¡°La libertad es una librer¨ªa¡±
El poeta Joan Margarit publica 'Una mujer mayor' con una editorial nueva, La Cama Sol
Joan Margarit?tiene 81 a?os. Cuando empieza a recitar, por ejemplo esta ¨²ltima semana en la Biblioteca Nacional, solo le falta que se le salga la camisa suelta para que su vigor de rapsoda civil lo convierta en un muchacho. Es arquitecto, calcul¨® estructuras. Ha tenido casi todos los premios (los ¨²ltimos, el Pablo Neruda, el Reina Sof¨ªa) y es catal¨¢n de Barcelona, aunque en su biograf¨ªa sentimental tiene como una espada de sol el nombre de Tenerife, donde pas¨® una adolescencia que marca sus poemas y sus recuerdos.
Tiene en sus manos ahora, mientras esperan sus versos, p¨¢ginas sueltas de Una mujer mayor, que ha publicado una editorial nueva, La Cama Sol. El promotor del sello, Javier Santiso, explica el nombre. Su hija de tres a?os no sab¨ªa decir hamaca y, de ese modo, cama sol resum¨ªa su significado. La Cama Sol, pues, acoge esa mujer mayor en la que Margarit hace viaje con la pintora portuguesa Paula Rego. Le van pasando las diapositivas de los cuadros y ¨¦l va recitando los versos con los que ha acompa?ado esa pintura que ama.
Declama y declara; tiene claro que la m¨²sica es verso y pintura. Es un recital grave y leve a la vez: el poema se centra en el cuadro, lo comprende, y cuando ¨¦l recita resulta evidente que lo que hace no es una ilustraci¨®n. El cuadro y el verso se iluminan mutuamente. Los colores, ocres, oscurecidos, tremendos, vuelan como m¨²sica cuando ¨¦l los toca, esto es, los dice. Margarit cuenta su historia, la de sus pr¨®ximos, su hija Joana, sus padres, su familia, sus paisajes interiores, su pintura y su m¨²sica, y esta pintora portuguesa cuyo arte emparenta con Francis Bacon o Lucian Freud es su c¨®mplice, su compa?era. Verso y pintura van juntos, animados por una m¨²sica que ¨¦l muestra con la pasi¨®n con la que alertan los pu?os de los ni?os.
Despu¨¦s del recital, que dur¨® exactamente una hora, como si hubiera calculado la precisi¨®n de su estructura, le preguntamos a Margarit: ¡°?Qu¨¦ siente cuando recita? ?Escribe por dentro otra vez? ?Qu¨¦ contiene la palabra hablada una vez que ya estuvo en el papel?¡±. ?l respondi¨®, por escrito: ¡°Es muy sencillo: la poes¨ªa, con la m¨²sica, es la ¨²nica herramienta seria de consuelo de la que podemos disponer (siempre que la pena te pille le¨ªdo, claro). Yo fabrico consuelo, querido¡±.
De eso, del consuelo, hab¨ªa hablado en el recital. Y de la libertad. ¡°La libertad es un extra?o viaje¡±. ¡°La libertad es una librer¨ªa¡±. Una forma de amor, la libertad. Desfilan ¡°la triste Girona¡± de sus siete a?os, ¡°la desolada ciudad¡± de Barcelona, ¡°que haces de puta¡±. Hay ¡°un banquete moral¡±, unas vigas ¡°que un d¨ªa fueron ¨¢rboles¡±, la ¡°verdadera caridad¡± que da miedo, la isla ¡°que sigue cercana¡±. Y, mientras, delante y detr¨¢s de sus poemas, los cuadros de Paula Rego, a los que ¨¦l hace compa?¨ªa, desfilan con la lentitud que tiene la pintura para hacerse m¨²sica y, como ¨¦l dice, para procurar consuelo. En los cuadros hay risa y pavor, colores que provienen de los tiempos rotos de sus personajes.
Los poemas nacieron de su ¡°sed de Paula Rego¡±. La combinaci¨®n a la que alude es la de la belleza con la verdad, y de esa uni¨®n viene el consuelo al que ¨¦l se dedica. El arte final, el que sobresale de lo que ¨¦l escribe y de lo que Paula Rego pinta, cumple la funci¨®n que se espera: que el arte sea ¡°¨²til para la vida humana¡±. ?l perteneci¨® a la generaci¨®n que naci¨® a la Guerra Civil. Su poes¨ªa rastrea, con su mano acostumbrada a comprobar las heridas de las paredes, ¡°las huellas de aquella brutalidad¡±, de la que lo salv¨®, vuelve a decir, ¡°el para¨ªso terrenal¡± que en los a?os cincuenta hall¨® en Tenerife.
Mientras su historia se va diciendo, los cuadros de Paula Rego acompa?an su trayecto, hasta la mancha final, oscura como una tumba sin consuelo, el retrato de espaldas de Jane Eyre. ¡°Muere por nada y por bien poco vive¡±. A los 60 minutos, como si hubiera hecho m¨²sica, el maestro Margarit guarda sus pinturas y saluda como si se hubiera quedado desnudo en medio de una librer¨ªa.
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