Pl¨¢cido Domingo, ovacionado en su regreso a Espa?a tras las acusaciones de acoso
El tenor reaparece en el Palau de les Arts de Valencia en un montaje de ¡®Nabucco¡¯ con todas las entradas vendidas
La ¨®pera es un juego de espejos muy aleccionador. Y en noches como la de este lunes en Valencia multiplica sus reflejos. Ocurre en cada una de las apariciones de Pl¨¢cido Domingo en escena despu¨¦s de un verano que le ha llevado por la calle de la amargura, con las denuncias de acoso por parte de 20 mujeres en la agencia Associated Press (AP) que dieron la vuelta al mundo¡ Y a su carrera.
Se present¨® el cantante en lo que era su primera actuaci¨®n en Espa?a despu¨¦s del revuelo, en el Palau de les Arts, en Valencia, donde estar¨¢ en cartel hasta el 16 de diciembre, con todas las entradas agotadas. Lo hizo como rey de Babilonia en la ¨®pera Nabucco, de Verdi, con un montaje firmado por Thaddeus Strassberger, que apelaba de manera aparentemente formal, pero en el fondo inquietante, a tres diferentes dimensiones. Por un lado, el drama hist¨®rico en su tiempo reinventado con una est¨¦tica propia de la violencia que despiden los cuadros de Caravaggio. Por otro, con un aire de gatopardo para la propia ¨¦poca en que fue compuesta: una mitad del siglo XIX convulsa en Italia ¡ªfue estrenada en 1842 en La Scala de Mil¨¢n¡ª y ¨¢vida de un nacionalismo unificador, con la idea de que juntos enfrentar¨ªan m¨¢s fuertes los embates de las potencias colindantes. Por ¨²ltimo, la del presente, con una Valencia que recibi¨® al divo que adora como si no hubiera pasado nada desde la ¨²ltima vez que lo vio.
El p¨²blico entr¨® en el Palau de les Arts dispuesto al desagravio. Con ¨¢nimo parecido, aunque m¨¢s templado, al que invadi¨® Salzburgo el pasado agosto o Z¨²rich, en octubre. Nada que ver con la divisi¨®n de opiniones que hubiese prevalecido de haber estrenado Macbeth en el Metropolitan de Nueva York. Europa hoy es su refugio. Estados Unidos ya lo ha repudiado para los restos. Tampoco cantar¨¢ durante los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio, donde estaba previsto que participase junto al actor Ebizo Ichikawa XI, una de las figuras m¨¢s relevantes del teatro kabuki, en una actuaci¨®n para inaugurar un programa cultural de los Juegos.
De no darse las circunstancias ajenas a lo oper¨ªstico, la gran triunfadora en este estreno de Nabucco hubiera sido la napolitana Anna Pirozzi. Su Abigail encendi¨® fuego en escena. La soprano traz¨® una l¨ªnea sobre el terreno a la que muy pocos pudieron llegar. Lo intentaron, caso de Domingo en esta su etapa de bar¨ªtono, humanizando a tope al d¨¦spota que desaf¨ªa los designios del cielo y acaba con una cura de humildad tras ser atravesado por un rayo.
Castigos divinos aparte, en lo terrenal, la orquesta a manos de Jordi Bern¨¤cer y el coro demostraron que a¨²n les quedan mimbres desde su fundaci¨®n. El Palau de les Arts, tras su ascenso al cielo del despilfarro en la desaforada fiesta inicial y su descenso al infierno del recorte, atraviesa una etapa de recomposici¨®n a cargo de su actual gestor, Jes¨²s Iglesias.
En lo vocal, al nivel de Anna Pirozzi no estuvo nadie. Pero la verg¨¹enza torera hizo que el p¨²blico disfrutara ciertos momentos de brillo por parte de Arturo Chac¨®n-Cruz, como Ismael y Alisa Kolosova (Fenena). Pero casi todo gir¨® en torno a c¨®mo Domingo se desenvolv¨ªa en escena y apelaba a la complicidad del p¨²blico.
En esta etapa final de su carrera, al cantante le persigue la inevitable polisemia de sus papeles. La multiplicidad de sentidos lo encarcela por un lado y dispara el morbo sus apariciones por otro. Ocurri¨® con su Luisa Miller en Salzburgo. Entonces, el viejo padre de la hero¨ªna buscaba restablecer su honor en boca de Domingo. Ahora, a este Nabucco le ocurre tres cuartas de lo mismo cuando se le oye exclamar: ¡°No soy rey, soy Dios¡± y le machaca la ira de Jehov¨¢ o si tras el castigo, confiesa, ¡°estoy d¨¦bil pero quiero que todos me crean fuerte¡±.
Fue tras el descanso, en los dos ¨²ltimos actos, cuando m¨¢s goz¨® Pl¨¢cido los aplausos. Sobre todo cuando solo y encarcelado implora: ¡°?S¨¢lvame de esta angustia y mis ritos abolir¨¦!¡±. Por ahora le han repuesto los aplausos del estreno en esta lucha sin cuartel que libra por salvar los restos de su leyenda.
Babelia
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