¡°El cuerpo femenino siempre est¨¢ abierto a la agresi¨®n. La batalla no est¨¢ ganada nunca¡±
Las escritoras Margo Glantz, 89, y Yolanda Segura, 29, intercambian sus experiencias sobre el acceso al mundo literario, la soledad del camino y la validez de los temas que tratan
Una vez, cuenta Margo Glantz, un periodista "amigo" escribi¨® una rese?a de un libro que acababa de traducir, Historia del Ojo, de Georges Bataille, un cl¨¢sico de la literatura er¨®tica. En la rese?a, el periodista dedic¨® un curioso adjetivo al trabajo de la autora. Escribi¨® que su traducci¨®n era "piernabierta". Dice Glantz: "Yo creo que nunca a un hombre le habr¨ªan dicho eso de una traducci¨®n. Es muy definitivo en cuanto a un concepto de la escritura femenina". La autora mexicana, que en enero cumple 90 a?os, lo cuenta con una naturalidad sorprendente. A su lado, la tambi¨¦n escritora Yolanda Segura, de 29, asiente como si entendiera el asunto tan bien como la otra.
Glantz y Segura, 60 a?os de distancia y una comprensi¨®n subterr¨¢nea, conectada, de la agresi¨®n machista. Sentadas en la terraza de un hotel en Oaxaca, la conversaci¨®n parece atraer esa conexi¨®n, amasada por el intercambio. Las dos han coincidido esta semana en la Feria del Libro de Oaxaca, FILO, que este a?o dedica buena parte de su programaci¨®n al trabajo literario de las mujeres. Al trabajo y lo que hay detr¨¢s: las dificultades, las afrentas, la diferenciaci¨®n que se pretende del canon masculino, competitivo por definici¨®n.
Glantz asegura que est¨¢ "muy atenta" al momento hist¨®rico que vivimos, la nueva ola feminista, las reivindicaciones. "Me doy cuenta de que el cuerpo femenino siempre est¨¢ abierto a la agresi¨®n. Por m¨¢s que peleemos, la batalla no est¨¢ ganada nunca. Eso lo dec¨ªa mucho Simone de Beauvoir".
No se conoc¨ªan en persona, pero Glantz, lectora voraz, explica que hace tres a?os ley¨® el primer libro de Segura, O reguero de hormigas, un poemario que gira en torno a la menstruaci¨®n. Desde entonces quiso conocerla y ahora acaba de hacerlo en la FILO.
La conversaci¨®n empieza por una frase que Segura y otras mujeres, todas j¨®venes, incluyeron en un texto que gu¨ªa esta edici¨®n de la FILO. Se titula Escrituras para reinventar la vida y plantea que la literatura es un territorio en disputa.
Pregunta. El texto dice: "La insurrecci¨®n de las mujeres alrededor del mundo e intervenciones feministas recientes en el medio literario y las artes en general nos obligan a considerar la literatura como un territorio en disputa: ese espacio en el que se construyen algunos de los modelos de qui¨¦nes somos y, m¨¢s importante a¨²n, de qui¨¦nes podr¨ªamos ser". ?Usted qu¨¦ piensa de esto, Margo?
Margo Glantz.?Me parece que siempre lo ha sido un poco. De alguna manera la literatura es siempre pol¨ªtica. Inevitablemente es pol¨ªtica la posici¨®n que uno tiene en la literatura.
Yolanda Segura.?S¨ª, en el sentido de que no puedes desprenderte del cuerpo desde el que est¨¢s escribiendo. La corporalidad te obliga a considerar la dimensi¨®n pol¨ªtica de lo que haces, desde d¨®nde se articula el discurso. En ese sentido la literatura es un territorio en disputa. Es claro que hay un tipo de corporalidad, el hombre blanco heterosexual que tradicionalmente ocupa espacios literarios. Y en ese sentido la disputa es conseguir espacios para nosotras, sin quitarle espacio a los dem¨¢s. No es arrebatar sino extender.
M.G.? A m¨ª me cost¨® trabajo ingresar al mundo literario por el tipo de escritura que practicaba. Hab¨ªa un profesor muy importante, un novelista, Agust¨ªn Y¨¢?ez. ?l me dec¨ªa que mi escritura era como cuentas sueltas y ten¨ªa que enhebrarlas. Y me cost¨® mucho enhebrarlas, hasta que hice lo que yo quer¨ªa y funcion¨®. Tard¨¦ much¨ªsimo. Publiqu¨¦ mi primer libro de ficci¨®n a los 47. Mis primeros dos libros los publiqu¨¦ a cuenta de autor. No les parec¨ªan libros funcionales. Un editor muy importante, hijo de exiliados espa?oles, D¨ªez- Cabero, me dijo, "Margo, ?usted cree que le puedo publicar esas cosas? Son como juguetitos".
Y.S.? Ahora escuch¨¢ndote, Margo, me preguntaba si te sent¨ªas sola en ese espacio.
M.G.?Yo era profesora de literatura. Hac¨ªa ensayos y los publicaba en diarios y as¨ª. Hab¨ªa pocas mujeres que escrib¨ªan, Elena Garro, Nelly Campobello, que tard¨® much¨ªsimo en ser reconocida. Ella fue la ¨²nica escritora de la revoluci¨®n. Era maravillosa. Elena Garro tard¨® en publicar. Los Recuerdos del Porvenir sali¨® en 1963, fue anterior a Garc¨ªa M¨¢rquez. Estaba Amparo D¨¢vila, Elena Poniatowska... Hab¨ªa poetas tambi¨¦n, pero ¨¦ramos escasas las que escrib¨ªamos y menos las que public¨¢bamos.
Y.S.?Es que justo lo que creo es que en este momento s¨ª hay una comunidad de mujeres escritoras. Es m¨¢s f¨¢cil el acceso, llegas y saludas a las que est¨¢n en la fiesta, no es hacer la fiesta t¨² sola. Eso no significa que sea f¨¢cil ahora, pero est¨¢ cambiando por el trabajo colectivo. Si fueran muchas individualidades trabajando juntas no ser¨ªa lo mismo. Trabajar desde la uni¨®n y no la competencia. No podemos estar compitiendo, tenemos que darnos la mano.
P. Margo, y entre ustedes, ?c¨®mo era?
M.G.?Yo fui muy individual en ese sentido. Era yo compa?era de ellas, pero ninguna me apoy¨® mucho. Elena Poniatowska me hizo alguna entrevista en un momento en que yo era bastante t¨ªmida. Ella fue generosa, pero no fue como ahora, que hay una red de mujeres en Am¨¦rica Latina, en Espa?a, mujeres que se apoyan unas a otras. En mi caso era aislado.
Y.S.?Corr¨ªgeme si me equivoco, pero entiendo que hab¨ªa una onda de que, para entrar a ciertos espacios, como eran tan masculinos, hab¨ªa que modular el hecho de ser mujer. Que no se notara tanto. En mi propia experiencia, al principio, cuando trataba de acceder a los grupos, me dec¨ªan que no se notara tanto que fuera mujer.
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