Espect¨¢culo
En el camino a casa despu¨¦s de ver el el partido entre el Real Madrid y el Paris Saint-Germain, pienso que algo as¨ª lo puede disfrutar todo el mundo
Ocurre al final de Traffic. Benicio del Toro, a cambio de su proteica y suicida ayuda a la DEA para hacer da?o al invencible narcotr¨¢fico de Mexico, les exige que construyan campos de b¨¦isbol para los ni?os de Tijuana. Sus razones son que el beisbol le gusta a todo el mundo, que tal vez evite que los cr¨ªos se conviertan en prematuros camellos y en sicarios. En El buscavidas, el autodestructivo Eddie Felson le cuenta a su novia coja y futura suicida que le ocurre algo m¨¢gico cuando empu?a el taco de billar. Todo fluye y es arm¨®nico, sus nervios y su cerebro se conectan para lograr la belleza, la perfecci¨®n, lo inaudito. Ella le responde: ¡°Eres un afortunado Eddie, la mayor¨ªa de la gente jam¨¢s conocer¨¢ esa sensaci¨®n¡±.
En el camino a casa despu¨¦s de ver el maravilloso espect¨¢culo que supuso el partido entre el Real Madrid y el Paris Saint-Germain, pienso que algo as¨ª lo puede disfrutar todo el mundo, incluidos los que llevamos demasiado tiempo sintiendo tedio y desgana ante ese futbol que nos gust¨® desde la ni?ez, ante la fetidez de su ancestral negocio (?alguna vez fue solo un deporte?), ante el embrutecimiento, la idiotez satisfecha y la violencia de parte de su universal p¨²blico.
Los espectadores vibraban en el Bernab¨¦u con la hermosura, la tensi¨®n, la elegancia, el arrojo que mostraba gente m¨¢s all¨¢ del profesionalismo (o sea, hacer lo que hay que hacer, tener lo que hay tener) sino que tambi¨¦n creaban un espect¨¢culo memorable. Y recurro nada m¨¢s aposentarme en mi refugio o mi hogar (que cursiler¨ªa, una casa no es un hogar) a revisar en una televisi¨®n que asegura ser inteligente lo que he vivido en el campo. Con narradores de lujo, a la altura de ese partido, como los excelentes Robinson y Martinez. Y duermo feliz.
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