La conquista de las masas
Un trabajo notabil¨ªsimo en torno a la est¨¦tica, la ¨¦tica e incluso la legitimaci¨®n de la barbarie por medio de tem¨¢ticas y desarrollos
Franco escribi¨® Raza bajo seud¨®nimo y luego convoc¨® un examen entre los directores m¨¢s importantes del cine espa?ol, sin informarles de su autor¨ªa; el que confeccionara m¨¢s a su gusto los cien primeros planos de la pel¨ªcula ganar¨ªa el trabajo, y ese fue Jos¨¦ Luis S¨¢enz de Heredia. Nada m¨¢s llegar al poder, los bolcheviques fundaron la primera escuela de cine del mundo y crearon el Proletkult, la instituci¨®n encargada de controlar las artes, al servicio de la dictadura del proletariado. La propaganda totalitaria nazi se propuso no solo reemplazar la realidad sino esterilizar las conciencias, manipular las emociones y acabar sincronizando movimientos f¨ªsicos y odios.
Todas las dictaduras, de cualquier signo, saben del poder del arte, de las im¨¢genes, del cine. Y el estudio de sus pel¨ªculas, como las espa?olas de cruzada, supone tambi¨¦n un an¨¢lisis pol¨ªtico y social. As¨ª, R¨¹diger Suchsland ha compuesto el novedoso documental Hitler¡¯s Hollywood, una exhaustiva investigaci¨®n en forma de ensayo sobre las (alrededor de) 1.000 pel¨ªculas producidas en Alemania durante el III Reich; parad¨®jicamente, unas 500 de ellas, comedias (nunca inocentes). Suchsland, cr¨ªtico y periodista cinematogr¨¢fico, configura un elaborado e interesant¨ªsimo discurso alrededor de la propaganda, la comunicaci¨®n con las masas y su conquista final, con un recorrido en orden tem¨¢tico, profesional y cronol¨®gico, que adem¨¢s destierra prejuicios: ¡°Las pel¨ªculas casi siempre eran mejores que su propia reputaci¨®n¡±.
A partir de una f¨®rmula narrativa y de estudio pormenorizado semejante a Un viaje personal con Scorsese a trav¨¦s del cine americano; El cine italiano, seg¨²n Martin Scorsese, y Las pel¨ªculas de mi vida, de Bertrand Tavernier, con constante voz en off, aunque sin su presencia en pantalla, Suchsland articula su discurso por medio de elaborad¨ªsimos textos de enorme calidad. A veces, incluso demasiada, ya que en puntuales instantes el documental se convierte en excesivamente ret¨®rico y sobrescrito, como si estuviese pidiendo un poco de aire con los textos, y que fueran fundamentalmente las im¨¢genes las que acabaran explic¨¢ndolo todo.
Pero es un contratiempo m¨ªnimo dentro de un trabajo notabil¨ªsimo en torno a la est¨¦tica, la ¨¦tica e incluso la legitimaci¨®n de la barbarie por medio de tem¨¢ticas y desarrollos, como una pieza m¨¢s del mecano del genocidio. Un cine desconocido para (casi) todos, que opt¨® por la grandilocuencia y la ambici¨®n en un tiempo en el que las disidencias al margen de la propaganda, que fueron pocas pero que tambi¨¦n las hubo, deb¨ªan ser de una especial sutileza e inteligencia. Energ¨ªa emocional al servicio del triunfo de la voluntad, de los terroristas procedimientos de Hitler, de la par¨¢lisis de la ciudadan¨ªa no ac¨®lita y de las criminales doctrinas del III Reich.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.