Un ¡®thriller¡¯ anodino

Dice el programa de mano de El sirviente que esta obra trata de ¡°una relaci¨®n de poder donde cohabitan la ambig¨¹edad, la sumisi¨®n y la manipulaci¨®n. Una relaci¨®n cargada de suspense emocional, de dominaci¨®n, de atracci¨®n, de dependencia y de emancipaci¨®n¡±. En efecto, todo eso est¨¢ en la novela de Robin Maugham (1948) y se disfruta con morboso placer en la palpitante adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica que dirigi¨® Joseph Losey (1963), con la ayuda en el guion de nada menos que Harold Pinter. Pero es pura teor¨ªa en la puesta en escena de Mireia Gabilondo: no hay tensi¨®n ni suspense.

La obra desmenuza la relaci¨®n de dependencia que se establece entre un arist¨®crata londinense pusil¨¢nime y su extra?o criado, un hombre retorcido y perverso que poco a poco va adue?¨¢ndose de la voluntad de su jefe hasta que sus papeles acaban invirti¨¦ndose. Lo interesante es que su objetivo final no es quedarse con la fortuna del amo, sino dominarlo. La trama no es muy complicada, como se ve, pero eso es lo de menos: aqu¨ª lo que debe atrapar es la relaci¨®n entre los dos protagonistas. Es lo que llaman un drama de ¡°tensi¨®n psicol¨®gica¡±. Un g¨¦nero que solo funciona si los personajes est¨¢n bien matizados. No es el caso.

Eusebio Poncela, al que no se le puede negar presencia en el escenario, ha compuesto un sirviente guas¨®n en vez de maquiav¨¦lico. Con ello se mete a los espectadores en el bolsillo, pero perjudica la funci¨®n: el p¨²blico r¨ªe sus gracias donde debiera inquietarse. Su antagonista, interpretado por Pablo Rivero, es tan plano que provoca indiferencia. Igual que el resto de los personajes.

No les ayuda la puesta en escena. Es demasiado naturalista para un thriller de estas caracter¨ªsticas. Parece que la directora lo hubiera confiado todo al texto y se hubiera olvidado de marcar la tensi¨®n en la atm¨®sfera. Y as¨ª todo resulta anodino.

El sirviente. Texto: Robin Maugham. Direcci¨®n: Mireia Gabilondo. Teatro Espa?ol. Madrid. Hasta el 13 de octubre.