Devendra Banhart: ¡°Mi familia en Venezuela lo est¨¢ pasando apocal¨ªpticamente mal¡±
El m¨²sico habla en esta entrevista de su disco 'Ma', de hacerse mayor y de su angustia por la situaci¨®n en el pa¨ªs donde creci¨®
Hay una combinaci¨®n de influencias extra?a que explica Ma, el nuevo disco de Devendra Banhart (editado por Warner). No son solo musicales, que vienen a ser de nuevo sus mitos del folk psicod¨¦lico y que forman la atm¨®sfera personal y envolvente que caracteriza su m¨²sica. Son influencias vitales y filos¨®ficas, cosas que han pasado en los cinco a?os que lleva viviendo en Los ?ngeles, California. Est¨¢ el budismo. Est¨¢ el acercarse a la cuarentena y tener la sensaci¨®n de que su vida est¨¢ entrando en otra etapa. ¡°Y, todo el tiempo, la situaci¨®n en Venezuela¡±.
Banhart, nacido en Houston y criado en Caracas, fue a Venezuela por ¨²ltima vez hace dos a?os. ¡°Yo pensaba que la cosa no se pod¨ªa poner peor que cuando estuve all¨ª y es diez mil veces peor¡±, arranca, sin esperar ninguna pregunta al respecto. All¨ª est¨¢n su hermano, sus t¨ªos y sus primos. ¡°Lo est¨¢n pasando apocal¨ªpticamente mal¡±, dice mientras se hunde la cabeza en las manos. Viven con la ¡°espada de Damocles¡± de tener que marcharse en cualquier momento si la situaci¨®n se vuelve violenta. ¡°La di¨¢spora sigue creciendo. Se van dos mil personas al d¨ªa de Venezuela. Todos los d¨ªas. Dentro de poco habr¨¢ una comunidad de venezolanos en Namibia¡±.
¡°Imagina que tienes que irte de tu casa en una hora con lo que puedas meter en un bulto. No vas a ver de nuevo a tus amigos, a tu familia, no volver¨¢s a ver tu casa. Y vas a un lugar que no te quiere. El resto del mundo no quiere dos mil personas al d¨ªa. Ni Ecuador, ni Colombia, ni Espa?a, que son incre¨ªbles, los amo, gracias por aceptar a los venezolanos. Pero los venezolanos no quieren irse y el resto del mundo no quiere ese mont¨®n de gente. Esto es una crisis de verdad¡±. Antes de seguir, pide perd¨®n por haberse emocionado y se seca las l¨¢grimas de los ojos. ¡°Y si tratas de ayudar no se puede. Es como¡ it¡¯s a fucking disaster, man¡±.
La entrevista con Banhart es en un bar de Sunset Junction, cerca de donde vive. En lo personal, su momento vital a los 38 a?os se resume as¨ª: ¡°S¨¦ que no s¨¦ m¨¢s. S¨¦ m¨¢s que no s¨¦. Estoy m¨¢s seguro de mi inseguridad. Me siento como si acabara de llegar a un pa¨ªs nuevo que se llama ¡®una generaci¨®n m¨¢s vieja'. Ya hay como tres generaciones detr¨¢s de m¨ª. Yo fui joven por mucho tiempo. Ahora soy como un viejito joven. Soy un nuevo viejo. As¨ª se siente. Siento que me estoy pudriendo m¨¢s. Mi cuerpo se est¨¢ pudriendo. Soy m¨¢s consciente de la falta de permanencia¡±.
Su actitud en este momento es ¡°ser m¨¢s honesto en mi ingenuidad¡±. ¡°Soy muy naif y lo s¨¦. En la manera en que vivo, en la manera en que soy pol¨ªticamente y en la manera en que escribo. Cuando era joven quer¨ªa ense?ar que era s¨²per sofisticado. Ya no me siento tanto as¨ª. Al mismo tiempo, hay algo de ego en esa sensaci¨®n de que no me queda mucho por hacer. Hay una parte de ego en no tener ego¡±.
El momento pol¨ªtico lo define Venezuela. El momento personal lo definen las canas de la barba, el fin de las certezas y los amigos que empiezan a tener hijos. En lo estrictamente musical, la historia del nuevo disco de Devendra Banhart, Ma, comienza en la sala de meditaci¨®n de uno de los templos budistas m¨¢s antiguos de Kioto, con una hora para grabar y la presi¨®n de un canutillo de madera que cae por el peso del agua cada 10 minutos y hace toc. ¡°No hab¨ªa paredes. Est¨¢ abierto a un bosque. Ese sonido de madera est¨¢ dise?ado para regresarte al momento cuando est¨¢s meditando. Es lo peor del mundo para grabar porque no lo puedes parar. Despu¨¦s lo aceptamos. Vimos c¨®mo se estaba borrando la l¨ªnea entre fuera y dentro. Era muy interesante¡±.
Aquella experiencia se traslad¨® a un peque?o pueblo del norte de California, en ¡°una caseta mirando al Pac¨ªfico¡±. ¡°El disco se llama Ma porque es una palabra filos¨®fica japonesa que significa espacio. La esencia de este vaso de aqu¨ª es el espacio¡±, dice, frente a un vaso de whisky japon¨¦s. ¡°La esencia de una canci¨®n no son solo las notas, es el espacio entre las notas¡±.
Banhart sigue oyendo sus cl¨¢sicos, afirma cuando se le pregunta si tiene m¨²sica nueva entre sus influencias. ¡°Sigo oyendo a Vashti Bunyan, a Harold Budd y a Laurie Anderson, especialmente. Laurie es el ¨²ltimo arquetipo de artista. En cuanto a cosas contempor¨¢neas, me encanta Cate Le Bon, Jana Hunter, Josephine Foster, Joanna Newsom, White Fence, Helado negro. Hay mucha gente nueva que me inspira¡±.
Luego habla de Cuco, un fen¨®meno muy de Los ?ngeles. Un chico latino que hace m¨²sica en su casa y la sube a la red. Un ejemplo de c¨®mo m¨²sica radicalmente artesanal y personal como la de Banhart llega a su p¨²blico sin problemas en medio de los ¨¦xitos pop. No cree que haya un redescubrimiento de los artesanos como ¨¦l, es m¨¢s bien que algo ha cambiado en la ¨²ltima d¨¦cada. ¡°Mi interpretaci¨®n es que no nos importa tanto el g¨¦nero. A la gente que oye m¨²sica le importa el sentimiento, la honestidad que viene con la m¨²sica. Nos importa la voz, la verdad, el individuo y qu¨¦ est¨¢ expresando, m¨¢s que el g¨¦nero. Antes eso estaba m¨¢s dividido. A la gente le gustaba un tipo de m¨²sica y esa era su identidad. ?Cu¨¢l es tu m¨²sica favorita? Esa era una pregunta. Ya no se dice tanto. La gente est¨¢ descubriendo que lo m¨¢s interesante es la voz individual, los artistas que est¨¢n abiertos a todo tipo de g¨¦neros y ¨¦pocas y saben c¨®mo filtrarlo. La contracultura tampoco existe ya en la m¨²sica. Todo ha sido equilibrado. Hay millones de comunidades. El mundo se ha convertido en Los ?ngeles. Miles de comunidades conectadas por una autopista¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.