. El cr¨ªo, sin embargo, dar¨ªa cualquier cosa por quedarse. Cree que la vida del padre es un disfrute sin l¨ªmites. ?l, en cambio, tiene que ir a ese maldito colegio en el que los ni?os visten frac. En el momento de la despedida, una fea piedra que les regal¨® el t¨ªo Duke obra el milagro y convierte al padre en el hijo y al hijo en el padre.
Se re¨ªan, los contempor¨¢neos de F. Anstey, de sus novelas y de su poca fortuna en lo que consideraban literatura seria, pero ninguna de sus historias ha sido adaptada en tantas ocasiones como 'Vice Versa'
En un primer momento es el padre quien se convierte en el hijo y por una fracci¨®n de segundo ¡ªapenas dos p¨¢ginas¡ª el ni?o le suplica al padre que vayan juntos a la escuela, como hermanos gemelos, y as¨ª podr¨¢ ver ¡°lo horrible que es¡±. Pero al momento siguiente, al chaval se le ocurre algo mejor. Si el padre ha deseado por un momento volver a ser un adolescente para no tener ning¨²n tipo de ataduras, ¨¦l desear¨¢ ser el padre para no tener que acatar ninguna orden. Y lo har¨¢, como ¨¦l, con aquella piedra fea en la mano. Y s¨ª, la cosa ocurre. Y lo que sigue son m¨¢s de 200 p¨¢ginas de desopilante aventura en la que, por encima de todo, el padre entiende al hijo y el hijo entiende al padre, y he aqu¨ª la raz¨®n por la que Vice Versa ¡ªtitulada en Espa?a, encantadoramente, El padre que fue su propio hijo¡ª se ha convertido en arquetipo: es un veh¨ªculo emp¨¢tico para aquellos que han olvidado el pasado y para los que, imprudentemente, nada saben del futuro, y sobre todo es un pegamento paternofilial con aspecto de mito posmoderno.
Se re¨ªan los contempor¨¢neos de F. Anstey de sus novelas y de su poca fortuna en lo que consideraban literatura seria, pero ninguna de sus historias ha sido adaptada en tantas ocasiones como Vice Versa. Un a?o despu¨¦s de su publicaci¨®n se convirti¨® en obra de teatro y luego pas¨® al cine, que la ha convertido en una especie de comod¨ªn que nunca envejece. La primera versi¨®n cinematogr¨¢fica data nada menos que de 1916, cuando hac¨ªa tan solo un par de d¨¦cadas del nacimiento del cine como espect¨¢culo (1895). Le siguieron una segunda (1937) y tercera (1948) justo antes y despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial. Tres meses despu¨¦s del estreno de De tal astilla, tal palo, de Rod Daniel, en 1987, se hizo otra versi¨®n, llamada simplemente Vice Versa ¡ªes la ¨²nica que hace alg¨²n tipo de referencia al libro¡ª, en la que Judge Reinhold intercambia mentes con su hijo de 11 a?os.
La cosa no se ha quedado ah¨ª. El a?o 2003 lleg¨® la versi¨®n femenina, Ponte en mi lugar, en las que Lindsay Lohan y Jamie Lee Curtis intercambiaban papeles. Y en 2009, la versi¨®n posadolescente: 17 otra vez (en la que Matthew Perry se convert¨ªa, de la noche a la ma?ana, en Zac Efron, porque volv¨ªa a tener 17 a?os). La m¨¢s exitosa de todas, sin embargo, eliminaba, como ¨¦sta ¨²ltima, la variante del padre: Big. Al hacerlo, elimina el mensaje de Anstey ¡ªel de comprender al otro¡ª y se queda con la mera ilusi¨®n de la vuelta a empezar y el deseo de que todo siga siendo como lo era hasta el momento. En ninguno de los casos, desafortunadamente, se cita al autor de la historia original, que muri¨® en marzo de 1934 sin poder sospechar que su historia, una historia descaradamente pulp, escrita probablemente en un periodo de tiempo m¨ªnimo, iba a viajar una y otra vez al futuro como lo hace todo cl¨¢sico que se precie.
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