Sergio Serrano, un valiente sin espada
Vuelta al ruedo para el torero albacete?o y grave cornada al subalterno Caco Ramos
En el toreo no todo es dar pases y ponerse bonito. M¨¢s bien, al contrario. La emoci¨®n, el riesgo, es -o deber¨ªa serlo- la base sobre la que se asienta la fiesta de los toros. Y as¨ª qued¨® demostrado en el segundo y ¨²ltimo desaf¨ªo ganadero celebrado este domingo en la plaza de Las Ventas.
Como suced¨ªa anta?o, la ¨¦pica triunf¨® sobre la est¨¦tica. El valor y la entrega de un hombre frente a la violencia imprevisible de una fiera. De un lado, Sergio Serrano, un joven torero albacete?o; del otro, Palmito, un aterrador astado con el hierro de Saltillo.
SALTILLO Y ARA?Z DE ROBLES / S. VARA, CASTA?O, SERRANO
Tres toros de Saltillo (1?, 3? y 5?), bien presentados, mansos y de juego desigual en la muleta: 1? noble y con calidad, aunque justo de fuerza y fondo; 3? muy complicado y peligroso; 5? deslucido; y tres de Ara¨²z de Robles (2?, 4? y 6?), bien presentados e interesantes: 2? bueno, aunque a menos; 4? encastado; 6? manso, listo y reserv¨®n. 2? y 4? se emplearon en el caballo.
S¨¢nchez Vara: pinchazo y estocada algo tendida, desprendida y atravesada _aviso_ (saludos); estocada trasera y baja _aviso_ y dos descabellos (saludos).
Javier Casta?o: pinchazo y estocada ligeramente trasera y desprendida (silencio); tres pinchazos, pinchazo hondo y un descabello (silencio).
Sergio Serrano: pinchazo y estocada delantera y ca¨ªda (vuelta al ruedo); pinchazo, media estocada en los blandos y otro pinchazo (saludos).
Parte m¨¦dico: El banderillero Caco Ramos, de la cuadrilla de Serrano, sufri¨® una herida por asta de toro en la cara interna del muslo izquierdo, con una trayectoria hacia fuera y atr¨¢s de 20 cent¨ªmetros que rodea la cara posterior del f¨¦mur, contusionando la arteria poplitea y el nervio ci¨¢tico. Pron¨®stico grave.
Plaza de toros de Las Ventas. Domingo, 22 de septiembre. Desaf¨ªo ganadero. Algo m¨¢s de un cuarto de entrada (7.957 espectadores, seg¨²n la empresa).
Pese a que era su segundo pase¨ªllo esta temporada, Serrano se descubri¨® como un torero seguro y valiente. Al contrario que muchos, no vino a Madrid a pasar la tarde, sino a jug¨¢rsela. Ya dej¨® claras sus intenciones al plantarse de rodillas frente a la puerta de chiqueros para recibir a su serio y astifino oponente, un animal de viva y penetrante mirada.
Tras mansear descaradamente en el caballo y esperar y medir en el tercio de banderillas, Palmito hizo presa de su lidiador, el subalterno Caco Ramos. Pareci¨® quedar todo en un susto, en la tremenda voltereta, pero m¨¢s tarde se confirm¨® que el subalterno hab¨ªa sufrido una grave cornada en el muslo izquierdo.
No se arrug¨® Serrano, que se march¨® al centro del ruedo a plantar batalla a su oponente. Y all¨ª, encajado, sin apenas probaturas, le rob¨® un pu?ado de muletazos con la mano diestra de m¨¦rito colosal. Ni la cort¨ªsima embestida, ni la cara arriba, ni las miradas acechantes. Nada intimid¨® al manchego.
Incluso os¨® en echarse la muleta a la mano izquierda para probar a la alima?a por ese pit¨®n. Fue imposible. Pese a su brevedad, la faena se vivi¨® con una intensidad inusitada en los tendidos. En el ruedo no hab¨ªa belleza ni relajo, no, pero s¨ª verdad. Mucha verdad. Habr¨ªa cortado una oreja de peso, pero pinch¨®. La espada, otra vez la espada.
Otra prenda fue su segundo, de Ara¨²z de Robles, un manso malintencionado y reserv¨®n que nunca se emple¨® y al que solo pudo ense?ar y machetear por bajo.
Algo m¨¢s de suerte tuvieron en el sorteo S¨¢nchez Vara y Javier Casta?o, dos veteranos curtidos en la guerra. Templado por momentos, aunque casi siempre muy despegado y vulgar, al primero le correspondi¨® uno de los ejemplares m¨¢s interesantes del festejo, el cuarto. Un toro hondo y largo de Ara¨²z de Robles que pele¨® con poder y emoci¨®n en el caballo -a punto estuvo de derribar-, aunque acab¨® cantando la gallina.
Aunque fue a menos, el segundo, tambi¨¦n perteneciente a la ganader¨ªa jienense, empuj¨® con los ri?ones en varas y sac¨® buen fondo en el ¨²ltimo tercio. Casta?o, que tampoco se entendi¨® nunca con el deslucido quinto, lo mulete¨® a media altura y apenas dijo nada. El que s¨ª brill¨® fue su banderillero Joao Ferreira asom¨¢ndose al balc¨®n en un par antol¨®gico.
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