Les faltaban los cencerros

A eso de las ocho y media de la tarde, al t¨¦rmino del festejo, el ¨²nico satisfecho con lo presenciado en el ruedo de Las Ventas debi¨® de ser el mayoral de la plaza. Si surgiera alguna baja en su magistral parada de cabestros, Florito siempre podr¨¢ acudir al campo charro, concretamente a la finca ¡®Puerto de la Calderilla¡¯, a buscar un recambio.

Aunque, visto lo visto, semejante idea puede ser una ofensa para los pupilos de Florencio Fern¨¢ndez. Seguramente, sus bueyes alberguen en sus entra?as m¨¢s casta brava que la que demostraron los seis ejemplares de El Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto lidiados este s¨¢bado en el segundo festejo de la Feria de Oto?o.

Su declaraci¨®n de mansedumbre fue total: seg¨²n sal¨ªan de chiqueros, rehu¨ªan los capotes y emprend¨ªan la b¨²squeda de una salida barbeando las tablas con descaro; en el primer tercio acud¨ªan a rega?adientes al caballo para dejarse pegar o directamente salir sueltos; tras dolerse en banderillas, llegaban al ¨²ltimo tercio sin ganas de embestir; y ya, poco despu¨¦s y hartos de disimular, se rajaban y marchaban al refugio de la querencia. Ninguno se salv¨®.

Por si fuera poco, a su manifiesta falta de casta y bravura, se uni¨® la ausencia de clase. Adem¨¢s de huir de su sombra, la mayor¨ªa se limit¨® a defenderse con mal estilo, sin humillar y lanzando derrotes. Una corrida infumable frente a la que se estrellaron las ilusiones y esperanzas de toreros y aficionados.

Tanto Daniel Luque como Juan Ortega solo pudieron dejar detalles de gusto con el capote, mientras Juan Leal, al que correspondi¨® el lote menos malo, anduvo muy ventajista con la muleta. Empe?ado en acortar distancias sin venir a cuento, cit¨® casi siempre fuera de cacho y se retorci¨® entre las protestas de una parte de los tendidos. Por no hablar del sainete que protagoniz¨® con la espada en su primero. De c¨¢rcel.

As¨ª pues, la ovaci¨®n de la tarde fue para un subalterno. Adem¨¢s de lidiar de manera soberbia al sexto, Antonio Chac¨®n, de la cuadrilla de Ortega, puso la plaza en pie tras jug¨¢rsela en un monumental par de banderillas ejecutado al sesgo. Despu¨¦s de numerosos capotazos y ante la dificultad de colocar en suerte al manso tercero, Chac¨®n se coloc¨® muy cerrado en el tercio, entre los tendidos cuatro y cinco, y clav¨® los palos asom¨¢ndose al balc¨®n, saliendo perseguido y casi cogido. Un torero. De plata, pero ?torero!