Sacrist¨¢n
Veo c¨®mo Jos¨¦ Sacrist¨¢n dice el espa?ol como no lo dice nadie. Pronuncia las vocales y las consonantes como no las dice nadie
Fui a ver la adaptaci¨®n teatral de la novela de Miguel Delibes Se?ora de rojo sobre fondo gris. Le¨ª la novela cuando se public¨® en 1991 y me emocion¨® much¨ªsimo. En escena, en el madrile?o Teatro Bellas Artes, aparece Jos¨¦ Sacrist¨¢n, y solo con decir dos palabras el p¨²blico ya sabe que le est¨¢ hablando esa voz, la voz que nos ha acompa?ado tanto tiempo, nos ha acompa?ado m¨¢s de cincuenta a?os en el teatro, en el cine, en la televisi¨®n y en la vida. Sacrist¨¢n se convierte en el escenario en el escritor Miguel Delibes hablando de su mujer.
El teatro est¨¢ lleno. Todas las entradas vendidas. Todos los corazones a la espera. A mi lado est¨¢ sentada una gran dama del teatro espa?ol. La miro de vez en cuando. La gente la reconoce y la saluda. La gente la quiere y no sabe c¨®mo dec¨ªrselo. Es Julia Guti¨¦rrez Caba, y de repente recuerdo al adolescente que fui, cuando ve¨ªa en la televisi¨®n Estudio 1, porque all¨ª fue la primera vez que la vi interpretar. El teatro, me acuerdo, fue una revelaci¨®n, casi terrible, casi m¨ªstica. El teatro ha sido muy importante en mi vida, porque el teatro es misterio.
Veo c¨®mo Sacrist¨¢n dice el espa?ol como no lo dice nadie. Pronuncia las vocales y las consonantes como no las dice nadie. Nos tiene los 85 minutos que dura la obra completamente en vilo. Solo ¨¦l en escena. ?l y la lengua espa?ola. ?l y Miguel Delibes. Nos citamos a la salida y me voy a cenar con Pepe Sacrist¨¢n. Es como si me fuera a cenar con la historia del teatro y del cine espa?ol. Hablamos de nuestras familias, de padres y madres muertos. ?l dice el nombre de sus padres con amor, ternura y alegr¨ªa. Las tres cosas a la vez. Y una cuarta que se desliza silenciosa entre las tres. Y esa cuarta es la nostalgia. El Venancio y la Nati, dice Pepe Sacrist¨¢n. Y su pensamiento se marcha hasta el pueblo de Chinch¨®n. Dime, Pepe, c¨®mo es posible que est¨¦s tan joven y guapo, le pregunt¨®. Y ¨¦l me contesta: ¡°Son los ajos de Chinch¨®n¡±. Lleva al Venancio y la Nati todo el rato en la memoria. Cuando los nombra, se lleva la palma de la mano al coraz¨®n. No se ha alejado de ellos ni un mil¨ªmetro. Yo ya no s¨¦ ni qu¨¦ preguntarle de tantas preguntas como me gustar¨ªa hacerle. Lo veo en tantas pel¨ªculas. Lo veo en aquella interpretaci¨®n magistral de Mart¨ªn Marco, el inolvidable personaje de La colmena, la novela de Cela que llev¨® a la pantalla Mario Camus en 1982. Ese personaje tembloroso, intentando sobrevivir en la Espa?a de la posguerra franquista.
Veo a Pepe Sacrist¨¢n y me entran ganas de llamar a mi madre, porque ella lo admiraba mucho. Veo a Pepe Sacrist¨¢n y me entran ganas de llamar a todos los espa?oles, uno por uno, para decirles que en Espa?a existe el teatro, existen los actores, existe Pepe Sacrist¨¢n. Mientras Pepe Sacrist¨¢n siga en escena, todos los espa?oles estamos de suerte. Porque tenemos pasado. Un pasado hermoso. Un pasado enamorado.
Babelia
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