Las pastillas de la nostalgia
Tras el ¨¦xito en su pa¨ªs, el grupo de rock argentino Las pastillas del abuelo cierra un simb¨®lico c¨ªrculo con el regreso a salas peque?as en su segunda gira por Espa?a
Hay una canci¨®n que el grupo de rock argentino Las pastillas del abuelo no suele versionar en su pa¨ªs, donde llega a reunir a m¨¢s de 20.000 personas que, con toda seguridad, la sabr¨ªan cantar a voz en grito sin fallar una estrofa. Es La parabellum del buen psic¨®pata, de los m¨ªticos Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota (que todo argentino que se precie llama "los redondos"). "Esta es una canci¨®n para los que est¨¢n lejos de casa", lanz¨® el cantante de Las pastillas del abuelo, Piti Fern¨¢ndez, antes de interpretarla este martes en su concierto en Madrid.
La an¨¦cdota refleja el simb¨®lico cierre del c¨ªrculo que ha vivido la carrera de este grupo desde que naci¨® en 2002 y comenz¨® a trepar ¡ªantes de grabar un disco¡ª con el sencillo El Sensei (una oda a la marihuana) hasta su aterrizaje esta semana en Espa?a para su segunda gira por el pa¨ªs, que le llevar¨¢ tambi¨¦n hasta el pr¨®ximo domingo a Barcelona, Valencia, Palma de Mallorca e Ibiza. "Esto nos trae de vuelta a lo normal, a lo que vive el com¨²n de las bandas, incluso un com¨²n afortunado como es que 400 personas canten tus canciones y disfruten de tu filosof¨ªa. Es el placer de volver a tocar tierra", asegura su vocalista tras el concierto.
En los 17 a?os trascurridos entre uno y otro momento media una carrera cimentada sobre lo que en Argentina se conoce como rock barrial, ali?ado con influencias como el reggae, la murga y, en las letras, el espa?ol Joaqu¨ªn Sabina, especialmente en los inicios. "Nuestras canciones vienen de un cierto tipo de cantautorismo, por mucho que haya acabado siendo m¨¢s rock", precisa el guitarrista Diego Bozzalla.
A?os de sembrar para recolectar decenas de miles de seguidores, conciertos multitudinarios ¡ªcomo tres noches seguidas en el Luna Park de Buenos Aires¡ª y un cierto estatus de referente para los j¨®venes. "Si en Argentina no nos fuese muy bien, no podr¨ªamos hacer esto [una gira por Espa?a con apenas cientos de asistentes]. Aqu¨ª no venimos a hacer plata, venimos a tocar y a mostrar la m¨²sica", agrega Bozzalla. Volver, en resumen, a los conciertos en los que nadie les afina los instrumentos, como ilustra el bajista, Santiago Bogisich.
Es el poder de la nostalgia, a uno y otro lado del escenario. Para los integrantes del grupo, de los inicios casi an¨®nimos en salas modestas. "Ac¨¢ hay la misma efervescencia que all¨¢. Lo que no hay es una valla o espacio de seguridad que nos separe del p¨²blico", apunta el guitarrista. Para el p¨²blico ¡ªprincipalmente argentinos que viven en Espa?a¡ª, nostalgia de su pa¨ªs. Un concierto siempre es m¨¢s que la m¨²sica, pero en el recital en Madrid la identidad se hizo hueco desde la primera canci¨®n, cuando afloraron las banderas argentinas, el cantante se agach¨® a agarrar camisetas de f¨²tbol, volaron los vasos de cerveza y se formaron pogos.
A mitad del concierto, un joven directamente se subi¨® al escenario con una bandera argentina para abrazar al cantante. "Toc¨¢, la concha de tu madre", le espet¨® otro poco despu¨¦s en una pausa entre tema y tema. El ¨¦xtasis lleg¨® con la canci¨®n sobre Maradona (pocas devociones simbolizan tanto a un pa¨ªs) que acaba con la frase "Muchas gracias se?or Dios, muchas gracias se?or diez". "Cuando les traes m¨²sica, les traes un pedacito espiritual de Argentina. Ese momento en el que pueden ir al show y desconectarse", resume Bogisich. "Las canciones las podr¨ªan escuchar en su casa. Ac¨¢ es la nostalgia y la alegr¨ªa".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.