Barbara Comyns ya no vive aqu¨ª
La fascinante escritora inglesa, un cruce pluscuamperfecto entre Shirley Jackson, los hermanos Grimm y cualquier enorme dama de la comedia brit¨¢nica que se precie, pas¨® 16 misteriosos a?os en Barcelona sin que quede hoy ni rastro de ella
A veces ocurre que los escritores contienen a otros escritores sin saberlo. Por ejemplo, los hermanos Grimm, conten¨ªan, sin saberlo, a Barbara Comyns. En realidad, no la conten¨ªan, por supuesto, solo iban a dejar que jugase a desmontar sus f¨¢bulas macabras para construir, a su vez, fascinantes novelas f¨¢bula macabramente divertidas que elevar¨ªan el car¨¢cter infantil del cuento, la sencillez salom¨®nica de la moraleja, a matiz simb¨®lico derrumbabarreras. O derrumbat¨®picos. Pensemos en El enebro, la pieza fundamental de su obra ¨CThe Juniper Tree¨C, siempre revuelta y deliciosa, que Alba acaba de lanzar por primera vez en espa?ol.
Pensemos en c¨®mo reimagina a la madrastra del cl¨¢sico ¨Cs¨ª, El enebro es un cuento de los hermanos Grimm y uno que tiene que ver con el asesinato de un ni?o al que luego su madrastra cocina y da de comer al padre¨C, aqu¨ª una encantadora jovencita con una desagradable cicatriz en la cara, y una hija negra de una aventura de una noche a la que llama Tommy ¨Cpero que en realidad se llama como en el cuento, Marline¨C. Bella Winter, se llama. Bella tiene una relaci¨®n horrible con su madre, que no deja de repetirle lo mal que lo ha hecho todo, y una excelente relaci¨®n con un matrimonio adinerado, los Forbes, de cuyo ¨²nico hijo, John Bernard, se ocupar¨¢ al morir la madre.
Dedic¨® Comyns su vida a habitar los cuentos que ley¨® de ni?a. Tuvo una infancia complicada. Su padre, cuenta ella misma en la introducci¨®n a La hija del veterinario, la ten¨ªa a ella y a sus cinco hermanos aterrorizados. Su madre se pasaba el d¨ªa tumbada en una hamaca, a la sombra, en alg¨²n rinc¨®n del jard¨ªn, leyendo y comiendo cerezas. Ten¨ªa un mono que imitaba todo lo que hac¨ªa. Recuerda haber empezado a escribir a los diez a?os, con el fin de poder dibujar. Inventaba cuentos para luego poder ilustrarlos. Se cas¨® con un artista a los veintipocos, tuvieron dos ni?os, se separaron y ella empez¨® a hacer de todo para mantenerse a flote.
Pos¨® con sus hijos para otros artistas, remodel¨® casas para convertirlas en casas de hu¨¦spedes y abri¨® un negocio de ventas de coches raros, pero entonces lleg¨® la guerra, y nadie quer¨ªa coches antiguos ni vivir en un pa¨ªs en guerra, as¨ª que lo dej¨® todo y se meti¨® a cocinera. Los ni?os eran felices, recuerda, y ella empez¨® a tener tiempo libre y volvi¨® a escribir. En 1942 volvi¨® a Londres, se cas¨® otra vez y empez¨® a publicar. Sus dos primeras novelas, Sisters by a River y Y las cucharillas eran de Woolworths ¨Cuna divertid¨ªsima s¨¢tira sobre su primer matrimonio¨C salieron a la vez. Luego lleg¨® la d¨¦cada de los cincuenta, en la que el matrimonio, tras un breve paso por Ibiza, se mud¨® a Barcelona.
Pas¨® Barbara Comyns 16 misteriosos a?os en Barcelona sin que quede hoy ni rastro de ella. Se lanz¨® hace no demasiado un mapa literario de la ciudad en el que no aparece, como tampoco lo hace Ana?s Nin, que dio comienzo a sus famosos diarios cuando se despidi¨® de su padre en el puerto. Quer¨ªa contarle todo lo que iba a perderse. A veces ocurre que hay escritores que a las ciudades les resultan invisibles, pese a tener motivos (y enormes, en el caso de Comyns) por los que desear intentar rastrear el impacto de la ciudad en su obra. Por mencionar un rid¨ªculo ejemplo, es probable que la menci¨®n a T¨¤pies en El enebro no sea mera casualidad.
Pero volviendo al principio. Los hermanos Grimm conten¨ªan sin saberlo a Barbara Comyns, un cruce pluscuamperfecto entre la oscuridad traviesa de Shirley Jackson, ellos mismos y cualquier enorme dama de la comedia brit¨¢nica que se precie. Pero el mundo no se qued¨® hu¨¦rfano de su pasi¨®n por desmontar, brillantemente, la f¨¢bula macabra, a su marcha, en 1992, porque, sin saberlo, Barbara Comyns conten¨ªa a Helen Oyeyemi. Fue Helen Oyeyemi quien me habl¨® por primera vez de Barbara Comyns. Lo hizo en la sala en la que Jaume Vallcorba amontonaba New Yorkers, en la sede de Acantilado.
Se dir¨ªa que Oyeyemi (Nigeria, 1984) lleva a¨²n m¨¢s lejos la pasi¨®n por habitar f¨¢bulas de Comyns cuando en realidad lo que ocurre es que Oyeyemi intenta habitar las novelas de la propia Comyns. Como en una de esos cuentos de hadas que ambas aman, la sensaci¨®n es la de que la joven autora brit¨¢nica entra en las novelas de su adorada maestra y cambia cosas de sitio, reconstruye y crea, deforma una realidad ya deformada y, al hacerlo, se convierte en la escritora que Comyns conten¨ªa sin saberlo. Hagan el experimento. Lean El enebro y luego lean Boy, Snow, Bird, la ¨²ltima novela de Oyeyemi, y descubrir¨¢n en qu¨¦ consiste.
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