El largo regreso a casa de Mohammed
'La Libertad es una palabra grande', de Guillermo Rocamora, retrata la vida en Uruguay de un expresidiario palestino de Guant¨¢namo

El viento nunca deja de soplar en la Plaza Independencia de Montevideo y, con ¨¦l, flamea una emblem¨¢tica bandera con la frase ¡°Libertad o muerte¡±, lema de los 33 Orientales insurrectos que emprendieron la liberaci¨®n de Uruguay del dominio brasile?o, en 1825. All¨ª, contempl¨¢ndola, est¨¢ Mohammed Motan Mohammed, para quien ¡ªy por fortuna¡ª el antagonismo resulta exagerado: su libertad est¨¢ a solo una firma. La historia de este palestino que estuvo 13 a?os preso en Guant¨¢namo y ahora busca regresar a su pa¨ªs es relatada en el documental La Libertad es una palabra grande, del director uruguayo Guillermo Rocamora, que el 15 de noviembre se presentar¨¢ en el Festival de Sevilla, despu¨¦s de permanecer varias semanas en el circuito comercial de su pa¨ªs y ganar el premio a mejor documental en la Semana Internacional de Cine en Valladolid.
¡°Libertad es una palabra grande para m¨ª porque todav¨ªa no estoy libre como ustedes, apenas estoy afuera de Guant¨¢namo, aunque ahora no hay mucha libertad para nadie y muchas poblaciones sufren¡±, resume Mohammed, de 42 a?os, padre de dos hijas, fruto de su amor con Aziza, una uruguaya conversa a la religi¨®n musulmana. Mohammed forma parte de un programa asumido por el Uruguay del expresidente Jos¨¦ Mujica (2010-2015) y los Estados Unidos de Barack Obama (2009-2017) en 2014 y que permiti¨® la liberaci¨®n de seis presos de la c¨¢rcel de Guant¨¢namo. Sin embargo, al cabo de dos a?os, el programa fue devorado por la burocracia y la sociedad que recibi¨® con abrazos a aquellos ¨¢rabes dentro de monos anaranjados se olvid¨® de ellos, y les cerr¨® las puertas cuando buscaban empleo. El plan se resinti¨® con la huida de un miembro del grupo, el sirio Jihad Diyab.
¡°Dicen que toda buena historia cuenta dos historias o m¨¢s, la que est¨¢ por arriba y la que emerge; y la segunda es eso: la de los uruguayos, la de la dificultad que no solo vive Mohammed, sino cualquier persona que con 40 o 50 a?os pierde el trabajo y tiene que arrancar de vuelta¡±, reflexiona Rocamora, el director del documental. ¡°Creo que no somos una tierra de oportunidades ni aquel pueblo de inmigrantes y gente amable que imagin¨¦ en alg¨²n momento¡±, lamenta.
El camino hacia la libertad
¡°Mi infancia fue buena, pero siempre conviv¨ª con militares¡±, rememora Mohammed, nacido en Burqa, Ramallah. ¡°Estudi¨¦ y era muy bueno en la escuela, me gusta estudiar. Siempre era el primero o el segundo de los alumnos y pensaba estudiar religi¨®n en Arabia Saud¨ª, pero necesitaba de referencias que yo no ten¨ªa¡±, cuenta. El destino lo llev¨® a Pakist¨¢n, donde fue detenido en una redada mientras estudiaba religi¨®n, en 2002. ¡°Me dijeron que el Gobierno de Pakist¨¢n capturaba gente sin averiguar qui¨¦n era, porque ellos no ten¨ªan la capacidad de inteligencia que ten¨ªa Estados Unidos, entonces juntaban extranjeros y los vend¨ªan como pollo, porque George W. Bush se volvi¨® loco luego [del ataque terrorista a las Torres Gemelas] del 11 de septiembre¡±, cuenta.
Seg¨²n su ficha personal de Guant¨¢namo, Mohammad fue detenido junto a otras 15 personas ¡°sospechosas de ser miembros de Al Qaeda¡±. A ¨¦l lo acusaron de tener v¨ªnculos con las organizaciones Hamas y Jamaat Tabligh y de haber viajado a Afganist¨¢n, pero los v¨ªnculos nunca fueron probados y despu¨¦s de permanecer detenido en c¨¢rceles pakistan¨ªes y afganas fue llevado a la isla de Cuba, en junio de 2002. ¡°Tuve cuatro abogados en Guant¨¢namo y todos me dijeron que yo estaba limpio, que no ten¨ªa nada. Me dec¨ªan que era una v¨ªctima de los pol¨ªticos y esa frase va a quedar en mi cabeza hasta que me muera¡±, dice Mohammed.
¡°Nunca en mi vida hab¨ªa escuchado hablar de un pa¨ªs llamado Uruguay. Me dijeron que era barato, tranquilo y que hab¨ªa mucho trabajo; que cuando naciera mi ni?o el Gobierno le iba a regalar una computadora, que iba a tener educaci¨®n y medicina y que el salario m¨ªnimo era de 1.000 d¨®lares. Confi¨¦ en ellos y firm¨¦ para venir ac¨¢¡±. Sin embargo, el subsidio que promet¨ªa 15.000 pesos (400 d¨®lares) y el arriendo de un piso fueron bajando hasta los 12.500 (330 d¨®lares, el salario m¨ªnimo) y sin contar la casa. Todo en un sitio donde vivir dignamente no baja de los 1.000 d¨®lares.
En la actualidad Mohammed no se siente libre, aunque disfruta algunas cosas de Uruguay, siempre en comparaci¨®n con el lugar que a?ora. ¡°Tiene tranquilidad y no hay mucha gente, como en Palestina, donde el 75% son refugiados¡±, describe. Tambi¨¦n disfruta de Montevideo, de su rambla y sus playas, a las cuales puede acceder sin traspasar ning¨²n puesto de control.
Hace un par de meses, y tras una prolongada b¨²squeda muy bien relatada en el filme, Mohammed por fin consigui¨® empleo y usa otro uniforme: el de una estaci¨®n de servicio. El hombre desea regresar a su casa en Palestina, un tr¨¢mite por ahora trabado por Israel, que tiene el control total de las fronteras, y poder ser ¨¦l, con sus creencias, con su tierra. ¡°Cuando los militares de Guant¨¢namo vinieron a decirnos que nos ¨ªbamos yo no me sent¨ª muy feliz porque no iba a ver a mi familia. Yo quer¨ªa ir a mi pa¨ªs, solo pensaba en mi familia, en mi pa¨ªs. Esa era y es mi verdadera libertad¡±, finaliza.
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