¡®Turandot¡¯ l¨¦sbica en el reino de ¡®Star Wars¡¯
El Liceo celebra los 20 a?os de su reapertura tras el incendio con una propuesta revitalizadora
Antes de que para esta nueva Turandot del Liceo se diera el bot¨®n de inicio ¨Cdecir que se levant¨® el tel¨®n, en este caso, resulta desfasado- pod¨ªas encontrarte a Juan Luis Arsuaga merodeando por el sal¨®n de los espejos. Seguramente, el gran paleont¨®logo, una de las almas del yacimiento de Atapuerca, se acerc¨® a celebrar los 20 a?os de reapertura del gran teatro barcelon¨¦s para ver si detectaba alg¨²n paso adelante en su estudio de la evoluci¨®n.
Probablemente no lo encontrara cuando el presidente Quim Torra entr¨® en el palco, quiz¨¢s notara entonces el implacable escalofr¨ªo que pueden producir? los retrocesos pol¨ªticos, pero s¨ª debi¨® sentir algo m¨¢s positivo gracias al resultado de esta propuesta de Franc Aleu: eso s¨ª que representa un avance m¨¢s all¨¢. Al menos en lo que la ¨®pera del siglo XXI se refiere.
Si alg¨²n t¨ªtulo con vocaci¨®n de abrirse a nuevos p¨²blicos merece el intento, es Turandot. La ¨®pera inacabada de Puccini contiene la suficiente ambig¨¹edad en su planteamiento como para probar y probar distintos caminos. Con ella quiso el maestro adentrarse en un renovado concepto de espectacularidad. Pero el des¨¢nimo le venci¨® y no pudo concluir la partitura. Muri¨® Puccini en 1924 convencido de que su visi¨®n de la ¨®pera se evaporaba con ¨¦l y qui¨¦n sabe si tambi¨¦n convencido de que las vanguardias ultras tambi¨¦n la asesinar¨ªan sobre el escenario.
La ¨®pera inacabada de Puccini contiene la suficiente ambig¨¹edad en su planteamiento como para probar y probar distintos caminos
Ninguna de las dos cosas ocurri¨®. Las propuestas m¨¢s salvajes se sucedieron, muchas de ellas cuajaron con el apocalipsis que acompa?¨® al signo de aquellos tiempos y Puccini, contra su nube de pesimismo, adem¨¢s, es inmortal. No s¨®lo eso, sino que ¨Calejado del convencionalismo- resulta un buen partido para lo que ser¨¢ la gran aliada de este arte en el siglo XXI: la tecnolog¨ªa.
Franc Aleu, con su bagaje curtido junto a la Fura dels Baus, lo sabe. Y la nueva direcci¨®n del Liceo, tambi¨¦n. Por eso han querido celebrar estos 20 a?os con una propuesta revitalizadora, con un experimento atractivo y seductor, conjugando el ¨¢nimo de espectacularidad de la partitura pucciniana con riesgo sobre la escena.
Los ecos transgeneracionales se palpaban anoche en el Liceo como en contadas ocasiones. La pureza musical copulaba con la promiscuidad de los nuevos lenguajes esc¨¦nicos. Josep Pons se encarg¨® de presentar la partitura de manera cristalina, ahondaba en los detalles de atm¨®sfera oriental junto a las geniales transiciones corales e individuales. Su propuesta del aria Nessun Dorma en bandeja de plata para el lucimiento de un simplemente correcto Jorge de Le¨®n, fue un ejemplo. Todo flu¨ªa con claridad y matices que guiaban la concentraci¨®n y, al tiempo, proporcionaban una buena dosis de predisposici¨®n para un viaje alucin¨®geno.
Aleu buscaba la poes¨ªa y se ha negado a caer en el artificio. Lo hizo con gui?os al cine de ciencia ficci¨®n y revolcones entre la realidad virtual. En escena reconoc¨ªas a menudo el reino de Star Wars, las incursiones b¨¢rbaras en territorio manga, el homenaje a ese paralelismo que traza entre Spielberg y Puccini como almas conectadas jugando a meter a los personajes en el sendero difuso de pel¨ªculas como Ready Player One. Con un respeto providencial al sentido de la propia ¨®pera y a su l¨®gica esc¨¦nica cuando a¨²na el intimismo y la comedia ¨Cbrillante la transici¨®n entre Ping, Pang y Pong con la llegada del emperador- junto al espect¨¢culo de su ex¨®tica solemnidad.
Todo acompa?aba. La labor de t¨¦mpano distante ¨C¡°l¨ªvida amante de los muertos¡±, la llama su pueblo- de Irene Theorin en la carne congelada de la princesa Turandot funciona en su envolvente misterio con contundencia vocal. Pero lo que s¨ª es un paso de gigante en la evoluci¨®n para el canto es ese milagro llamado Ermonela Jaho. La soprano albanesa sacudi¨® las butacas al desenvainar su primer pian¨ªsimo. Le confesaba a Calaf c¨®mo le conoci¨® y se llev¨® al teatro a lo m¨¢s hondo. S¨®lo eso, un pian¨ªsimo, le fue suficiente para demostrar su asombrosa clase. Por tanto no extra?a que Aleu decidiera para el ¨²ltimo acto un giro argumental que cobra con Jaho mayor sentido. No es Calaf con su ¨ªmpetu machirulo quien descubre el amor a Turandot. Es el sacrificio en su inmolaci¨®n de Liu la que conquista su coraz¨®n. Pasa de esa manera del rechazo radical a cualquier var¨®n a la complicidad en cuerpo y alma al lado de su enamorada.
Encaja. ?Por qu¨¦ no? De manera m¨¢s coherente, incluso. Al fin y al cabo, Puccini tambi¨¦n escribi¨® el papel de Liu para rendir homenaje a Doria Manfredi. Aquella sirvienta que ante las acusaciones de haberle seducido por parte de la esposa del compositor acab¨® suicid¨¢ndose. Amores trastocados, vidas arruinadas, deudas pagadas, engrandecen esta ¨®pera extra?a, abierta a todo final que se precie como el de esta revelaci¨®n l¨¦sbica en el para¨ªso siempre acogedor e infinito para las nuevas narrativas de Star Wars.
Babelia
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